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DESARROLLO

Federalismo y población

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| Cedoc

Cuando nuestro país nace a la vida independiente no es más que un conjunto de provincias gobernadas por caudillos, a lo largo de un extenso territorio con poca población y menos desarrollo económico; enfrentadas en guerras fratricidas y sin formas institucionales que permitieran “constituir la unión nacional”.

 En busca de esas instituciones, Juan Bautista Alberdi escribe sus Bases y puntos de partida para la organización política de la república argentina, donde muestra la necesidad de resolver tanto la organización política como el desarrollo económico y social, para lo cual considera fundamental incrementar la población. El capítulo XXXI de esas Bases lleva por título En América gobernar es poblar, aclarando expresamente que “la población… forma la sustancia en torno de la cual se realizan y desenvuelven todos los fenómenos de la economía social”. Ya en su Introducción aclaraba que “las trabas y prohibiciones del sistema colonial impidieron su población… por los pueblos europeos que acudían a la América del Norte, colonizada por un país de mejor sentido económico”.

Después de analizar los antecedentes unitarios y federales que observa en nuestro país, Alberdi opta por “una República nacional, compuesta de varias provincias, a la vez independientes y subordinadas al gobierno general creada por ellas”. Y el modelo que tiene en vista es el de los Estados Unidos; no el de la Confederación de 1778, sino el de la Constitución de 1787”, al que Alberdi define como “un sistema mixto de federal y unitario”.

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Pero esa preocupación institucional y poblacional de Alberdi, relacionada con el desarrollo económico, se ha visto traicionada por algunas provincias que se valen del federalismo y de los recursos de la Nación para instaurar verdaderos feudos que no solo condenan al atraso a los ciudadanos de esas provincias, sino que además llevan su atraso y valores no republicanos al Congreso Nacional, donde se encuentran sobrerrepresentadas.

De ahí la importancia de conocer los mecanismos utilizados por los gobernadores de esas provincias para burlar los propósitos enunciados por Alberdi y recogidos por nuestra Constitución Nacional. La base de esa estrategia está dada por una política, no explícita pero firmemente aplicada, que busca preservar el subdesarrollo económico provincial desalentando las inversiones productivas y dejando lugar solo para algunas “amigas” del poder provincial con las que hacen sus negociados. Estrategia cuyos efectos sirven para perpetuarse en el poder al expulsar de la provincia a buena parte de la población que no encuentra oportunidades de empleo, siendo la población que migra la más preparada, más joven y emprendedora, quedando en la provincia la de características más pasivas. Y al dejar un menor número de población (y la menos exigente) se hace más fácil cooptarla a través del empleo público, lo que favorece las repetidas reelecciones producto de un electorado cautivo.  La maniobra se completa con el uso de los recursos provistos por la Nación para financiar el clientelismo que atiende la subsistencia de los pobres.

Frente a una anomalía que condena a la pobreza y al atraso a poblaciones provinciales cautivas, y que influye en el funcionamiento del Congreso Nacional donde se dictan las leyes para el conjunto de los argentinos, es necesario tomar medidas que eviten tanto las burlas a nuestra Constitución como el papel retardatario de los representantes del feudalismo sobre nuestra dinámica nacional. Un camino lo ofrece la misma Constitución cuando en su artículo 6 permite la intervención “para garantizar la forma republicana de gobierno”. Otro camino a explorar es un sistema de premios y castigos a través de un manejo diferente de los recursos que la Nación transfiere a las provincias.

La inacción frente a tales aberraciones políticas significa tanto una grave claudicación en la defensa de los valores republicanos como un renunciamiento a la promesa de “promover el bienestar general” contenida en el Preámbulo de nuestra Constitución; el que solo se alcanzará con la superación del subdesarrollo económico.

 

*Sociólogo.