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¿Por qué fallan las encuestas?

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Ejemplo. El resultado del referéndum colombiano no fue previsto por los sondeos. | Cedoc Perfil
Cuando en unas pocas horas se devele el resultado de las PASO, no sólo se analizarán ganadores y perdedores de una contienda electoral incompleta pero decisiva, sino también la eficacia de las nuevas formas que intentan expresar y representar ciudadanos desencantados de la política y golpeados en sus bolsillos.

Políticos de raza y candidatos de probeta parecen chapotear en un escenario en el que rehúyen la gestualidad y la parafernalia con que supieron estructurarse las campañas, para bajar a un “llano” en el que por arte de magia, o de la comunicación simbólica, parecemos “iguales”. A simple vista, no hay demasiadas diferencias de matices. El Presidente habla en un escenario de 360 grados, en el cual se permite un lenguaje coloquial que no excluye malas palabras, cargadas y chistes que dejan al descubierto su machismo. Luego de haber subestimado las PASO, hoy ante números dudosos apela al voto favorable para poder lidiar con la responsable de todos los traspiés de su gobierno: la pesada herencia. En esos escenarios que se eligen y relajan, con un periodismo condescendiente que difícilmente inoportune o incomode al candidato, el error es fácil. Por ello tal vez se haya hablado con liviandad de temas complejos y controvertidos como el aborto o de una política que festeje el encierro de los pibes en cárceles en vez de la libertad que dan el aprendizaje y las aulas.

Cristina, por su parte, parece haber adoptado una personalidad que desconcierta mucho a sus contrincantes, quienes esperaban regodearse con una candidata sin trono y “teatralidad de reina”. Desprovista del poder que confiere el sillón de Rivadavia, asumió la costumbre de escuchar mucho y hablar poco. Es una campaña sin afiches, con pocos spots, escaso aparato y en la que la austeridad parece teñirlo todo. ¿Será suficiente? Esa es la pregunta.

El partido gobernante tiene a su favor la obra pública, que ha multiplicado oportunamente en estos tiempos, la ayuda social en los bolsones de pobreza y también las herramientas de negociación territorial, mediática, presupuestaria y política. Son dos modelos casi contrapuestos. Uno se sustenta en la ingeniería política concebida desde el marketing de Duran Barba y los recursos del Estado, centrada en una gestión supuestamente desideologizada, y en la idea de que cada individuo es emprendedor y responsable de su destino. El otro, el de Unión Ciudadana, apuesta a recoger el tendal de heridos tras 19 meses de macrismo y apela a la política como arma convincente y transformadora. Las demás fuerzas recorren la ancha avenida del medio, tanto en el discurso como en las propuestas.

 El presidente de The New York Times, Mark Thompson, en su último libro, Sin palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política?, analiza la corrupción del lenguaje. La escisión entre logos (argumento), ethos(carácter del emisor) y pathos (estado de ánimo del receptor) ha recobrado vigencia y facilita el diagnóstico: la eficacia emocional ha desplazado el debate racional en nuestras democracias. Simultáneamente, los medios parecen adoptar la estrategia “suicida” de la polarización digital en pos de un espejismo de rentabilidad, mientras las redes sociales y los algoritmos atomizan el discurso y blindan las convicciones.

 En ninguna época se ha tenido una marcación tan cuerpo a cuerpo sobre las creencias, expectativas, emocionalidades y conductas de los votantes. Sin embargo, ese Big Brother que vigila la sociedad posmoderna no debe esforzarse demasiado. Voluntariamente, gran parte de los ciudadanos dejan constancia de la suma de insignificancias con que se construyen las biografías. Y esas conductas humanas que se han vuelto demasiado previsibles desde la lógica binaria que une datos no logran acertar con exactitud cuando se trata del voto.

¿Por qué las encuestas vienen fallando en todo el mundo o sus márgenes de error se acrecientan? Tal vez porque el voto sigue estando en el lugar reservado a los actos más importantes que terminan definiendo nuestra esencia. Quizás ésta sea la mejor noticia para las resquebrajadas democracias.

 */**Expertos en medios, contenidos y comunicación. *Politóloga. **Sociólogo.