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Otra vez Alicia

Alicia en el país de las maravillas 20231006
Disney | Alicia en el país de las maravillas | tucuentofavorito.com

Dos grandes artistas renovaron la historia de Alicia en nuestro país, Charly en una canción, muy oportuna para estos tiempos, “se acabó el juego que te hacía feliz”, y Alejandra Pizarnik en un cuento angustiante llamado “El hombre del antifaz azul”. Pero también el ecléctico y risueño Edgardo Giménez, de quien ahora podemos ver su taza gigante conteniendo al conejo, en la muestra “No habrá ninguno igual” (Malba). 

Muchos se preguntan el motivo del casi fanatismo que provocan las novelas de Alicia. ¿El origen infantil del cuento? ¿La oscuridad del mismo? ¿La posibilidad de cambiar de tamaño, de perder el nombre en el bosque del olvido? ¿El mundo invertido?, ¿O el malabarismo verbal, la lógica del sin sentido? Creo que Alicia habilita espacios distintos, intersticiales. Es una llave que abre puertas de mundos soñados que forman parte de este mundo. En las dos novelas, escritas con seis años de diferencia a mediados del siglo XIX, encontramos escenas de Shakespeare, de Cervantes, inventos que remiten a Leonardo, paradojas, cálculos, canciones, refranes…  Sin darnos cuenta, apenas descendemos con la protagonista en la madriguera, es como si nos sumergiésemos en la historia (imposible) del inconsciente. Y más allá de los objetos que la cultura general promueve, incluso a través del marketing, como las tacitas de la merienda de locos, el gato Cheshire, el conejo, el juego de naipes, las pieza de ajedrez, alentando al fetichismo, hay algunos personajes menos conocidos que merecen la lectura de este clásico imperdible.

Muchos se preguntan el motivo del casi fanatismo que provocan las novelas de Alicia

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Justamente, la obra de Giménez  titulada “Ah, el amor, el amor, hace girar al mundo” remite a una frasecita que pronuncia la Duquesa, inspirada en Margarita de Carinthia (1318-1369), considerada la mujer más fea del mundo. No deja de sorprender que este personaje, con semejante calificación, destituya todos los espejos. Incluso el más actual, el de la autopercepción. Uno cambia todo el tiempo (libertad inestable que promueve la lectura de las novelas de Lewis Carroll), y por ello puede ser visto de maneras diferentes. “Nada es lo que parece”.  Como dice la misma Duquesa en el capítulo IX: “Lo que tú fuiste o puedas haber sido no fue otra cosa que lo que tú hayas estado pudiendo parecerle a los demás”. Maravilloso.