COLUMNISTAS

Las dictaduras de Timerman

La gestión del canciller y su actual relación con Angola.

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"En 1977 me reuní con Massera en la ESMA y le dije: 'Es posible que mientras nosotros estamos hablando, en el piso de abajo se esté torturando a alguien'. Entonces sucedió algo asombroso: me sonrió, hizo el gesto de lavarse las manos, y me dijo: 'Usted recuerda lo de Poncio Pilatos'".
Declaración en el Juicio a las Juntas de Patricia Derian, secretaria de Derechos Humanos de Estados Unidos (1977-1981)

Para Héctor Timerman hay distintos tipos de violaciones a los derechos humanos: las que se condenan y las que no se condenan. Para el canciller argentino, se podría decir, entonces, que hay distintos tipo de dictaduras: unas buenas y otras malas.

En medio de su gira por Luanda, Timerman reconoció el viernes que no había hecho una "evaluación política" de la situación de los derechos humanos en Angola. Y, ayer, durante su visita a 6.7.8, volvió a demostrar que no tenía nada que criticar. Durante 45 minutos el canciller argentino habló en la TV Pública sobre las ventajas competitivas que ofrecía el mercado de ese país africano, pero no hizo mención a las vejaciones que allí se cometen. Los angoleños son derechos y humanos.

"No somos una ONG de derechos humanos", completó Timerman. Human Rights Watch (HRW) sí lo es, y el mes pasado denunció que el presidente angoleño José dos Santos prohibió la protesta social promovida por jóvenes inspirados en la Primavera Arabe, reprimió manifestaciones opositoras y envió a prisión a medio centenar de disidentes. "El gobierno de Angola debe tomar medidas urgentes para poner fin a esta represión de la protesta pacífica y el activismo", declaró Leslie Lefkow, subdirectora de África de Human Rights Watch.

HRW también expresó su preocupación porque los medios de comunicación públicos angoleños incitan a la violencia contra los manifestantes antigubernamentales y en su último informe, publicado hoy, agregó que militares de Angola cometen violaciones sexuales, trato inhumano y amenazas a los que son expulsados del país. Pero Timerman no se enteró, no quiso enterarse o, lo que es peor, se hizo el desentendido.

Se trata del mismo Timerman que hace cinco años le entregó a Patricia Derian, subsecretaria de Derechos Humanos de Estados Unidos entre 1977 y 1981, la Orden del Libertador General San Martín por haber condenado el genocidio que se sufría en Argentina durante la última dictadura militar. "Patt fue la extranjera más odiada por los militares, ella fue el principal enemigo de la dictadura. Patt merecía ser odiada por ellos", dijo Timerman cuando era cónsul argentino en Nueva York, en medio de la emotiva ceremonia realizada el 24 de marzo de 2007, a 30 años de la visita que realizó a la Argentina la ex funcionaria del demócrata Jimmy Carter.

Para el Timerman de antes, la condena a la dictadura fue siempre una prioridad: su padre Jacobo logró escapar de las torturas de los calabozos de Jorge Videla gracias a la presión internacional y publicó Preso sin nombre, celda sin número, un alegato contra las vejaciones cometidas entre 1976 y 1983. En cambio, para el Timerman de ahora, las exportaciones son más importantes que las violaciones a los derechos humanos.

A la hora de negociar, la dictadura argentina tampoco escatimaba en elegir socios comerciales: el principal comprador de los productos agrícolas de Videla fue la Unión Soviética. A cambio, la URSS se mostró siempre dispuesta a bloquear las sanciones que se exigían en los foros internacionales contra la Argentina por las violaciones a los derechos humanos que aquí se cometían.

"No puedo dejar de transmitir la honda preocupación por la situación denunciada por Naciones Unidas en cuanto a la situación de los derechos humanos en su país", le disparó Cristina Fernández de Kirchner al presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasango, en la Casa Rosada en 2009. Obiang es un dictador africano que llegó al poder en 1979. El mismo año que accedió al gobierno Dos Santos, el presidente africano que este fin de semana hospedó a Cristina.

En aquel emotivo homenaje que Argentina le hizo a Derian en 2007, por haber tenido las agallas de criticar en la cara de Videla y Massera las violaciones a los derechos humanos que se cometían en la Argentina, Timerman recibió dos pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo. Pertenecían a Derian y se los habían regalaron dos madres de desaparecidos, en agradecimiento por su lucha contra la dictadura.

Esta semana, Timerman vendió productos argentinos en Angola pero no recibió ningún recuerdo de los que denuncian y sufren la represión.

(*) Editor de Internacionales del Diario PERFIL. Coautor de Viaje al fondo del mundo. Twitter: @rodrigo_lloret

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