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Eufemismos y vanguardismos

No hacía falta ser adivino para suponer que Moonlight ganaría el Oscar en lugar de La la land, la favorita de las semanas previas a la ceremonia.

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james baldwin | cedoc

No hacía falta ser adivino para suponer que Moonlight ganaría el Oscar en lugar de La la land, la favorita de las semanas previas a la ceremonia. En un año en el que Hollywood quiere demostrar como nunca su corrección política, con Trump en Washington y una queja desde el año pasado por la escasez de afroamericanos nominados, era obvio que una adaptación teatral anodina y sentimental sobre un chico negro y tímido que llega a ser gay y traficante de drogas podía resultar irresistible para los miembros de la Academia.

I Am Not Your Negro, otra película de director negro sobre un negro homosexual, estuvo nominada como largometraje documental. El director es Raoul Peck, cineasta militante que alguna vez fue ministro de Cultura de Haití. Se centra en un manuscrito póstumo de James Baldwin cuyo tema son tres activistas negros asesinados: Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King. Cuando Baldwin publicó El cuarto de Giovanni en 1956, ser un escritor gay afroamericano (ninguno de los dos eufemismos se usaba entonces) resultaba ofensivo y peligroso a derecha e izquierda, tanto como para que Baldwin viviera exiliado en Francia. Allí murió en 1987 cerca del olvido, aunque su fama como escritor y defensor de los derechos civiles fue enorme durante los años 60.

Peck usa los textos de Baldwin y un potente material de archivo para mostrar que el racismo sigue siendo una realidad en los Estados Unidos. Hacia el final de la película, las imágenes ilustran un pasaje notable leído en off por Samuel L. Jackson. Dice Baldwin que por demasiado tiempo existieron en los Estados Unidos dos niveles de experiencia incompatibles. Uno se resume en la iconografía de Gary Cooper y Doris Day como la más grotesca pretensión de inocencia de la que el mundo haya sido testigo. El otro, en el tono y la expresión furiosa de la música de Ray Charles. Nunca, concluía Baldwin, ambos niveles de experiencia habían sido verdaderamente confrontados.

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Curiosamente, la industria del espectáculo americano –y Hollywood en particular– fue el mayor intento histórico de contener ambas experiencias. El resultado del experimento es esa mezcla de culpa y corrección política que conduce tanto a la victoria de Moonlight como a la admisión de artistas negros en el panteón cultural, operación que culmina en la figura de Barack Obama, acaso el presidente americano más afín al progresismo paternalista de Hollywood.

Vale la pena I Am Not Your Negro y creo que podrá verse en el próximo Bafici, donde también es probable que se proyecte otra película muy interesante: Tonsler Park, de Kevin Jerome Everson, otro director negro, esta vez de vanguardia. Everson filma aquí, de un modo sofisticado y discreto, a los funcionarios de un centro de votación en Charlottesville el día en que Trump ganó las elecciones. El suyo no es un comentario sobre el resultado sino más bien la puesta en práctica de una idea que está en el manuscrito de Baldwin: una mirada sobre los trabajadores negros como pilares simbólicos de la democracia americana. Everson encuentra una forma al abrigo del sentimentalismo, del panfleto y de las convenciones del espectáculo para mostrar un cariño prístino por un estilo de vida “subterráneo e indispensable” en la historia de los Estados Unidos.