Hay heridos, ofendidos y humillados en los dos lados. “El caradura de Kicillof no puede hacer como que no pasó nada y que está bajo el paraguas de los ganadores, porque le coparon el gabinete.” La llegada de Insaurralde fue un mensaje bien claro a favor de los que creen en la territorialidad que el gobernador despreció.
Además, su trato con los intendentes siempre fue frío. Máximo e Insaurralde venían tejiendo juntos hace tiempo, ahí está el mensaje para el que se creía intocable. Otro de “los padres de la derrota” –asegura una voz que recorre con frecuencia la Rosada. Como se ve, no solo hay críticas internas; también hay descalificaciones. La de “caradura” es de las más suaves y educadas.
Los dos gobiernos –el nacional y el bonaerense– han sido intervenidos. Y éste no es un eufemismo o una cita figurativa sino literal. A la administración de Alberto Fernández la intervino directamente Cristina Fernández de Kirchner. A la de Axel Kicillof, Máximo Kirchner.
El desplazamiento de Carlos Bianco de su cargo como jefe de Gabinete ha sido un duro golpe para el gobernador que viene sosteniendo una puja subterránea y creciente con el primogénito de la ex presidenta en funciones. Kicillof es una persona tremendamente desconfiada que, por ende, se apoya en un núcleo muy pequeño y cerrado de personas. A Bianco lo conoce desde 1998, cuando fue su alumno en un curso que el hoy gobernador dio en la Universidad de Quilmes sobre “Corrientes Económicas Contemporáneas”.
El desembarco en la Jefatura de Gabinete provincial del ahora ex intendente de Lomas Zamora no fue solitario. Lo hizo acompañado de gente suya, entre los que se cuentan Juan de Jesús, del Partido de la Costa, y Hernán Y Zurieta de Punta Indio.
“Lo que está pasando con el despilfarro de guita es lo que vas a ver en mayor o menor medida en todo el Conurbano de acá hasta las elecciones.”
“Es lo que saben hacer los pragmáticos de la vieja escuela. ¿Qué otra cosa se puede esperar de Manzur y Aníbal? Ya lo reconoció Gollan. En el caso de Aníbal también optaron por reciclar un tipo hábil en el barro que nunca se prende fuego. Pero no creo que alcance. La gente la está pasando muy mal”–continúa el funcionario con despacho en Balcarce 50 que no deja de acumular un enojo que no disimula.
El oficialismo ha decidido emular lo hecho por el gobierno de los Rodríguez Sáa en San Luis en 2017. En ese entonces, luego de perder las PASO contra Claudio Poggi, hubo un aluvión de fondos públicos en planes sociales, inodoros, chapas, colchones, juegos de dormitorio y comedor, prótesis, sillas de ruedas, electrodomésticos y ayuda para pequeños comerciantes que le permitieron dar vuelta el resultado. Habían perdido por 19 puntos y ganaron por 12.
Las expresiones del ex ministro de Salud bonaerense y segundo en la lista de candidatos a diputados nacionales, Daniel Gollan, fueron un sincericidio que desnuda el pensamiento de la mayor parte del kirchnerismo y el peronismo que lo acompaña. La dignidad de la persona vale un electrodoméstico o un poco de plata en su bolsillo.
Es la radiografía del pensamiento del populismo que necesita que haya mucha gente pobre como sustento para sus ambiciones de permanencia indefinida en el poder.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de una vida de subsistencia.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de personas cuya dignidad no tiene ningún valor para los que gobiernan.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de un desprecio por la educación.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de un menosprecio hacia la salud pública.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de una desestima hacia el sufrimiento de gente que durante la pandemia lloró la pérdida de sus seres queridos.
“Un poco más de platita en el bolsillo” habla de no asumir los garrafales errores cometidos por el Gobierno durante la pandemia.
“Un poco más de platita en el bolsillo” habla de no hacerse cargo del escándalo del “Vacunatorio vip”.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla del desdén hacia quienes se quedaron sin el fruto de una vida de trabajo.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de la convalidación del vale todo.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de la apología de la inmoralidad.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla del vilipendio hacia la capacidad de pensamiento de quien se ve sometido a las adversidades de la pobreza.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla del ideario de quienes hoy están al frente del Gobierno.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla del tiempo por venir que le aguarda a nuestro país si esto no se modifica.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de gente a la que dejan sin la posibilidad de soñar con un futuro mejor para ellos y/o para sus hijos.
La elección no está terminada. El oficialismo ha salido a la caza de los ciudadanos y ciudadanas que no fueron a votar el 12 de septiembre pasado. Si todos ellos lo hicieran por el “Frente de todos contra Todos”, el oficialismo podría dar vuelta la elección en la provincia de Buenos Aires y otros distritos.
La oposición por estas horas enfrenta dos grandes problemas: “El control y fiscalización de la elección y la retención del que nos votó en las PASO, pero que siempre estuvo más cerca del oficialismo. El voto bronca es muy fuerte, pero muy volátil, ahí tenemos que trabajar”. Aseguran en Juntos.
Así planteada, la elección del 14 de noviembre será no solo una contienda electoral sino también una radiografía de una parte de la sociedad argentina, fundamentalmente de aquélla sumergida en la pobreza. Si con “un poco más de platita en el bolsillo”, una licuadora, un lavarropa, una heladera, una cocina y un largo etcétera de electrodomésticos, el Gobierno consiguiese su objetivo, el populismo habrá obtenido un triunfo que le permitirá dar alas a su proyecto de permanencia en el poder para siempre.