COLUMNISTAS
metodología

Las encuestas, la realidad y los errores

Otra época. Después de la dictadura la gente dudaba en responder las preguntas.
Otra época. Después de la dictadura la gente dudaba en responder las preguntas. | CEDOC

Los errores en los pronósticos de las encuestas se adjudican, en la mayoría de los análisis, no a cómo se aplica la herramienta sino al contexto. A una opinión volátil, un creciente desinterés, al enojo que provoca la clase dirigente, la situación económica, etc.  El error se analiza como producto de una realidad con características específicas que, pareciera, no dejarse atrapar. Cuando empecé a trabajar en campañas, en 1985, recién finalizada la última dictadura, una gran dificultad radicaba en que la gente respondiera encuestas. Imaginen un desconocido, lleno de papeles, llegaba a tu puerta, tocaba el timbre o golpeaba las manos y preguntaba quiénes vivían para ver si alguno de sus habitantes le servía, para lo cual consultaba sus instrucciones y así confirmaba si podía encuestar a alguien en ese lugar ya que solo se podía encuestar una persona por hogar. Las instrucciones eran muy precisas para seleccionar el caso. Porque el método que todos conocemos no permite encuestar a cualquiera. Había que respetar una muestra especialmente diseñada, integrada por perfiles específicos.

En esa época la gente dudaba mucho en participar. Decir lo que pensabas podía costarte la vida pocos minutos antes.  Recordemos que, como telón de fondo, asistíamos a la publicación de los testimonios en los juicios a las Juntas. 
Mientras eso aparecía en los televisores nosotros tocábamos el timbre o golpeábamos las manos y les pedíamos hasta el documento de identidad a los encuestados para poder supervisar el trabajo del encuestador. No había muchas agencias de investigación de opinión pública porque las barreras de ingreso al negocio eran altas. Una de ellas, el conocimiento estadístico para decirle al encuestador qué personas encuestar.  

Luego estaba el armado de equipos y la logística con las coordinaciones locales. Pero lo realmente importante era no equivocarse en el muestreo, la distribución de casos. Esa tarea era el corazón de todo el trabajo. Seleccionar a la persona asignada. Luego, el encuestador anotaba la dirección y el teléfono y avisaba al encuestado, que iba a ir o a contactarlo un supervisor para ver si se había hecho y bien su trabajo. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Cuando el supervisor no encontraba a la persona de la edad y género que el encuestador había anotado y se confirmaba algún dibujo, se le daba de baja a todo lo hecho por ese encuestador y se volvía a hacer la zona. No podía haber lugar a dudas. Todas las consultoras aplicábamos la misma técnica porque así lo establecían los manuales. 

Errar un pronóstico encerraba una humillación enorme. La anécdota del encuestador de Mariano Grondona en Hora Clave que falló en un resultado, y el impacto que esto tuvo en su carrera, representan lo que significaba equivocarse.  

Hoy los equipos en las agencias de investigación no sólo se integran por profesionales formados en estadística, los programadores se llevan también, el protagónico ya que son los encargados de lanzar en el océano online un enorme medio mundo y levantar casos. Ya no se toca timbre, o golpea las manos y se selecciona a la persona.  

Ahora, un programador releva de manera mucho menos costosa, muchos más casos sin pisar una baldosa, desde un servidor. La representatividad en la estructura de cada encuestado se configura después de responder la encuesta con información que se le pide en el cuestionario. No se ve dónde vive el encuestado, ni si efectivamente es una persona de la edad que dice ser. Es información declarativa. No sabemos con certeza a quién estamos encuestando. Entonces, lo que si cambió radicalmente es la técnica, el contexto sigue siendo, fue y será complejo afirmar que los errores se generan porque la gente cambia de opinión o está enojada, significa desvalorizar elección tras elección un método de investigación clave de las ciencias sociales. 

El problema no está en el contexto, sino en la captura del dato, en la selección del caso. Un periodista dijo estos días que las encuestas son una herramienta del pasado. Quizás sí. Si la realidad impide desarrollar las técnicas de manera que nos ayuden a entenderla, claramente hay que replantearlas porque las encuestas no deben dejar de ser una posibilidad de identificar datos sobre ella que es compleja, siempre.

*Politóloga.