COLUMNISTAS
Sin miedo

La liberación de las sombras

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Día cenital. La jornada especial en la que no se ven las sombras. | cedoc

Es un día de sol y atravieso el bulevar poblado de árboles. El viento interviene con la vegetación y provoca sombras móviles sobre la acera. Es un paisaje itinerante, magnífico, ellas se agrandan, se extienden, se amontonan, cambian sus formas como si fueran un sueño integrado por danzas provocadoras de suspiros.

Alguien las ama, otros les temen y muchos pasan indiferentes como si ellas fueran invisibles. Algunos, como mi perro y yo, las escuchamos, porque son sonoras, sutilmente sonoras, las disfrutamos como quien obtiene el mejor cumplido. Es una ofrenda, si atendemos a ellas. Lo mismo sucede cuando las sombras de las palomas se precipitan sobre las blancas cortinas de la casa, cortando el aire en paisajes invernales. Es un momento de relativa libertad. Siguen las reglas sociales de los supremos sol y viento. ¿Es esa la libertad que sueñan? Tal vez no. Mi perro me mira como pidiendo que suelte su correa, para jugar con ellas. Yo también tengo correas, sociales, personales, políticas, familiares. Y también tenemos sombras, todo en este mundo y en el universo tiene sombras, objetos, astros, sucesos, historias, ideas, palabras y conceptos. Por supuesto que ellas dependen únicamente de la luz. Sin luz no hay sombras. Aprendí con maestros japoneses técnicas de foto cine y la importancia de la iluminación en el mundo del arte.

Migraciones, guerras, traiciones, pobreza. Sombras terribles de nuestro mundo

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Una iluminación inteligente embellece; una agresiva y fuerte desvanece; una luz deficiente afea y deteriora. No importa tanto la intensidad de la luz, sino la adaptación según lo que se vaya a iluminar.

Esto sucede no solamente en el arte visual, lo vemos en todos los órdenes de nuestra vida. Hasta la más delgada pestaña tiene sombra. Acontece lo mismo con nuestras palabras, sueños, sentimientos, ideas y hechos. Estos generarán sombras de acuerdo con el tipo de iluminación que le otorguemos. Las sombras no son exclusivas de la materia.

El miedo es el gran creador de sombras, porque es el que puede lograr una sombra tan potente que puede tapar la luz, a tal punto que se llegaría a una obscuridad absoluta.

Hay sombras que pueden desgarrar en mil pedazos un corazón. Mentiras que se transforman en sombras permanentes. Sucesos que quedan en la memoria como sombras delimitando el entendimiento, migraciones, guerras, traiciones, pobreza. Son las sombras más terribles de nuestro mundo.

Guatemala es el único país en donde sucede que dos días al año, según dicen, las sombras no existen. El 30 de abril y el 9 de agosto, todos los años, son los días cenitales, en los que no se ven sombras durante este acontecimiento que dura unos segundos. En realidad, están debajo de los objetos, por ello no las vemos. Parecería el día en que se liberan, pero es porque el sol las mantiene escondidas, esclavizadas en el más oscuro sentido.

La ignominia de los inocentes silenciosos

Nuestra historia, nuestra vida, las palabras, las acciones y hasta nuestras ideas crean sombras. Ellas se van formando, densificando o atenuando según las luces que usemos. Muchas veces, sombras del pasado se agigantan con el tiempo.

Si observamos los días de cielos nublados parejos, encapotados de un blanco integrado, como si en el cielo se formara un paraguas difusor de luz (que es cuando las nubes están unidas y del mismo tono), veremos que en ese día o momento no hay realmente sombras. Es el único e ideal instante para una fotografía sin marcas, sin sombras, sin defectos. Esos momentos se dan porque quienes transmiten o filtran la luz (las nubes) lo realizan juntas, unidas, en forma pareja y uniforme. A esos días los bauticé: Días de la liberación de las sombras. Para ello es necesario tener claridad (la luz), que exista unión y que no haya separaciones (las nubes). Siempre hay reglas, siempre hay códigos. Si queremos manejar las sombras y las luces en forma inteligente, debemos aprender esas normas de vivir y convivir. Nadie es sol ni nadie es viento en nuestro mundo. Somos como nubes, con la ventaja de que podemos evitar que engañosos vientos y soles nos modifiquen o nos dobleguen, engañen o esclavicen, nos asusten o amenacen. Después de todo, y antes de algo, tenemos una inteligencia en desarrollo y una luz que compartir.

*Escritora.