COLUMNISTAS
UN PAIS EN SERIO

Hacernos los boludos

La inseguridad nos pone a todos en estado de alerta pero... alerta con el Estado. Las soluciones no siempre son salvajes.

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. | captura de pantalla

Estoy muy concentrado escribiendo mi columna política en mi escritorio, en mi oficina. Aprovecho que en la productora está todo el mundo de vacaciones para concentrarme sin que nadie me moleste. Tengo los auriculares puestos para que no me moleste ningún ruido y, de paso, escuchar un poco de música. De repente, siento una descarga eléctrica que me duelo mucho. De todos modos, el dolor no es nada comparado con el susto.
—¡Aaaay! –grito, me arranco los auriculares y pego un salto en mi silla que casi me deja de espaldas en el piso.
Me doy vuelta y la veo a Carla, mi asesora de imagen, parada justo detrás de la silla, con algo en la mano, riéndose a carcajadas.

—¿Qué hacés? –le grito, enfurecido–. ¿Vos estás loca? ¿Me querés matar?
—Tranquilo, esto no mata –responde Carla, risueña–. Es algo inofensivo, apenas distractivo.

—¿Inofensivo? ¿Distractivo? ¡Duele un montón! ¡Y que me podés matar del susto!
—Bueno, está bien, disculpá. Es que si te avisaba, no ibas a querer que te lo hiciera. Y creo que está bien que lo experimentes en carne propia. Pensá que solo lo hago por el bien de tu tarea periodística.

—¿De qué estás hablando? –pregunto, muy enojado–. ¡Me diste una descarga eléctrica!
—Estoy hablando de actualidad, de noticias –responde Carla–. A ver, contame, ¿sobre qué estás escribiendo?

—Sobre inseguridad. Me llama la atención cómo, en medio de aumentos de tarifas y de transporte, el Gobierno logre desviar el tema y hacer que hablemos sobre bajar la edad de imputabilidad, echar extranjeros y comprar pistolas Taser.
—¿O sea que vos estás en contra de las pistolas Taser? –pregunta Carla.

—Por supuesto –respondo.
—¿Y por qué?

—Porque son horrendas, son como picanas.
—¿Y sabés cómo funcionan?

—Bueno, no…
—Ahora sí sabés –dice Carla sonriendo y levantando el objeto que tiene en una mano.

—¿Me diste con una pistola Taser? –grito, enojadísimo.
—De nada –me dice, sonriendo aún más.

—¿Me picaneás y querés que te agradezca? –pregunto y mi bronca crece.
—Por supuesto –responde Carla–. Deberías agradecerme por cuidar tu carrera periodística. Ahora tenés un dato muy bueno para poner en tu columna.

—No sé qué responder. No sé qué decir. La verdad, no deja de ser un dato, en eso Carla tiene razón. ¿Pero por qué tiene que tratarme así? Nos quedamos un rato en silencio.
—Y en cuanto a desviar el tema de los aumentos, tenés razón –agrega Carla.

—Creo que es una cortina de humo, voy a poner eso.
—Mmm… sí, cortina de humo… puede ser… pero eso no termina de explicar el tema.

—¿Y qué es lo que sí explica el tema?
—Hacernos los boludos –responde Carla.

—En todo caso ellos, los del Gobierno son los que se hacen los boludos –corrijo.
—Todos nos hacemos los boludos. Sobre todo vos y todos los progres como vos.

—¿Y yo por qué?
—A ver… una cortina de humo funciona cuando todo el mundo compra el cambio de tema, ¿no?

—Y, sí…
—Por ejemplo, si yo quiero tapar el aumento del dólar, no puedo desviar la atención hablando de las Olimpíadas Matemáticas, ¿no?

—Claro, porque no le interesan a nadie –digo.
—En cambio, si lo tapo con el Mundial de Fútbol Masculino, ahí sí la cosa funciona un poco mejor, ¿no?

—Por supuesto, porque a todo el mundo le interesa el fútbol masculino.
—Con la inseguridad pasa lo mismo: todo el mundo la sufre, todo el mundo vive alerta, todo el mundo está temeroso.

—Bueno, pero de ahí a dar soluciones tan salvajes…
—¡Son salvajes pero son soluciones! –afirma Carla–. El progresismo, en cambio, prefiere no hablar del tema. A ver, contame, ¿qué hay que hacer con la inseguridad?

—Yo creo que hay que empezar por la educación, por la distribución equitativa de la riqueza, por…
—¡Dejá de chamuyar! Está claro que con educación y menos pobreza se soluciona todo. Pero mientras tanto, ¿qué?

—No me parece que esté bien meter bala y…
—A mí tampoco, pero no estoy hablando de lo que no hay que hacer, sino de lo que sí hay que hacer.

—¡Bueno, pero yo no soy político! –me quejo.
—Esa si que es una respuesta política –reconoce Carla–. Y aunque creas que no, podrías ser un gran político porque tenés todo para representar a una inmensa mayoría de nuestra sociedad.

—¿Qué tengo? –pregunto–. ¿Carisma? ¿Poder de convencimiento? ¿Liderazgo? ¿Buen discurso?
—No –concluye Carla–. Tenés una grandísima capacidad para hacerte el boludo.