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desprecios

Giorgio tenía razón

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| Cedoc

Giorgio Agamben escribió que, vía Covid-19, los Estados habían encontrado la excusa para acelerar un estado de excepción. Giorgio lo escribió en Italia, durante la obertura dramática de la ópera pandémica en Occidente, en marzo y abril. La crisis sanitaria italiana contrastaba con el escepticismo rabioso de Giorgio, que se volvió la risa de los entendidos; yo misma escribí aquí que Giorgio parecía un filósofo enamorado de su teoría, que no puede resistirse a verla volverse realidad. Ahora veo que me equivoqué, que lo que Giorgio describía espantado tenía un universo de aplicación real y específico: Argentina.

El estado de excepción: un orden militarizado y policíaco en el que el Gobierno adquiere poderes inusuales sobre los ciudadanos y sus libertades cívicas. En nombre de la “salud” las autoridades estatales restringen las libertades en nombre de una “seguridad” que sólo ellos podrían garantizar. “La plaga es el momento en el que el relevamiento de la población se lleva al extremo, donde las comunicaciones extrañas, las comunidades desordenadas y los contactos prohibidos no pueden existir”, escribe Foucault, anticipando las bandadas dionisíacas de runners, atacados por todos los órganos del Gobierno.

La cuarentena se renueva: el Gobierno la plantea como un estilo de vida. Argentina se cerró apenas días después que Italia; 100 días después, después de cuatro alargamientos, se la endurece. En esos meses, el Gobierno Nacional y su comitiva recorrieron las provincias llevando la enfermedad a parajes sin virus (#AlbertoQuedateEnCasa). El Estado se jacta de su libertad por sobre la ley, jugando incluso a apropiarse de empresas quebradas, como Vicentín. La policía activa en las calles y los planeros y empleados del Estado tranquilos, porque cobran igual. 

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¿Qué significa el estado de excepción cuando el poder del gobierno es inseparable de los intereses de la corporación que lo constituye? El Estado argentino funciona como una casta acomodada, como lo demuestran los beneficios extraordinarios a Boudou y que ningún funcionario nacional haya amagado con bajarse el sueldo, mientras la gente quiebra en masa. Significa un Gobierno de Científicos que ignoran los estudios internacionales que indican que el virus no se contagia al aire libre, y que los niños pueden sufrir secuelas psicológicas graves de continuar encerrados. En el país con más psicólogos por cápita del mundo parece increíble el desinterés por los efectos mentales de la cuarentena. Lo que Agamben no previó es que la justicia no funcionaría, que el Congreso no sesionaría, que cuando lo hiciera se acallarían los micrófonos de la oposición. O sí: es su definición de Estado de Excepción.

En “El futuro después del Covid”, una colección de ensayos de Jefatura de Gabinete, sorprende la ausencia de la tecnología. Aunque hay algunos textos más interesantes, la mayoría de los autores comparten una fantasía: el Covid es el ángel exterminador que viene a confirmar lo que ellos que ya sabían, que el capitalismo terminó. Y el pueblo argentino, al elegir a Alberto, se confirma como visionario de esa caída inevitable. Más que pensar el futuro, algunos parecen celebrar que sólo el Estado quede en pie. El Estado como el que te da y te quita, un dios tribal que ruge y sólo parece ser desoído por runners paganos.  

Giorgio no describía Europa: el elemento antiliberal y antidemocrático de la agenda kirchnerista vuelve literal el análisis agambeniano en Argentina. La diputada Vallejos lanzó que el Estado podría quedarse con una parte accionaria de las empresas que asista: todo lo contrario del rescate europeo al sector privado. Cafiero aclaró: no vamos a pedir parte de “todas” las empresas. Estas expresiones dibujan el Estado como un buitre, esperando a verte tirado para lanzarse a morder su parte. En el Estado de Excepción, el Estado decide a quien se le permite vivir. Con su cuarentena infinita, el Gobierno ha prohijado la muerte de los trabajadores autónomos y los privados. ¿Puede haber mayor desprecio a la actividad humana que elegir quienes viven o mueren según su cercanía al Dios Estado?.