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de los militares a los k

Las traiciones a Perón

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Un Juan Perón, muy joven. | cedoc

Plejanov reflexiona sobre “El papel del individuo en la historia”, y considera que el mismo está condicionado por la existencia, o no, de procesos que demandan un cambio en la sociedad. Alerta además sobre la necesidad de la participación activa de individuos y líderes para que los cambios se concreten, en un alegato contra el “quietismo”, esto es, contra la creencia de que si están dadas las condiciones para el cambio no sería necesaria la participación. Desde esta perspectiva la aparición de Perón como líder de una nueva etapa de nuestra organización social se explica por las condiciones estructurales de la sociedad y porque gran parte del pueblo apoya el cambio y confía en el líder que lo encabeza.

El agotamiento del modelo agroexportador demandaba una nueva estrategia económica, la que debía servir también para dar empleo a los miles de campesinos que migraban del campo a la ciudad. La respuesta a esas necesidades se ve favorecida por la segunda guerra mundial al dar lugar a la sustitución de importaciones, las que además de fortalecer la incipiente industrialización convierte al campesinado en obreros fabriles.

El fin de la guerra y la creciente normalización productiva en Europa pone mayores exigencias a esa sustitución de importaciones, por lo que en 1952 Perón debe tomar medidas drásticas para fortalecer el nuevo modelo económico. En palabras de Remes Lenicov: “Advertida la crisis y sus causas, el gobierno decidió un cambio estratégico….Las consignas fueron: incrementar la producción, austeridad en el consumo, fomento del ahorro, mayor productividad. Los salarios aumentaron por inflación hasta el pacto y, luego, se congelaron; se enfatizó la disciplina laboral y el presentismo...se sancionó la Ley 14.222/52 de Inversiones Extranjeras, las que se consideraban necesarias tanto por el aporte de capital, como de tecnología. Seis meses después la economía crecía al 6 %, aumentaron los salarios reales y la inflación bajó del 40 % en 1952 al 4 % entre 1953 y 1954”.

Todos estos cambios, pese a los mayores esfuerzos requeridos, pudieron ser llevados adelante por el férreo apoyo del movimiento obrero al liderazgo de Perón. En palabras del entonces titular de la CGT, Eduardo Vuletich: “Nosotros lo queremos, general, aun descalzos y desnudos, y estamos con usted sin condiciones”.

Este proceso se vio interrumpido por el golpe de 1955, y con él aparecen los primeros traidores a Perón: los militares, con quienes inició los cambios en 1943, y la iglesia, a la que concedió la educación religiosa. Y vuelven a traicionar cuando hacen un nuevo golpe contra Frondizi, quien en pactos con Perón pretendía impulsar el desarrollo económico.

Otro germen de traición comienza a gestarse cuando un grupo de jóvenes con fuerte presencia de universitarios católicos, no entiende que la consigna de “combatir al capital” es simplemente una táctica para quitarles el control del movimiento obrero a socialistas y comunistas, y pretende llevar al peronismo hacia una “sociedad socialista” acorde con la teología de la liberación. Proyecto desautorizado por Perón al expulsarlos de la Plaza, pero que se vio fortalecido cuando la cruenta represión de la dictadura los hizo aparecer como héroes.

Germen que llega a la traición cuando fue tomado como bandera por el kirchnerismo para incrementar un Poder que se veía débil al obtener apenas el 22,25 % en las elecciones de 2003. En esa línea llegan a declarar que “se pasaban por el culo la marcha peronista”, pese a haber sido uno de los tres candidatos que compitieron con la boleta del Partido Justicialista.

Pero existe otra traición más grave aún por ser obra de dirigentes que, llamándose peronistas, pusieron el Partido al servicio del kirchnerismo, aletargados al calor del poder que les arroja algunas sobras de su malsano festín.

Hace poco Héctor Daer proponía volver al Perón de 1974; mejor aún sería hacerlo al de 1952; pero lo primero debe ser recuperar la autonomía del Partido Justicialista.

*Sociólogo. Club Político Argentino.