Muchos políticos tradicionales tienen dificultades para usar herramientas modernas en su trabajo. Las técnicas desarrolladas a partir del método científico, las encuestas, los descubrimientos de la psicología, la planificación estratégica, se llevan mal con las concepciones mágicas de líderes poco preparados.
En países con dos vueltas, el candidato necesita superar las tácticas, recordar que su objetivo es ganar las elecciones y ser consciente de que para eso necesita pensar en el mediano plazo. Los resultados de la segunda vuelta se deciden por lo que hace el candidato en la primera vuelta, para que los electores que votan por los candidatos que salen eliminados lo prefieran. En realidad son los partidarios de los derrotados en primera instancia los que deciden la elección.
Carlos Menem fue tan excluyente en la primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas de 2003 que tuvo que retirarse, aunque obtuvo el primer lugar, porque iba a una derrota segura. Algo semejante le ocurrió a Guillermo Lasso en las elecciones ecuatorianas de 2017, que no pudo atraer a los votantes que rechazaban a Rafael Correa. En este tipo de elecciones es indispensable cuidar la imagen del candidato porque si su imagen negativa es muy alta no podrá ganar la segunda vuelta. Necesita reducir el porcentaje de votantes que dicen que no votarán por él de ninguna manera.
Los resultados de la estrategia deben ser mensurables. La imagen se mejora situando metas en el tiempo y constatando con estudios técnicos que se las está consiguiendo. En las últimas elecciones ecuatorianas, la estrategia de los candidatos no tomó en cuenta esta variable, que era la central. Cynthia Viteri empezó con muchas negativas, que se pudieron combatir fácilmente, pero se dedicó a cualquier otra cosa menos a lograr esta meta, que era la central: terminó la campaña con la misma imagen negativa con la que la empezó. Con Guillermo Lasso ocurrió algo semejante: nuca mejoró su imagen y sólo al final de la primera vuelta tuvo un pequeño incremento en el porcentaje de su votación. Lenín Moreno empezó con una excelente imagen que se deterioró a lo largo de la contienda, impidiendo que ganara en una sola vuelta por muy pocos votos.
La noche anterior a la segunda vuelta, Informe Confidencial aplicó una encuesta que ratificaba el análisis de Santiago Nieto publicado en Perfil el día de las elecciones: Lenín Moreno tenía las de ganar por una mínima diferencia. De hecho, en ninguna de las encuestas aplicadas por Informe Confidencial que pude estudiar a lo largo de diez meses hubo algún momento en que Lasso le ganara la simulación a Moreno. Aunque la ventaja que tenía el candidato de Alianza País se debilitó a lo largo del proceso, nunca dejó de existir. No conocí ninguna encuesta neutral que dijera que Lasso podía ganar.
La campaña de Lenín Moreno tuvo resultados magros. Bastante gente evalúa bien la gestión de Correa, pero rechaza su estilo violento y autoritario. Lenín es una persona de talante conciliador, que no supo aprovechar esa ventaja, y se identificó con una campaña violenta, agresiva, que dio la impresión de que gobernaría con el mismo estilo atropellador de Correa que muchos rechazaban de manera vehemente. Si Lenín hubiera tomado otro rumbo, su triunfo habría sido contundente. Los que estaban insatisfechos con todo lo que pasaba fueron muchos. Ninguno de los candidatos produjo mucho entusiasmo en la segunda vuelta, pero los politizados se dividieron entre correístas y anticorreístas. Los anticorreístas pidieron que se recontaran miles de urnas, el Tribunal Electoral aceptó hacerlo, recontó muchas más de las que estaba obligado y quedó claro que Lenín había ganado las elecciones de manera limpia.
A pesar de eso, muchos ecuatorianos suponen que hubo fraude. En política no valen tanto las razones como las pasiones. Ecuador está dividido violentamente, afronta una situación económica crítica. El gobierno de Lenín se inicia con muchos problemas y probablemente su serenidad le ayude a detener el ambiente de persecución y de odio en el que está empantanado el país.
*Profesor de la GWU.