Son conocidos como los “millonarios patrióticos”, están en la cima de la riqueza y desde allí vislumbran que un modelo cada vez más desigual e injusto no solo es cuestionable sino también insostenible. “EE.UU. tiene una responsabilidad moral, ética y económica de gravar más nuestra riqueza, deberíamos sentirnos orgullosos de poder hacerlo”, concluyen en una Carta Abierta firmas como las del magnate George Soros, la heredera y filántropa Abigail Disney, el cofundador de Facebook y autor de un libro dedicado a la desigualdad Chris Hughes o la billonaria familia Pritzker.
A contramano del dogmatismo económico –coronado en teoría y desmentido en sus prácticas– que asocia indisolublemente menores gravámenes impositivos con altas tasas de inversión y crecimiento, el reclamo de doscientos multimillonarios invita a apaciguar la codicia y pensar a largo plazo. Abogan porque los aspirantes a ocupar la Presidencia estadounidense en 2020, indistintamente demócratas o republicanos, instauren un impuesto del 1%, al 1% que condensa la mayor parte de la riqueza. Para la élite económica las consecuencias para sus bolsillos serían casi imperceptibles. Para el conjunto de la sociedad, por el contrario, una mayor recaudación posibilitaría mitigar el cambio climático, mejorar la economía de los sectores medios y bajos, la instrumentación de un sistema de salud universal o una educación más accesible e inclusiva, por ejemplo. Es un intento, en parte, por contrarrestar la rebaja fiscal acometida por Donald Trump y calificada por la oposición como “un regalo histórico a los más ricos”, entre los que se incluyen él y su familia.
La propuesta de los “patrióticos” responde a la preocupación de que la extrema concentración económica y, por ende, el crecimiento feroz de la desigualdad afecta los pilares en los que se asienta la democracia, “socavando la estabilidad y la integridad de la República”. Está en sintonía con un clima de época en el que la impronta presidencial exacerbó los ánimos, polarizó el debate, profundizó “grietas” y mostró sin tapujos el resquebrajamiento de un “sueño americano” que necesita repensarse desde una sociedad bien despierta.
No en vano, la mayoría de los precandidatos demócratas con posibilidades de competir por la Casa Blanca tienen perfiles definidos y propuestas radicales.
Tanto Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Pete Buttigieg o Beto O’Rourke impulsan políticas equitativas y redistributivas asentadas en mayores gravámenes a la riqueza. Si la rebaja impositiva a los ricos fue la ortodoxia neoliberal de Trump, la senadora Warren propone aplicar una tasa del 2% a quienes posean un patrimonio superior a 50 millones de dólares y del 3% a quienes superen los mil millones.
Lo que hasta hace poco tiempo parecía inviable, hoy forma parte del debate en ámbitos tan disímiles como los académicos, en las filas republicanas, e incluso en Davos. Según la cadena CNBC, el 60% de los millonarios estadounidenses apoyan el nivel de tasas impulsado por la senadora Warren para gravar una acumulación rayana a lo obsceno.
En Argentina el gobierno de Cambiemos parece demasiado alejado de la ola “cambiemista”. Su modelo sigue pensando en concentración sin redistribución, en acumulación y “derrame”. El costo del ajuste debe recaer sobre los asalariados, sectores medios, pymes, comerciantes, trabajadores, desocupados, jubilados, un gobierno ausente en la contención y garante en la concentración.
Si Macri llegó a la Presidencia prometiendo la eliminación del impuesto a las ganancias, hoy hay un 64% más de trabajadores que lo tributan con respecto a 2015. Ni siquiera el medio aguinaldo salió indemne. Las bajas de las retenciones, del impuesto a la riqueza, blanqueo o apertura indiscriminada de importaciones, reafirman la insistencia en un modelo de premios y castigos para los que más y menos tienen. En CABA la desigualdad perforó el techo: el 50% de los porteños recibió el 20,3% de los ingresos mientras la otra mitad acaparó el 79,7%.
La élite argentina no tiene problemas de conciencia. Apuesta a seguir acumulando privilegios mientras dure… el gobierno de Macri.
*Politóloga. Experta en Medios, Contenidos y Comunicación.