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INDEPENDIENTE, RACING Y UN INSOLITO DERRUMBE EN SIMULTANEO

Laberintos, espejos y pozos sin fondo

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“La idea de construir un laberinto, un edificio para que alguien entre y se pierda, es una idea rarísima”

Jorge Luis Borges (1899-1986); en diálogo con Roberto Alifano (1985).

 

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Fue menos civilizado que surrealista; una pieza de humor involuntario, de teatro absurdo a lo Alfred Jarry. Las ceremonias, amables, emotivas, llenas de elogios y reconocimiento, fueron organizadas para comunicar un despido. Dos extravagancias que el lunes, en espejo, concretaron Independiente y Racing, los clubes de Avellaneda. Sus técnicos, víctimas de los malos resultados –es decir, de nadie–, fueron oficialmente eyectados con una sonrisa. Una vez finalizado el ágape, los participantes regresaron a sus respectivos laberintos. Muy borgeano, todo.

Brindisi aceptó el abrazo sobreactuado de Cantero, se liberó de la tortura y huyó, conteniendo las lágrimas. Cuatro meses atrás lo habían ido a buscar para que se hiciera cargo de una brasa ardiente que nadie –él incluido– quería agarrar. Lo convencieron y asumió, con la misión imposible de salvar a un equipo desangelado. No tuvo suerte, pero puso la cara en el peor momento, el del descenso. Y se quedó, para afrontar el durísimo Nacional B con un plantel armado con modestia franciscana. El rumor se instaló con fuerza antes del debut: si no ganaba, tenía reemplazante. Lo echaron en la cuarta fecha de un torneo de 38 donde ascienden los primeros tres. Una locura.

“Si alguien me mintió, que lo juzgue su conciencia”, dijo Brindisi, aludiendo a un posible contacto previo con allegados a De Felippe. “De común acuerdo significa que uno entiende la situación, pero yo fui cesanteado”, aclaró, como si hiciera falta. El “común acuerdo” incluye olvidarse del contrato y cobrar lo que se pueda, cuando se pueda. La fila de ex es larga. Allí esperan Mohamed, Ramón Díaz, Cristian Díaz, Gallego, ¡Menotti! Uf… Por algo Independiente está donde está.  

En lo político, Bobote fue para Cantero lo que Menem para la Alianza: el  enemigo ideal para conseguir adhesiones. De palabra, por cierto. La realidad era otra. Su pelea con los barras –socios o protegidos de la mayoría de los dirigentes y punteros– lo dejaba en patética soledad. Y así fue. Sin apoyo, con conflictos internos, tropa propia que se bajaba del barco y un equipo en caída libre, hasta negoció con parte de la hinchada para que no vaciaran la tribuna. Ni eso sirvió. 

Cantero parece un hombre honesto, algo narcisista, ingenuo o inexperto, con buena intención, pero desbordado por los hechos. Cuando el agua le llegaba al cuello, desconfiado, rechazó “ayudas” –no lo culpo; en el fútbol nadie ofrece nada sin pedirlo todo– y en lo deportivo resultó infalible: hizo todo mal. De Felippe deberá trabajar mucho con un equipo angustiado que no parece haber tocado fondo. Remontar la situación, en la tabla y en lo institucional, será una hazaña.                         

Lo de Racing es una crisis diferente. Tradicionalmente excesivo, trágico, acostumbrado a bailar en la cornisa, esta vez creía tener un Fórmula 1 que, sin embargo, derrapó en la primera curva. Por suerte, nadie perdió la calma. Para esta dirigencia, el descenso de Independiente ha funcionado como un exceso de cannabis. Todo bien, man.

Paradojales, su acto más brillante fue oscurecer el Cilindro para que hicieran el “velorio” masivo, performance premiada con dos fechas de suspensión. ¡Bravo! Astutos como Maxwell Smart, la estrategia les permitió superar en paz, sin testigos molestos, gritos, ni escándalos, cinco derrotas consecutivas. ¿No es genial? El evento en donde le dieron salida al técnico parecía su fiesta de cumpleaños. Cool.

Zubeldía es brillante, tiene un enorme futuro y las puertas de la institución quedan abiertas para él. Eso dijo el presidente Cogorno, mientras lo despedía, cuarenta días después de haberle renovado el contrato. Para que no quedaran dudas anunció, junto al mánager Ayala: “Buscaremos a alguien con un perfil similar”.

¿Cuál es ese perfil? Lo ignoro. A menos que se refieran a su dedicación al trabajo, su tono distante pero amable, su entereza para hablar con la prensa aun en la derrota, el pelo rubio, sus camisas ajustadas, los chupines. Su estilo de juego resulta indescifrable. No sé si es ofensivo, conservador; si prefiere esperar y salir de contra o su objetivo es la posesión, tocar hasta encontrar el hueco. Quizá sea un poco de todo y apueste a la diversidad, una actitud bien posmoderna que tal vez defina al club, hoy.

Trajo a veteranos y jugó con chicos. Pidió a Bolatti, volante con pausa, y armó un equipo para ir a mil, como en una autopista. Pese a sus indefiniciones –o gracias a ellas– su imagen es muy buena. Podría ser un excelente candidato si se dedicara a la política.

Si Molina fue como vice de Cogorno para copiar la estratagema de Putin y su delfín Medvedev intercambiando cargos en Rusia, algo salió mal. Porque la interna entre ellos es furibunda. Pese a que en 2011 el oficialismo –sostenido por Máximo K, según cuenta la leyenda– ganó con un cómodo 68%, la cosa puede explotar en cualquier momento. Mmm… La próxima semana, contra Lanús, vuelve la gente después del velorio. ¡Ops! Otra paradoja. 

Lo más parecido a Zubeldía que encontraron fue Borghi, que juega con tres centrales rápidos atrás, un mediocampo sólido y un conductor clásico. La lista completa de lo que Racing no tiene. “No es mi momento, gracias”, contestó desde Chile, diplomático o piadoso. Se moría de ganas, pero se bajó después de la primera charla. Lo bien que hizo.

A falta de Matthäus, el nuevo clon de Zubeldía es Ischia, el viejo ladero de Bianchi que, en 2008, logró un par de títulos en Boca. Un técnico maduro, nada sofisticado, sin estridencias ni pelos en la cabeza, al que tampoco imagino, les soy sincero, con pantalones chupines. ¡Perfecto!
Y así los proyectos continúan, intactos.