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Horacio y Patricia

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Patricia Bullrich anunció ayer que Horacio Rodríguez Larreta, su ex contrincante en las PASO, será su jefe de gabinete en el caso de llegar a la presidencia argentina el 10 de diciembre. | NA

Quizás tenía que ser la candidata y haber cumplido la misión de haber dejado fuera de competencia a Horacio Rodríguez Larreta para terminar de comprobar que Mauricio Macri era su amenaza y no su fortaleza. Terminó de percibirlo la misma noche de su triunfo en las PASO, donde agradecida le cedió a Mauricio Macri el centro de la escena para cerrar el festejo de Juntos por el Cambio y el fundador del PRO terminó elogiando y felicitando a su competidor, el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei.

Rodríguez Larreta tuvo claro desde mucho antes que Macri era su amenaza

Pero ya lo venía sintiendo un año antes, cuando en privado le preguntaron:

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–Patricia, ¿vos sabés que Macri te usa para subirle el precio que tendrá que pagarle Horacio para que apruebe su candidatura y finalmente terminará arreglando con él como siempre hizo en el pasado? ¿Por qué no vas de candidata a gobernadora de Buenos Aires, donde además allí tenés más posibilidades de ganar porque la seguridad es aún más prioritaria?

–Sí, lo sé, pero yo no voy a bajar mi candidatura a presidenta, Macri no podrá entregarme como parte de su negociación, esta es mi última oportunidad presidencial (respondió ella, que tiene 67 años).

Horacio Rodríguez Larreta tuvo claro desde mucho antes que Macri era su amenaza. Pero después de haber ganado las elecciones de 2021, habiendo impuesto sobre la voluntad de Macri sus candidatos tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires, convirtiéndose así en el candidato natural del PRO a la presidencia, creyó que ya lo había vencido. Que había cumplido con el mandato edípico de simbólicamente “matar” al padre, en su caso, político. 

Y se equivocó, en lugar de darle el remate final, magnánimo, también ingenuo, pensó que podía conformarlo con la Ciudad de Buenos Aires y trajo a su primo Jorge Macri a su gobierno con la presunción de que podía negociar una larga pax romana con el expresidente, así cuando le tocara a él mismo ser presidente no tendría que cuidarse del fuego amigo. Hasta último momento y durante más de un año, Larreta esperó que Mauricio Macri dijera públicamente que apoyaba su candidatura a cambio del propio Larreta apoyar la de Jorge Macri. Él mismo había entrado en la trampa: la candidatura de Jorge Macri terminaba siendo apoyada por Patricia Bullrich y no por él mismo. Sin moneda de cambio para negociar con Macri, terminó perdiendo todas las candidaturas: la de la Ciudad, la de la provincia de Buenos Aires y la presidencial. Jaque mate de Mauricio Macri.

Probablemente la psicología le jugó una mala pasada, Larreta no quería que Macri fuera derrotado, sino que, rendido, reconociera su triunfo en una conversación privada donde le hiciera sentir la misma mortificación que le había hecho sentir él cuando, en la primera década del siglo, le dijo: “Vos no tenés carisma, no sos agraciado, vení detrás mío, que yo te voy a hacer ganar elecciones”. 

Macri sintió que contrataba a un empleado, Larreta no lo era ni lo fue nunca. Como tampoco lo es Patricia Bullrich ni lo fue nunca. Mientras quien sí lo fue es Javier Milei. ¿Lo será de ser presidente? Nadie es empleado del todo siendo presidente, como lo demostró Alberto Fernández a pesar de la muy asimétrica relación de fuerzas con Cristina Kirchner, a quien si bien no le alcanzó para hacer lo que quería tampoco dejó a su exjefa hacer lo que quería.

Así como Javier Milei precisa mostrar que no es empleado de su antiguo empleador para no ser el “gatito mimoso” del calificativo de Myriam Bregman en el primer debate, en lugar del león que autopercibidamente pretende mostrar, es hora para Patricia Bullrich de mostrar que tampoco Mauricio Macri es su jefe. Y la mejor forma de hacerlo es construyendo una alianza con el principal enemigo del expresidente: Horacio Rodríguez Larreta. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo” debe haber razonado Bullrich, de la misma forma que también confronta con Milei al asociarse con Larreta porque el político más atacado por el líder libertario fue precisamente el jefe de Gobierno porteño. ¿Por qué habrá sido que justo el principal desafiante de Mauricio Macri, Larreta, fuera a la vez el principal destinatario de las críticas de Javier Milei? ¿Aplica también en este caso “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”?

A pesar de que Mauricio Macri recorre provincias (Córdoba, Santa fe, Misiones) repartiendo boletas de Patricia Bullrich y anteayer acompañó en persona a la candidata en Junín y Pergamino, está instalada la creencia de qué prefiere un gobierno de Milei que uno de Juntos por el Cambio. Más allá de que sea estrictamente así, algo tiene que ver el propio Macri con lo que se dice de él y se cree que hace. Extraña paradoja, si Javier Milei pudo emerger como presidenciable fue por el fracaso del gobierno de Macri porque por el fracaso del kirchnerismo ya había hecho surgir como presidenciable al PRO en 2015 mientras que los descontentos con el gobierno actual que ya perdieron la ilusión de encontrar reparo en otro gobierno del PRO precisan algo nuevo.

¿Un gobierno de Milei sería un gobierno más macrista que el de Bullrich, Larreta y Melconian? Por lo menos eso es lo que dice Javier Milei mientras Macri va de gira repartiendo boletas de Bullrich y ella hace alianza con la persona que el expresidente más detesta –Larreta– y anuncia como superministro de Economía a Carlos Melconian, a quien Macri echó del Banco Nación. Todavía resuena aquella frase de Melconian a Macri en 2018: “Boludeaste dos años con las buenas ondas y ahora vas a recoger inflación en la previa de las elecciones”.

Macri le hace a Bullrich lo que su padre le hizo a él, elogiar a un competidor

Horacio y Patricia, algunos piensan que es el orden temporal de las víctimas de un padre castrador y que ahora Mauricio Macri le hace a Patricia Bullrich lo que su padre, Franco Macri, le hizo a él, elogiar a candidatos competidores, mientras la abraza. La vida es compleja.

 

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