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crisis sin fin en venezuela

La segunda guerra fría y la crisis venezolana

El presidente honorario del Consejo de Política Exterior y Defensa de Rusia, Serguei Karaganov, en un reciente artículo planteaba que, a raíz de las transformaciones en curso en el sistema internacional y del incremento de la competencia entre las principales potencias en el marco de la creciente multipolaridad, se asomaba la posibilidad del surgimiento de una nueva guerra fría.

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El presidente honorario del Consejo de Política Exterior y Defensa de Rusia, Serguei Karaganov, en un reciente artículo  planteaba que, a raíz de las transformaciones en curso en el sistema internacional y del incremento de la competencia entre las principales potencias en el marco de la creciente multipolaridad, se asomaba la posibilidad del surgimiento de una nueva guerra fría.

Analizando el surgimiento de una Gran Eurasia como un polo no occidental basado en la convergencia estratégica entre Rusia y China y el desarrollo de un entramado institucional en la megarregión, lo enfrentaba a un Occidente fragmentado y a una hegemonía estadounidense en retroceso.  

La afirmación de Karaganov, si bien más matizada, coincide con la visión de algunos analistas occidentales que apuntan al ascenso de China y a la política más asertiva de Rusia, combinados con el retroceso del globalismo universalista promovido por Occidente, y con la emergencia de movimientos nacionalpopulistas en el mundo atlántico, para plantear no solo la crisis del sistema liberal internacional y de sus valores, sino también el surgimiento de visiones iliberales que ponen en cuestión este sistema.

El parteaguas entre los dos polos –atlántico/occidental liberal y eurasiático iliberal– se refleja en las alineaciones internacionales frente a la crisis venezolana.

Mientras que Estados Unidos, Canadá y una gran parte de los países latinoamericanos reconocen la legitimidad, en el marco de la Constitución aprobada en 1999, de la proclamación de Juan Guaidó –presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela– para asumir una presidencia interina que conduzca a la convocatoria de elecciones libres y transparentes para restaurar la institucionalidad y el Estado de derecho en Venezuela, Rusia, China, Turquía (todas naciones con intereses económicos y/o estratégicos en Venezuela), junto con Cuba, Bolivia y Nicaragua, alineados ideológicamente con el gobierno bolivariano, sumados a México y Uruguay, reconocen como presidente legítimo a Nicolás Maduro.

Mientras que la Unión Europea asume un tono más moderado y exige la preservación de las libertades y la preservación física y legal de Guaidó, y de los propios diputados de la Asamblea Nacional, la posibilidad de una intervención militar abierta por el gobierno estadounidense agudiza la polarización no solo en la política venezolana sino también en la política internacional.

Si bien la segunda guerra fría anunciada por Karaganov aparenta no tener perfiles ideológicos definidos y estar más concentrada en los aspectos estratégicos y económicos, los polos en conflicto parecen tener visiones claramente contrapuestas sobre algunos valores fundamentales de Occidente –la democracia, el Estado de derecho, los derechos humanos y los alcances de la soberanía nacional.

Paradójicamente, la crisis venezolana pone de manifiesto la polarización internacional existente y abre interrogantes sobre los escenarios consecuentes, incluyendo la escalada de un conflicto en el propio patio trasero de los Estados Unidos o la “Gran América” de acuerdo con Karaganov.

En este contexto, si bien las líneas ideológicas que separan ambos campos pueden aparecer desdibujadas y confusas, los intereses estratégicos respectivos reafirman la necesidad de delimitar zonas de influencia de cada uno de los polos.

Más allá de los intereses económicos, difícilmente Estados Unidos aceptará una injerencia externa en América Latina una vez que ha amenazado con abandonar otros escenarios de conflicto como Siria y se aleja cada vez más de una influencia tangible en el continente euroasiático.

*Analista internacional y presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries).