Una lectura atenta de los resultados de las elecciones en el Estado de México nos dice que pese a que triunfó el PRI, se consolida el avance de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que aparece como el candidato con más posibilidades para ganar las próximas elecciones presidenciales mexicanas.
El Partido Revolucionario Institucional retuvo la gobernación con Alfredo del Mazo, un triunfo engañoso por menos del 2% a la profesora Delfina Gómez, candidata del Movimiento de Renovación Nacional (Morena), el partido de AMLO.
Fue una de las elecciones más cerradas de la historia del Estado, tradicional baluarte del PRI. Hasta 2011, la ventaja que solía obtener era abrumadora, como cuando eligieron al gobernador saliente, Eruviel Avila, que obtuvo más del 60% de los votos inmediatamente antes de las presidenciales que llevaron al poder a Enrique Peña Nieto.
Se hizo entonces el Pacto por México y parecía que el PRI venía para quedarse. La popularidad del gobierno duró poco. Desde 2015 el PRI se hundió en una crisis de la que no ha podido salir.
Morena, el partido que AMLO fundó después de las últimas presidenciales, obtuvo un 10% en las elecciones del 2012 y en esta ocasión queda a pocos puntos del PRI con 33%. Desde la primera vez en que AMLO fue candidato ha vivido dos constantes: generalmente pierde por un porcentaje pequeño de votos y después alega que hubo fraude. En esta ocasión dice que en los distritos electorales en que existe mayor pobreza y violencia, que son parte de su base electoral, se violó la libertad de sufragio ciudadano. Concretamente pide nuevas elecciones en Valle de Bravo, Tejupilco, Ixtlahuaca, Jilotepec y Atlacomulco y dice que esto cambiará los resultados. Es muy poco probable que las autoridades electorales accedan a esta petición y probablemente volveremos a ver a un AMLO movilizando a sus seguidores alegando que le perjudicaron. En todo caso, aunque no obtenga la gobernación, esta votación tan contundente en un bastión del PRI nos dice que lo más probable, como están las cosas, es que AMLO sea elegido presidente de México el próximo año.
El Partido de la Revolución Democrática sufre un nuevo revés. En las últimas elecciones en la Capital, su antiguo bastión, obtuvo resultados muy pobres y no se ve que pueda participar con posibilidades de triunfo en las próximas eleciones presidenciales. El mayor derrotado de este proceso es el PAN. Tenía como candidata a Josefina Vázquez Mota, quien fue su candidata presidencial. Hasta hace poco parecía que el PAN era la fuerza política que podía enfrentar a AMLO, pero queda mal parado con una campaña que tenía una buena candidata y una estrategia mal planteada. Por primera vez Morena ganó en veinte municipios del Edomex, mientras la coalición de partidos que gira en torno al PRI conquistó 21. El PRD ganó en tres distritos y el PAN sólo en uno.
Todos los estudios dicen que la confianza de los mexicanos en los partidos ha llegado a los niveles más bajos desde el año 2000. Están profundamente decepcionados de sus instituciones, en particular del Congreso, la Justicia, los partidos, los sindicatos. Pasa lo mismo en la mayoría de los países del continente, pero en México la crisis es particularmente aguda. Estamos ante el caso de una crisis sistémica brutal. Aunque la legislación actual lo permite, es difícil que un outsider se abra paso, porque es el país con mayor tradición partidista de Hispanoamérica. Es lógico que la presencia de un presidente como Donald Trump al frente de los Estados Unidos, su vecino y socio comercial más importante, colabore para agudizar esta crisis.
Si no pasa algo inesperado, AMLO será presidente de México. Lo único que podría cambiar el panorama es que aparezca un candidato con planteamientos nuevos, que use técnicas avanzadas para comunicarse con los mexicanos y logre proponer un nuevo camino. Es difícil que esto ocurra.
*Profesor de la G.W.U.