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Resentimiento y voto castigo

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Agitación social de La antigua Roma a La Argentina actual. “El dotado resiente más; el pobre de espíritu acepta la adversidad sin esa amarga reacción”. | cedoc

“El alma resentida, después de su primera inoculación, se sensibiliza ante las nuevas agresiones. Bastará ya, en adelante, para que la llama de su pasión se avive, no la contrariedad ponderable, sino una simple palabra o un vano gesto despectivo; quizás solo una distracción de los demás. Todo, para él, alcanza el valor de una ofensa o una categoría de injusticia. Es más: el resentido llega a experimentar la viciosa necesidad de estos motivos que alimentan su pasión; una suerte de sed masoquista le hace buscarlos o inventarlos si no los encuentra”, escribió Gregorio Marañón en su libro Tiberio, historia de un resentimiento.

La explosión agresiva es tardía; entre la ofensa y la vindicta hay tiempo de incubación 

Un ejemplo de ese masoquismo que busca motivos que confirmen su sentimiento podría encontrarse en cierta lectura de los resultados de las pruebas PISA en paralelo con el empeoramiento de la pobreza informado por el Laboratorio de Deuda Social de la Universidad Católica: un 45% de pobreza y un 10% de indigencia. Cristina Kirchner entregó en 2015 un 30% de pobreza, Macri la aumentó al 40% y Alberto Fernández al 45%. Pero en las pruebas PISA entre 2018 y 2022 (informe mundial recién dado a conocer en 2023) se mantiene prácticamente en los mismos resultados prepandemia en matemática y lectura y se mejoran en ciencia, cuando en el resto de Latinoamérica, incluso en los países desarrollados, los resultados empeoraron por efecto de la pandemia y el aumento de la pobreza que, aunque en menor medida, creció mundialmente por primera vez en dos décadas, también por efecto de la pandemia.

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Volviendo al libro Tiberio, historia de un resentimiento, Tiberio fue el emperador de Roma a quien le tocó cruzar el nacimiento y muerte de Cristo: “Vivió en un terreno de nadie, en una época confusa y desolada. Todo en su tiempo está impregnando de una ansiedad extrahumana que vaga por el ambiente de Roma”. 

“Se presentía el vacío (...), faltaba una doctrina nueva que poco a poco se infiltraba hasta en las almas más inaccesibles. Las almas tenían sed de una fuente nueva y nadie sabía dónde estaba”.

Continúa Marañón: “Aquella civilización magnífica de la que aún se nutre la civilización actual tenía podridas las raíces, la consistencia confusa de la muchedumbre se daba cuenta –tal vez como ahora– de que a los esplendores materiales les faltaba el eje inflexible de la ética”. En aquella Roma del kilómetro cero, “el Ave Fénix había muerto y la Cruz de Judea era inmortal”.

Sociedades del resentimiento. Miguel de Unamuno escribió: “Entre los pecados capitales no figura el resentimiento, y es el más grave de todos; más que la ira, más que la soberbia”. Marañón explica su génesis así: “La agresión queda presa en el fondo de la consciencia, acaso inadvertida; allí dentro incuba y fermenta su acritud, se infiltra en nuestro ser y acaba siendo la rectora de nuestra conducta y nuestras menores reacciones”. Y continúa describiéndola como independiente “de la calidad de la agresión sino de cómo es el individuo que la recibe”. La define como contraria a la generosidad, incompatible con el amor, veneno del alma, y marca una diferencia temporal importante: “La explosión agresiva del resentimiento suele ser muy tardía; existe siempre entre la ofensa y la vindicta un período largo de incubación”.

Para Marañón, los –pueblos en nuestro caso– resentidos “suelen ser bien dotados (porque) el pobre de espíritu acepta la adversidad sin ese tipo de amarga reacción”. Y los momentos buenos –en el caso de la economía argentina: 1992-1997 y 2004-2011– tranquilizan, pero no curan. Siempre las heridas –en nuestro caso, las de 1989 y 2002– brotan con más fuerza ante cualquier nueva adversidad, vivenciada repetidamente como posible catástrofe.

Allí vemos a los economistas liberales como Melconian y Artana sosteniendo que no hay riesgo de hiperinflación y  que las Leliqs no son el principal ni el primer problema de la economía argentina mientras desde La Libertad Avanza se insiste en las necesidades de ajustes copernicanos, cuando el déficit fiscal terminará en 2023 en el 3% del producto bruto, mientras el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, dice que es la peor herencia de la historia, cuando en 2015 Macri había recibido un déficit fiscal del doble.

La reacción del resentido se dirige contra el destino y, finalmente, contra sí mismo 

La herencia es peor en términos de deuda, responsabilidad que les cabe por igual al gobierno actual como al que Caputo integró como ministro de Finanzas y presidente del Banco Central.

Nuevamente Marañón reflexiona sobre la naturaleza del resentimiento: “La envidia y el odio son pecados de proyección estrictamente individual, suponen siempre un duelo entre el que odia o envidia y el odiado o envidiado. El resentimiento es una pasión que tiene mucho de impersonal y de social. Quien lo causa  puede haber sido no este o aquel ser humano, sino la vida, la suerte. La reacción del resentido no se dirige contra aquel que pudo ser injusto o contra quien se aprovechó de la injusticia, sino contra el destino”.

Finalmente, contra sí mismo.