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Macri se rodea de un "nopasanadismo" peligroso

Mauricio Macri, presidente.
Mauricio Macri, presidente. | NA

En la vida de cualquiera, y en especial en la de alguien que gobierna, hay algo mucho más riesgoso que cometer errores: no reconocerlos. Eso recorta las chances de aprender de ellos, poder rectificarlos e intentar no repetirlos. Peligrosamente para sus intenciones de ser reelecto y para la compleja gobernabilidad preelectoral, Mauricio Macri parece haber decidido aumentar su miopía polarizadora y encerrarse en el cada vez más reducido espacio interno negador.

A caballo de una mala gestión económica que derivó en una crisis recesiva, inflacionaria y devaluatoria de la que ni el Gobierno sabe a ciencia cierta cómo ni cuándo se empezará a salir, el Presidente insiste en buscar culpas ajenas y, sobre todo, no corrige.

Tras el descanso de las fiestas y el verano en La Angostura, Macri dio señales de que ésa sería su estrategia electoral discursiva con sendos reportajes a Clarín y La Nación durante su gira por India y Vietnam. Y lo reforzó hace apenas una semana ante la Asamblea Legislativa, donde volvió a poner al kirchnerismo como una suerte de eje del mal al que hay que derrotar como sea. Cierto es que a veces cuesta resistirse a la tentación de demonizarlos, gracias a los casos de corrupción que se ventilan y a las actitudes de varias de sus figuras de referencia.

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Macri, en sintonía con Marcos Peña, su mano derecha y también la izquierda, insiste en subir al ring a Cristina, quien astutamente se guarda y teje sin asomar la cabeza. Ellos no leen o no asumen por qué la única fuerza política que retrocede en su imagen e intención de voto es el oficialismo: prefieren seguir apostando a que agitar el fantasma CFK les dará el pasaporte a la continuidad.

No leen que sigue cayendo la imagen presidencial. No leen que los candidatos radicales anticipan las elecciones en sus provincias para no ser arrastrados hacia abajo en una boleta encabezada por Macri. No leen los mensajes privados que les hacen llegar los empresarios y banqueros aliados con el mismo mensaje del obrero de la construcción que le reclamó al Presidente “hagan algo”. No leen la expresión pública del FMI respecto a que ellos apoyan a la Argentina más allá de quién gobierne. No leen que cuadros políticos internos del PRO toman cada vez más distancia de este encierro y vomitan fuego.

Prefieren, en cambio, seguir leyendo el libreto peñista del “nopasanadismo”, al que ya hemos hecho referencia en PERFIL en varias oportunidades. Hasta el ministro de Producción, Dante Sica, lo recitó sin ponerse colorado mientras arreciaba otra corrida contra el peso: “No encontramos todavía causas de preocupación con respecto al tipo de cambio”.

No leer señales claras que da la realidad es mucho más que un síntoma de ceguera política. Porque el “nopasanadismo” afecta la perspectiva para tomar decisiones y, por tanto, agrava una crisis que ya es grave.