Ante el abrumador aumento de casos de covid-19 en el AMBA, las discusiones respecto de los niveles de actividad y las restricciones comenzaron mucho antes del crispado y vergonzoso panorama que nos dejó la semana. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la decisión de sostener actividades y apelar a la conciencia individual estaba tomada desde un principio. En cambio en la Nación y en la Provincia –con Axel Kicillof a la cabeza– venían dando señales claras de querer volver a la fase de restricciones estrictas.
Casi todos los días está sucediendo que, personas que dicen pertenecer al gobierno nacional, entran en comercios de la capital para concientizar acerca del cumplimiento de los protocolos esgrimiendo que el Gobierno de la Ciudad no cuida a sus vecinos y por eso no les ordena cerrar. En las afiebradas mentes de algunos funcionarios kirchneristas el objetivo de esta cruzada es dañar a Horacio Rodríguez Larreta.
En efecto, de acuerdo con algunos analistas, la imagen de Alberto Fernández se acerca a una nueva meseta más baja que las anteriores, con poco más del 30% de imagen positiva y casi 60% de negativa. Recordemos que hace exactamente un año, al inicio de la pandemia, AF sorprendía con el 70% de aprobación. Sin embargo, esto contrasta con uno de los últimos sondeos de la consultora Management &Fit que señala que el 39,3% de los consultados dijeron estar “muy dispuestos” a retornar a un confinamiento estricto, seguido por el 19,9% que se mostró “algo dispuesto”. Del otro lado, el 14,1% manifestó estar “poco dispuesto” a volver al confinamiento, mientras que el 22% rechazó de plano hacerlo. Los números podrían interpretarse como un gesto de respaldo a las medidas del Presidente con una salvedad muy clara: el corto plazo. El día a día y el impacto en la actividad económica marcarán los límites. Si la medida se extiende más allá del 30 de abril y el bolsillo de la gente se ve afectado en un contexto social en el que hay 42% de pobreza dicha aprobación seguramente bajará.
La bomba estalló el miércoles –a pesar de los sucesivos encuentros entre representantes de la Ciudad y La Provincia en la Casa Rosada– cuando la batería de nuevas-viejas restricciones salió a la luz. De las reuniones previas habían participado los tres jefes de Gabinete, Santiago Cafiero, Carlos Bianco y Felipe Miguel; y los referentes de los ministerios de Salud, Carla Vizzotti, Nicolás Kreplak (viceministro de Daniel Gollán) y Fernán Quirós. “A Gollán lo guardaron y le pidieron a Nicolás que vaya en su lugar. Es más amable en el diálogo aunque ambos piensan lo mismo. Gollán es intransigente y bastante provocador. Con él todo hubiera empezado con el pie izquierdo”, aseguró una fuente de Salud de la Provincia. Más allá de los desacuerdos que se habían anticipado, estos encuentros desnudaron la existencia de ánimos crispados. Desde Provincia fueron con los tapones de punta a plantear algo muy similar al Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) que indica que cada persona debe quedarse en su domicilio y que solo se puede salir para realizar compras básicas, trabajos esenciales o exceptuados. Los funcionarios porteños consideraron que eso era inaplicable y, por ende, inaceptable. “En la antesala, antes de ingresar a la reunión, empezaron las chicanas. Acusaban a la Ciudad de iniciar los contagios que luego llegaban hasta la Provincia”, afirmó un testigo de la previa. El propio gobernador repitió la chicana de manera muy seria en su conferencia de prensa. Ya en el interior de la reunión la tensión creció. “La gente de Kicillof, que quería el cierre total, tiene una forma muy vehemente de exponer sus ideas que por momentos se torna violenta”, enfatizó la misma fuente.
El jueves Axel Kicillof habló ante la prensa para detallar las medidas que la Provincia tomaría luego de las restricciones anunciadas por el Presidente. En su discurso el gobernador se refirió a la segunda ola como un “tsunami”, habló de “espanto”, “horror”, “explosión de casos” y aseguró que se van a tomar todas las medidas que haya que tomar. “Le gusta ir siempre un paso más allá. Si puede opacar al Presidente, mejor. Sabía que con ese discurso se iba a llevar todos los titulares y alguna palmadita de su jefa”, se quejó una fuente de la coalición gobernante que agregó: “Ya está colmando el vaso. Varios lo tienen en la mira sobre todo después de apañar a Sergio Berni y no colaborar para ponerlo en línea”.
Desde Juntos por el Cambio la estrategia fue bien distinta. La orden que bajó Horacio Rodríguez Larreta a sus voceros fue clara y basada en al menos tres aspectos: sostener el desacuerdo con la restricción a la circulación y apelar al sentido común para no complicarle la vida a la gente; hacer hincapié en la noción de bienestar integral contemplando salud física y emocional, educación y trabajo; y confiar en la conciencia individual antes que recurrir a la inoculación del miedo.
Una vez que los jugadores movieron sus fichas y las críticas quedaron a la vista la destemplanza se adueñó del presidente Alberto Fernández. Tildó de “imbéciles” y “miserables” a los integrantes de la oposición que criticaron las medidas antes de que vieran la luz y a los que señalaron que las restricciones serían parte de una estrategia política. En la sesión del jueves en el Senado donde se votaron las modificaciones al impuesto a las ganancias el clima volvió a ser hostil. Ante los embates de la oposición, CFK les dijo “maleducados” y “barrabravas” y los mandó a “callarse la boca y escuchar”. La dirigencia ha entrado en una espiral de violencia (verbal y física) de alcance peligroso y perjudicial para las instituciones.
“Alberto se bancó el circo de los que lo acusaron de hacer política con la pandemia y viene cargando con los coletazos del vacunatorio vip que no paran. Encima tiene que lidiar con algunos del otro lado de la coalición que quieren mostrar rigurosidad y ser más papistas que el papa. Eso es fulbito para la tribuna. Es lógico que explote por algún lado”, lo justificaron en su entorno. La referencia directa fue para Axel Kicillof.
En el medio de todo esto se coló la negociación para la postergación de las PASO. El problema que tiene el Gobierno para buscar acuerdos que hagan factible esta decisión son las acciones protagonizadas por sus mismos integrantes. He aquí una muestra de ello: para el domingo 2 de mayo están anunciadas las elecciones internas del Partido Justicialista bonaerense en las que el kirchnerismo buscará consagrar como nuevo líder a Máximo Kirchner. ¿Cómo es eso?: ¿las PASO son un riesgo y las internas del justicialismo, no?
Una vez más la contradicción y la mentira –esencias del kirchnerismo– afloran con la irrefutable contundencia de los hechos.
Producción periodística: Santiago Serra.