A casi tres años y medio del desarrollo del gobierno de la Alianza Cambiemos, y a la luz de los objetivos estratégicos anunciados por el propio Presidente al comienzo de su gestión, cabe encuadrar las medidas recientemente anunciadas por analogía con la medicina paliativa. Porque a todas luces no se trata de una terapia destinada a curar las causas de una enfermedad – que ahora se expresa como estanflación–. Por el contrario, es ante el fracaso del tratamiento hasta aquí sostenido que se ha definido este curso de acción. Más aún, cabe la pregunta de cuánto en esta enfermedad fue agravado por las políticas implementadas para remover las condiciones y los factores más profundos, y la respuesta, reconocida por el propio Gobierno, es que algunas de esas patologías fundamentales fueron agravadas por un arte de curar que resultó ser, al menos hasta aquí, parcialmente un arte de enfermar.
Los principales planos de este paquete de medidas se inscriben en políticas de precios y consumo, tarifas de servicios públicos, beneficios sociales y apoyo a las pymes. Los instrumentos son obvios: acuerdo de precios, crédito, alivio impositivo y diferimiento en el pago de tarifas. Puede ser un alivio, y cuando se padece como la mayoría de la sociedad lo está padeciendo, el alivio no puede sino ser bienvenido.
Sin embargo, estas medidas son también un síntoma de una reiterada impotencia de la construcción de poder en la Argentina, que privilegia la periferia al centro; la superficie al fondo. En efecto, ¿por qué la gestión Macri, después de recibir una destacable ratificación en las urnas en 2017, no convocó a un amplio acuerdo del capital, la política y el trabajo, para no necesitar un parche a pequeña escala, tan solo focalizado en acuerdos mínimos y vuelos de cabotaje? (Porque si ahora se pudo acordar algo, tanto más y con mayor amplitud y alcance hubiera sido posible en ese entonces). ¿No nos hubiéramos ahorrado el doloroso 2018 que aun prolonga su daño?
Esa decisión es también síntoma de una enfermedad. Podemos discriminar tres componentes de la política: el electoral, el de la gestión y el del liderazgo. Macri y su equipo se han mostrado eficaces respecto del primer componente, pero sus acciones resultaron insuficientes y aun gravosas en los otros dos. Y estas nuevas definiciones parecen más motivadas también por las urgencias electorales que por las exigencias de la gestión o el crecimiento de un liderazgo.
Casi contra las cuerdas, el Gobierno lanza golpes para salir del rincón antes de que suene la campana, para tomar aire y confiar en ganar el próximo round, con la esperanza de una revancha para el campeonato. Pero de esta imagen pugilística retornemos a la analogía con la medicina paliativa. Aunque se la suele asociar a situaciones terminales, esta práctica médica esencial extiende su incidencia en el desarrollo de padecimientos crónicos, a fin de impactar, no en el cuadro principal, sino en todo lo que pasa alrededor: el padecimiento físico, psicológico y emocional, para ayudar al paciente a superar impedimentos y vivir un poco menos mal.
Así concebida esta iniciativa de la administración de Cambiemos, habrá de ser juzgada según cuánto logre paliar los efectos más adversos y recalcitrantes del mal que nos aqueja. El breve lapso hasta las PASO no está a favor de que los efectos benéficos sean suficientes para despejar las posibilidades de éxito electoral para el oficialismo nacional. Pero, como dice la gastada frase popular: “Más vale tarde que nunca”. Porque el beneficio de reparar el daño –en parte heredado, en parte creado por los propios errores– no se reduce a evitar que la vida se extinga –a Dios gracias, esto no habría de ocurrir: la analogía felizmente tiene aquí su límite–, sino a que las energías y la vitalidad se recuperen, en pos de que a partir de la administración que iniciará en diciembre de este año –sea continuidad de esta o una nueva– encare por fin una medicina realmente curativa, integral, que no requiera resignarse nunca más a meros cuidados paliativos, sino que sin dejarlos nunca de lado, alcance finalmente la salud del cuerpo social.
*Ex senador, filósofo.