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OPINIÓN

La información como obsesión

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Info. CFK debe conciliar su producción de noticias con lo que pasa en realidad. | cedoc

El concepto de información suele tener un tratamiento problemático en los medios de comunicación masivos, fundamentalmente porque se lo utiliza en reemplazo del análisis y la conceptualización, sin que exista al mismo tiempo alguna definición teórica de qué es lo que en la sociedad podría catalogarse o conceptualizarse como información, y menos aún todavía sobre la función, de lo que puede definirse como información, en la reproducción social. Todos los días, decenas de periodistas reciben datos, comentarios directos y rumores, sobre lo que estaría pasando en lugares específicos del mundo político, empresario y judicial; y la mayoría de estos susurros son presentados como potenciales transformadores de una realidad, que en esencia, suele cambiar a menor velocidad, de lo que esa comunicación del secreto, promete hacia el futuro inmediato. Justamente, sobre aquello que al final nunca sucede, se ocupa casi nadie.

La información es un punto de vista, y es justamente inseparable de la idea de un observador. Llevado a un plano muy básico de interacción, es decir de dos personas hablando, quien presta atención a quién tiene enfrente, debe tener la capacidad de diferenciar aquello que le dice, de la intención de decirle algo. Es decir, que todas las personas, para hablar entre sí, requieren de un componente básico doble: detección del interés por comunicarse, y al mismo tiempo el registro de la información que esa intención acompaña. Quiere hablar conmigo, y además lo que dice tiene relevancia hacia quien escucha; y la información es lo que en la sociedad permite que la gente hable, y siga hablando, y siga y siga. Sin información, sin una mínima cuota de novedad, cualquier charla se caería. En los medios masivos, esta condición es llevada al extremo, ya que como observador, debe elegir sin detenerse, nueva información, que a su vez debe trasladarse masivamente a grandes públicos al mismo tiempo como novedades abruptas, ya que ese es su trabajo.

Llevado al plano general del universo social, la sociedad es un acumulado inmenso de producción de información, ya que sin información no habría comunicación, y por lo tanto no podría existir la reproducción social que hace posible que todo lo que nos rodea continúe existiendo. Toda interacción, para desplegarse en el tiempo, requiere de información nueva, primero uno, y después el otro que responde, a su vez, también con intención de comunicar y con información renovada. Esto implica, y es justamente la clave de la complejidad acumulada de la sociedad, que sin nueva información, sin variación en las respuestas, nada podría continuar. Así, la sociedad es un acumulado de diferencias que se comunican.

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Los medios masivos comunican también información, pero lo hacen desde un plano diferencial al resto de las operaciones sociales. Mientras la mayoría pueden llevarse en el ámbito privado, en casos de interacción más controladas o incluso dentro de organizaciones (por ej.: un comunicado interno de una empresa), la prensa posee la exclusividad de transmitir información a grandes públicos al mismo tiempo. Ningún otro sistema de la sociedad moderna se ocupa de esto, absolutamente ninguno. Bajo estas condiciones, la dependencia de información nueva es absolutamente crucial, y el olvido se activa a cada nuevo paso de una novedad, necesitando, en consecuencia, de nueva información. Sus enlaces, sus pasos siguientes, siempre son noticias, en la forma ecléctica en que esto sea posible.

La información es básicamente una diferencia que desestabiliza la situación inmediatamente previa a su aparición, y lo dicho anteriormente no debe comprenderse como que son los medios masivos los únicos que producen estas mismas novedades. La clave es que solo ellos lo hacen para grandes públicos, algo que Cristina Kirchner lo comprende con mucha facilidad. Sus búsquedas de impacto no se hacen en privado, sino a través de una intención de expansión en medios amplios de difusión. Las decisiones de gobierno, que son también información, se transmiten masivamente al público a través de las noticias, conferencias de prensa o gacetillas, buscando lograr impacto positivo en su electorado; e incluso las empresas de consumo masivo hacen un uso programado de la publicidad para contar de su existencia y lograr, con ese estímulo, generar una diferencia frente a sus competidores en el mercado. Cada información nueva es la condición de la reproducción de la comunicación social, al mismo tiempo que su condimento desestabilizador. Todos luchan por el beneficio de la novedad.

Para los medios esto produce una dependencia fundamental y crítica en relación a las novedades. Las primicias son auto celebradas por de haber sido los primeros, incluso los rumores pueden transmitirse como novedad, sin que necesariamente luego sean convertidos en realidad, ya que son también noticias, es decir información, digna de ser informada.

Para los medios, lo trágicos es que una noticia, una vez transmitida, ya deja de tener relevancia más que como una repetición (¡reiteramos!), y requiere de otros agregados (nuevas noticias) para poder seguir con vida. Un ejemplo fantástico es que Martín Guzmán está todas las semanas a punto de desaparecer, y la clave para demostrarlo son los rumores y comentarios de su posible dilución. Los especialistas comentan, los analistas opinan sobre lo que estaría pasando, y los periodistas agregarían información de último momento, incluso por WhatsApp, sobre detalles del instante para lo próximo en ocurrir. Sin embargo, sobre la continuidad de Guzmán, no se ocupa nadie.

La absoluta dependencia en relación a la transmisión de novedades deja un prácticamente nulo espacio al análisis del comportamiento recurrente en ámbitos sociales muy específicos. La posibilidad de describir a Alberto Fernández en sus procedimientos, es decir aquello que sistemáticamente genera, es reemplazado por el rumor de los enojos de la vice presidenta o de lo que los empresarios estarían por hacer. Sin embargo, Guzmán sigue, y de repente le responden a Cristina, y Feletti pasa a depender de Guzmán. ¿Pero cuándo pasó todo esto? Pasaba todo el tiempo, solo que era bloqueado por la información en off.

La sociedad se mueve sin que se la note, y es justamente lo que va ocurriendo, mientras para matar un rato el tiempo, se miran las noticias, incluso Cristina, que debe conciliar su propia producción de noticias, con lo que en realidad sucede.

*Sociólogo.