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Justicia

La incorrección política

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Joker | CEDOC

Se ha puesto de moda en determinados ámbitos y circuitos –artísticos sobre todo– una especie de elogio de la incorrección política. Pueden verse por ejemplo los artículos de Luisa Arditi en Infobae Cultura y el Flasherito (“¿Y si tiramos por la borda lo políticamente correcto?”), sus entrevistas a Vincent Lindon y Rafael Spregelburd, donde ambos actores repiten la misma idea: la importancia de que el arte sea políticamente incorrecto. Esta idea puede parecer profunda pero no deja de ser superficial. Es una pose de actores blancos (europeos y “liberales”) que han renunciado a hacer algo verdaderamente valioso con su arte. Que han optado por no llevar adelante ningún cambio radical. Ninguna transformación, ninguna rebeldía concreta. Solo se conforman con eso: con no ser políticamente “correctos”. Pero allí también se equivocan. No serlo no implica, como bien observa Arditi, avance alguno. Más bien al contrario. El caso de Kanye West ponderando al nazismo en el prime time puede servir de ejemplo. No temió perder auspiciantes por su incorrección política. Al contrario. Hoy parece que ser incorrecto paga (Lindon otorga su entrevista en un coqueto hotel de Puerto Madero, Spregelburd actúa en una serie de Netflix, ninguno está lejos ni es crítico de lo que llamaríamos el “establishment” o la industria del cine, que les paga el sueldo y les hace publicidad) y la democracia “lenta” aburre. Explotan pensamientos de derecha xenófoba “incorrectos” por doquier. Hace una década, con los discursos misóginos y racistas, ni Trump ni Bolsonaro hubieran resultado electos. Hoy sí. Ambos apostaron a la “incorrección”. Los seguidores de ambos tomaron el Congreso. Nadie cree en la democracia ni en su formalismo “correcto”. Parece una idea demodé y vieja (para usar el vocabulario “neo” de Lousteau, quien haría bien en recuperar los principios “viejos” del radicalismo de Alem) en tiempos ávidos de “novedad”. A la vanguardia le gusta presumir de su “incorrección” política en Puerto Madero. Pero a veces la incorrección puede ser una forma vacía. Y vana.

Se repite que la justicia es demasiado lenta, pero la Justicia no es un flash informativo

Se repite, para acicatear la violencia, que la Justicia es demasiado lenta... pero a veces la Justicia no puede ser tan “rápida” como pretenden las redes. La Justicia no es un flash informativo. La era de la inmediatez parece la era de la incorrección. Pero ninguna es compatible con la era de la democracia “lenta” con su “corrección” política y su igualdad. El arte no debe ser solo políticamente incorrecto o antisistema (o debe serlo pagando el caro precio que la industria le cobrará a todo aquel dispuesto a correr el velo del negocio disfrazado de arte, como recuerda Dario Fo). Puede también apostar por ideas que no representen un retroceso político en nombre de la libertad. El abuso de la incorrección política puede simular un avance “artístico” pero no deja de esconder un retroceso social a favor del click y el me gusta. A muchos periodistas ya no les pagan por la calidad de sus notas sino por la cantidad de clicks que obtienen. En favor del escándalo, la incorrección es un círculo. Se trata de mantener al público cautivo. Pero no pensante. La incorrección no es una liberación sino una amenaza para casi todos los grupos marginalizados. La incorrección se aúna con la demagogia. Es invertir el rol pedagógico que Aristóteles y Goethe, con razón, le atribuían al arte. Tiene razón Arditi en una cosa: el naufragio o deriva del arte políticamente “incorrecto” es un corolario de su autonomía (defendida por Adorno, impugnada por Lucaks). El arte por el arte, observó Bloch, es tan peligroso como decir “negocios son negocios” o yo solo hacía mi trabajo. La banalidad del mal (y la banalidad del arte) no es ajena al arte que hoy llamaríamos políticamente “incorrecto”. Es su contracara. El debate de Sartre por el intelectual comprometido no es ajeno al artista. Él también puede elegir qué nivel de compromiso o “corrección” manejar.

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El eurocentrismo republicanista a Lindon no le parece, en la entrevista de Arditi, políticamente incorrecto... Su frase sobre la incorrección parece un eslogan guionado para promocionar Titanes. Poco más que eso: una publicidad descarada. No una idea. A eso llamamos (cine) “arte” hoy.

*Director nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado (Ecae).