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Los aparatos II

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Evita. Hoy sería imposible construir una estructura tan grande como su fundación. | Cedoc Perfil
En la segunda mitad del siglo XX, nuestras sociedades se urbanizaron gracias a la migración interna y a la aparición de nuevos valores que terminaron con su mentalidad rural. Las pequeñas ciudades, en las que casi no existían automóviles y en las que caminaban animales por cualquier sitio, se convirtieron en megápolis intransitables, con calles pavimentadas, atestadas de coches. Desapareció la relación vertical de autoridad entre los padres y los hijos, los maestros y los estudiantes, los eclesiásticos y los feligreses, los dirigentes y los dirigidos. Las relaciones entre los seres humanos perdieron calidez, desaparecieron los rostros y se hicieron seriales. Es inimaginable que asome en un centro comercial alguien como Cayetano Ganghi, que confraternizaba con los parroquianos mientras repartía bolsas de comida para pedirles sus carnets de votación. Personajes así solamente sobreviven en las zonas más apartadas de algunos países, que son porcentualmente marginales en cuanto al número de votantes y no determinan el resultado de una elección presidencial.

El electorado creció. Pasamos de sociedades en las que participaba en las elecciones un reducido porcentaje de ciudadanos, a otras en las que vota más del 90% de la población adulta. Los nuevos electores no se despolitizaron porque nunca estuvieron politizados. Ocurre simplemente que antes no participaban del juego del poder y ahora lo hacen a su modo.
Mezclan los valores, actitudes y creencias que les transmitieron sus ancestros, con lo que aprenden en la televisión, las redes y otras herramientas de la sociedad “banalizada”.
Partidos como el PRI en México o el peronismo en Argentina permanecieron en el poder mucho tiempo y pudieron organizar enormes aparatos que existen como maquinarias electorales que obedecen a las autoridades, que cuentan con fondos para mantenerlos. Los partidos de oposición no tienen aparatos importantes, porque no tienen cómo mantenerlos, y los ideales que los movían en la antigüedad quedaron obsoletos.

Es disparatado suponer que se pueda hacer política actualmente caminando por las calles, mirando lo que pasa y conversando con dirigentes que “tienen” votantes. Las ciudades crecieron demasiado y no hay zapatillas que aguanten para recorrerlas en su totalidad, hay que aprender a manejar coches, el google drive y drones. Tampoco es posible conocer los problemas de la gente mirando lo que pasa. Se desarrollaron las ciencias sociales, existen universidades e instituciones que producen investigaciones que proporcionan una información que es invisible a la mirada inocente de los caminantes. La psicología experimental produjo montañas de libros que permiten conocer las dificultades que tenemos para comprender la realidad, cómo superarlas, y si no estudiamos el tema, las caminatas pueden ser inútiles. Actualmente, además de caminar por las calles, hay que sentarse en las bibliotecas.

Finalmente, hay que entender que los electores son más independientes. Votan millones de personas que dedican su tiempo a cosas que están más allá de la política: van a partidos de fútbol, a espectáculos multitudinarios, realizan actividades que desplazaron a los comités políticos de los barrios como centros de socialización. No son parroquianos sumisos que dependen de dirigentes locales y la política ocupa un lugar menor en sus preocupaciones.

Pasa lo mismo con los dirigentes locales, que ya no son obedientes como lo eran en la época de las pirámides clientelares. Su papel en la campaña es vital, no existen medios electrónicos que puedan reemplazarlos, son los que mejor conocen lo que ocurre en cada sitio, pero ahora no quieren ser líderes que obedecen ciegamente a una cúpula, sino que quieren administrar su porción de poder. También cambió su relación con los electores comunes, con los que necesitan desarrollar una nueva relación, escuchándolos, comprendiéndolos y persuadiéndolos. En todo el continente, los dirigentes antiguos que no entienden la necesidad de reciclarse están en proceso de desaparición.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.