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La crisis presiona sobre la calma de Alberto F

alberto cristina 08032020
El presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández de Kirchner. | Noticias Argentinas

Como si fuera danés, Alberto Fernández clama por normalidad, por el valor de la palabra y por quitarle estrés a la economía. Si no fuera porque es argentino y actuó con menor o mayor protagonismo en el Estado nacional en los últimos 35 años, hasta se le podría creer que lo dice ganado por la ingenuidad. En tres meses como presidente, convengamos que lo expresa como necesidad.

Sobre esos conceptos basó su discurso de asunción del 10D y también el de la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, el 1M. Incluso usó hace una semana el textual de “tranquilizar la economía” para explicar ciertas medidas para alentar el consumo popular e intentar combatir la inflación.

No hubo ni habrá anuncios económicos rimbombantes hasta que el ministro Guzmán concrete algún acuerdo con los bonistas por la deuda. Tiene lógica: la normalidad albertista se calcula en base a cuánto dinero dispone para gestionar. Muy cerca de él creen que la negociación será ardua pero que llegará a buen puerto, aunque no descartan algún default. Selectivo, claro. Una sensación similar o más pesimista aún se llevaron desde Buenos Aires los enviados de los cinco principales fondos globales que tienen bonos argentinos.

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Al respecto, integrantes de peso del Gobierno sospechan que al menos uno de esos fondos, que llevó a Kicillof al borde del default, con lo que cobró por el vencimiento de los títulos bonaerenses compró bonos nacionales. No habría sido con la idea de volver a apostar por el país, sino con la intención de bloquear cualquier negociación, según fuentes oficiales.

Sin embargo, por estos días, en la Jefatura de Gabinete que lidera Santiago Cafiero hay otra cuestión que preocupa más que la deuda: cómo empezar a reactivar la actividad económica. La Tarjeta Alimentar movió algo el consumo, de acuerdo con algunas empresas de productos masivos y supermercados, pero a niveles mínimos. Construcción e industria siguen en la quietud de una retracción que solo se frenó.

Gobernadores e intendentes oficialistas han transmitido en privado su preocupación por la falta de acción gubernamental en obras y estímulos productivos. Ni hablar los afectados por el malhumor del campo. Qué decir de los empresarios que comienzan a ser menos optimistas y se sienten –son– retados por el Presidente.

Tras la horrible gestión económica macrista, que empeoró la pésima del segundo mandato de Cristina, podría ser imperiosa esta suerte de anestesia albertista. Pero su tiempo de prolongación atenta contra las chances de supervivencia del paciente. Cuidado.