COLUMNISTAS
trascendencia

Ensayo y cine

16-4-2023-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

El video ensayo es un fenómeno esperable en una época en la que la lectura pierde fuerza frente a lo audiovisual. YouTube mezcla divulgadores con ganas de diseminar sus conocimientos entre los legos de la web con influencers con más ganas de diseminarse a sí mismos, procurando tapar contenidos carentes de originalidad con un autobombo ensordecedor. No sé si por una tara generacional sigo encontrando mayor satisfacción en el formato libro, convencida de que, pese a tener el nombre de ensayo, muchos de estos videos son calcos de otros o excusas para bajar línea. 

Tal vez, para ser algo más que la hojarasca de consumos online, el ensayo audiovisual deba explotarse con mayor frecuencia desde los recursos amplios y complejos que tiene el cine. Sin ser un documental, e incluso sin ser un ensayo autoconsciente, una película es un soporte apto para desarrollar –y hacer perdurar más allá del algortimo– una o varias ideas en plan ensayístico.

El director, abogado y escritor surrealista francés André Cayatte (1909-1989) escribió y dirigió lo que, para mí, son ensayos cinematográficos extraordinarios, modélicos, irreprochables. En Todos somos asesinos, de 1952, la pena de muerte como tema central propicia un recorrido por dilemas éticos, morales, religiosos y operativos derivados de su implementación. Con idéntica maestría, en 1955, Cayatte siguió indagando, a través de la ficción, en la temática legal que tan bien conocía por su formación en derecho, con El dossier negro, protagonizada por un juez de 24 años. Los vericuetos de la ley y su cumplimiento, siempre sujeto a contradicciones, se presentan a través de personajes y situaciones que ilustran certera y bellamente lo que el autor pretende comunicar. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Aunque no se presente a sí mismo de esta forma, el ensayo cinematográfico sigue apareciendo en diálogo con los temas favoritos del presente. En 2012, por ejemplo, otro director francés, Xavier Giannoli, estrenó Superstar, centrada en la celebridad ganada por azar, vía internet. Luego evaluó iniciarle juicio a Woody Allen porque su argumento era similar a uno de los arcos narrativos de A Roma con amor, del mismo año. Más que plagio, yo pensaría en que el tema está en el aire; es lógico que, ante el avance de internet sobre las vidas, sean muchos los que pretendan sacar conclusiones. No por casualidad, también en 2012, David Cronenberg estrenó Cosmópolis, en la que teoriza –tal vez demasiado panfletariamente, pero con el sello de autor que cada vez menos cineastas pueden ostentar– sobre globalización, cibercapitalismo y el carácter asfixiante de la vida virtual. 

Aunque tenga precedentes, la celebridad de quien no hizo nada para merecerla se convirtió en una variable mucho más importante para la sociedad contemporánea de lo que pudo haber sido cuando famosos e hijos de vecino existían en mundos completamente separados. Internet da la ilusión de un espacio común, en el que todos podemos incluirnos, aunque la desigualdad sea igual o peor que antes. Con Dream Scenario, de 2023, Kristoffer Borgli procura reflexionar sobre algo de esto mediante el periplo de su protagonista, interpretado por Nicolas Cage. A diferencia de Cayatte –y al igual que Giannoli– su experimento es tan fallido como para tratar de resolver un planteo social y colectivo mediante vías de escape desvinculadas de esas nociones (la escena romántica con la que concluye es, amén de bastante cursi, forzada). Los dos cineastas hacen de la celebridad su sujeto, y del individuo el vehículo para que ese sujeto exista, algo que sería mejor si la celebridad como sujeto no fuera una cosa tan vacía. Como saldo, los parámetros propios de un ensayo terminan por deshilacharse en la trama. Pero aun así son producciones interesantes, llenas de ideas, y lo más probable es que estén truncas debido a la novedad de su temática. Después de todo, la expansión de la vida digital recién comienza. 

Quedo a la espera de más películas que interpelen los problemas de nuestro tiempo con la solidez y belleza que tuvieron las de Cayatte. Tal vez ya existan o estén a punto de existir. Para hacerle sombra al libro, al menos en mi caso –y creería que en muchos otros– el ensayo audiovisual debería acercarse cada vez más a la trascendencia del arte, y cada vez menos a los modos efímeros y repetitivos de internet.