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Desigualdades

Escuelas desafiadas y la vuelta a la presencialidad

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Regreso. Es imprescindible repensar los formatos y herramientas de aprendizaje. | cedoc

Un nuevo anuncio sobre la posible vuelta a clases presenciales plantea un desafío, una vez más, a las escuelas, a sus directivos, docentes, estudiantes y padres. En ese casi año y medio en el cual las instituciones educativas se trasladaron virtualmente a los hogares, el modelo educativo tradicional escolar cien por ciento presencial tuvo que resignificarse en nuevos formatos no planificados, de acuerdo con las posibilidades de conectividad y recursos tecnológicos de las diferentes regiones de Argentina. Los informes internacionales, tales como el del Foro Regional de Políticas Educativas sobre Educación e Inclusión Pospandemia, arrojan números alarmantes; más de 160 millones de niños y niñas no han podido asistir a la escuela en América Latina y el Caribe a causa de la crisis sanitaria que provocó la pandemia.

El covid-19 profundizó las brechas educativas en la región. En 21 países, el 20% de los estudiantes de sectores socioeconómicos medios y altos tiene en promedio cinco veces más posibilidades de terminar su formación secundaria que el 20% más pobre. La pandemia puso en riesgo la infancia de 767 millones de niñas, quienes durante el confinamiento son más proclives a absorber el trabajo doméstico y a sufrir violencia intrafamiliar; 11 millones de ellas tal vez nunca regresen a la escuela.

Este es el escenario que invita a gobiernos, organizaciones del tercer sector, escuelas y universidades a tener la creatividad y el ingenio suficiente para pensar cómo vamos a revertir estos presentes educativos que no serán solucionables en el corto plazo.

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En Argentina, pasamos de un año de educación mediatizada por tecnología a la escuela bimodal en la cual hay instancias de presencialidad y otras de digitalidad. Siempre sobre la base de un mismo currículum y exigencias de evaluación para la promoción. No se evalúa, pero al final del día se califica para saber dónde está ubicado cada estudiante de acuerdo con las metas que su escuela planificó para cada año escolar y lo que efectivamente cada estudiante, conforme sus posibilidades de conectividad y su capacidad de autogestionar su propio aprendizaje, permite. Pero en el medio del camino de cada trayectoria educativa, nadie mira bajo qué condiciones cada estudiante pudo aprender y cuánto aprendió y lo que cada docente pudo enseñar y cuánto de lo previsto de esa enseñanza valió la pena.

Creo que una posible vuelta a la presencialidad total, que todos coincidimos que es el mejor modo de cumplir con las metas educativas, es contemplar una escuela que deberá ser más consciente de las posibilidades de aprendizaje de cada niño, una escuela flexible, capaz de saber qué vale la pena enseñar en virtualidad y en presencialidad, resguardando con mucho cuidado los nuevos agrupamientos de estudiantes para que se concreten aulas diversas e inclusivas en todos los contextos socioculturales. 

Es imprescindible repensar los formatos y las herramientas de evaluación y seguimiento de los aprendizajes de cada estudiante y brindarles posibilidades que puedan demostrar casi artesanalmente lo que pueden lograr.

La tecnología no va a solucionar los problemas de la educación previos a la pandemia, pero sí puede, en el marco de una nueva mirada pedagógica y didáctica, colaborar en brindar herramientas novedosas para enseñar de todo a todos.

El currículum escolar tiene que repensarse en base a las capacidades que se espera que logre cada estudiante en el transcurso de su proceso formativo. Capacidades que sean enseñables y evaluables. La nueva mirada de la escuela pospandemia exigirá una nueva organización institucional que permita un trabajo de directivos y docentes más articulado y colaborativo, una nueva ética profesional docente por la cual nos hacemos responsables del aprendizaje óptimo de todos.

Aprovechemos la oportunidad de resignificar la educación definitivamente. No hay más tiempo. 

 

*Directora del Departamento de Educación de la Universidad Católica Argentina (UCA).