COLUMNISTAS
TV abierta

En busca del tiempo perdido

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Mirame. En el país la TV paga continuó subiendo tarifas y aún no tiene un éxodo masivo. | shutterstock

Puede forjarse un futuro promisorio y recuperar glorias pasadas o, simplemente, caer en la ignominia del olvido. La tele, ese aparato que sigue ocupando un lugar privilegiado en los hogares, que se evaporó del universo y mobiliario de los más jóvenes, que a menudo se la enciende con el fin de “traicionarla” ante la oferta más voluminosa que seductora de algún que otro streaming, tiene la posibilidad de recuperar un espacio importante en nuestras vidas.

 El “futuro audiovisual”, ese concepto abundante en predicciones erráticas, pero taxativas, zigzagueante en su instrumentación y opaco en sus objetivos, va imprimiendo tendencias que se afianzan. Los “cortadores de cable” ya son una categoría que empezó tímidamente y se convirtió en tsunami. Solo en el segundo trimestre del año, la TV paga estadounidense registró una baja de 1,4 millones de hogares. La caída sin precedentes –que se traduce en que AT&T, por ejemplo, pierda un cliente cada diez segundos– pone al borde del abismo un negocio bastante “cómodo”, altamente rentable y “cautivo”. Por décadas, sus usuarios han desembolsado en concepto de abono entre US$ 70 y 150 mensuales, en un abanico que asciende desde paquetes básicos a premium.

La llegada de Netflix, como emblema de los streaming “low cost” de apenas  US$ 8 o 9 –o Youtube en su versión gratuita– con enormes volúmenes de contenido en el momento deseado, pusieron en jaque un modelo televisivo que, a fuerza de maximizar sus ganancias, fue perdiendo atractivos.

En Argentina lo que inició como goteo amenaza convertirse en derrame. Si la crisis vació los bolsillos, la TV paga continuó subiendo tarifas. Aún no registra un éxodo masivo, pero sabe que es inevitable. Su deterioro se evidencia en el rating. El cable perdió este año 11 puntos, pese al salvataje que significaron las señales de noticias. Sin ellas, su desplome superaba los 18 puntos. C5N en ciertos horarios compite casi a la par con los canales abiertos y en la cobertura de las PASO los superó holgadamente. La tele de aire también recuperó encendido. Hay un público que volvió a merodear por pantallas “vedadas” para disfrutar las críticas y “autocríticas” de comunicadores que supieron ser “voceros” y “consejeros” del Gobierno.

Mientras las propuestas artísticas más interesantes del cable se concentran en canales premium y en unos pocos de “culto”, las plataformas surgidas de internet apuestan a posicionarse desde la “calidad”, la “novedad”, el “riesgo”.  Los Smart TV  –otrora “caja boba”– hoy disfrutan de grandes directores, actores, guionistas. El contenido televisivo mutó su condición “vergonzante” por la de “desafiante”. Con resultados dispares, la ficción televisiva tendió a volverse más adulta, se sacudió ciertos prejuicios, optó por cuotas de realismo en una sociedad que intenta disuadir sus miedos plasmándolos en relatos.

Con el declive del cable y los streaming en pleno auge, la televisión abierta tiene la gran posibilidad de reinventarse. El desafío es reconquistar a una audiencia que decepcionó a fuerza de subestimarla. Se trata de recuperar el valor agregado de una industria que, por su creatividad y talento, se construyó en referente. La TV nacional ha tenido el “don” de diferenciarse, singularizarse, arriesgarse. Hoy es el momento de volver a demostrarlo. Necesita ser generadora en vez de receptora,  recuperar su prestigio internacional, abastecer las múltiples plataformas en su “voracidad” por originalidad y excelencia, volver a apostar a un talento que hoy se fuga o se apaga.

Hay quienes saben que su “suerte está echada”. Las empresas operadoras de cable y satelitales han redireccionando su negocio hacia la oferta on demand, a la distribución de internet de alta velocidad y a las redes móviles. La conectividad es la llave de un negocio que no cambia su esencia: se reordena. Si la televisión local es capaz de entender el momento que atraviesa podrá renacer de sus cenizas. Tiene todo para hacerlo. Solo se trata de apostar a lo que mejor supo hacer: calidad con rating.  

*Politóloga. Experta en Medios, Contenidos y Comunicación.