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Feminismo Marie Kondo

Se acerca el 8M y Buenos Aires se ha vuelto una Vietcong feminista.

Marie Kondo
Marie Kondo | Gentileza Netflix

Se acerca el 8M y Buenos Aires se ha vuelto una Vietcong feminista. Los pañuelos verdes ondean como vegetación, la pasión lacera y se instala en trincheras. Las tensiones, divisiones y agrupaciones dan cuenta de una ebullición crepitante: vivimos una suerte de explosión cámbrica de especies feministas. Por eso es importante señalar las mutaciones convergentes.

Veo una foto reciente del teatro peronista: Máximo le hizo una transfusión de lípidos a Baradel, que ocupa un quinto de la foto: pero lo interesante es la intendenta Magario, al centro. La rubia matancera cambió: archivó su look de empleada bancaria para calzarse un jean insertado con fiereza entre las ingles –exactamente como lo usa Mariu Vidal.

Vidal ganó la provincia de Buenos Aires haciendo la V peronista con la parte delantera del jean. Su estilo Venus de Willendorf puesta a dieta emite rayos subliminales desde su bajo vientre. Como ninguna otra mujer en política, Vidal no reparó en poner su cheicon en el centro del plano visual –metiéndose el top blanco dentro del jean, como un cortinado que enmarca el mirar intenso de su tercer ojo.

Como el diablo, las mujeres estamos en los detalles.

Es natural que Magario busque mutar hacia Vidal; después de todo, Mariu llegó al poder sin ser la mujer de un caudillo, a diferencia de Evita, Isabelita y Cristina, que es lo que intenta ella. Apenas electa, Vidal se divorció: nunca se la vio circulando cariñosa con un marido, aunque sí dejándose apoyar por un Ritondo susurrante, excelente en su rol de chongo subalterno. La imagen vulvocéntrica de Vidal, apropiándose de la V peronista pero llevándola a su propia “zona sur”, es un secreto a voces. Cuando fue electa, la editora del suplemento feminista más antiguo, Las/12, declaró que no dedicaría una tapa a la primera gobernadora electa en el bastión macho-peronisto, con lo que la mutación adaptativa vidalista (captada ahora por Magario) pasó desapercibida. A veces, la portación de vulva no basta para considerarte mujer y sujeto feminista.

Como Marie Kondo, la japonesa célebre por ordenar armarios, las feministas radicales ordenan su closet según qué merece decirse mujer y qué no; así, la balcanización se profundiza. Método Mari-Kon: las “radfems” acercan las transexuales a su pecho, y al no sentir una chispa de felicidad ante estas parvenues al maravilloso mundo de tener vagina (las ven como hombres privilegiados), las descartan. Como Página/12 con Vidal.

A su vez, #NiUnaMenos se declaró en contra: las trans sí entran en su closet. Se denominan anticapitalistas –de una corriente nutrida por las luchas de las mujeres en sociedades capitalistas, las únicas que han contribuido a la legalización del aborto, la discusión pública sobre el patriarcado y la equidad de género–. Pronto tendremos tantos closets como mujeres.