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la lengua argentina

‘Roma’, la intraducción y la unidad de los hispanohablantes

Como afirma el diccionario de la RAE, traducir es expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra.

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Película. Narra las vicisitudes de una familia mexicana. | netflix

Como afirma el diccionario de la RAE, traducir es expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra. Hablando de películas, los doblajes son traducciones orales del original en una lengua distinta: en las pelis del domingo –por caso–, los canales de aire nos presentan siempre personajes que mueven la boca en inglés pero hablan español. Y también, esta vez escritas, son traducciones los subtitulados. Los subtitulados nos permiten ver una película extranjera hablada en su idioma (extranjero) original y entenderla, aunque no entendamos lo que oímos.  

Ahora bien, si la traducción es un uso (casi) cotidiano, la “intraducción” o traducción dentro de la misma lengua suele ser bastante infrecuente. En la literatura, para dar un ejemplo interesante, la autora argentino-española Clara Obligado emplea la “intraducción” en sus obras, particularmente en la novela Salsa (gracias, Cecilia, por los datos). En ella, la protagonista se ve obligada a “traducir” de un lado a otro el rioplatense y el español peninsular: que “falda” o “pollera”, que “canilla” o “grifo”.

Desde luego, el recurso de Obligado pone en juego una condición literaria que busca evidenciar el exilio desde la palabra. Otro es el cantar cuando la traducción interna se hace con subtítulos en español de España para una película hablada en el español de México, tal como ocurrió con Roma, del mexicano Alfonso Cuarón.

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La película, que narra las vicisitudes de una familia acomodada de la Ciudad de México en los años 60 del siglo pasado, pone sobre el tapete las diferencias de clase que quedan representadas por el contraste entre etnias. Con breves segmentos en mixteco, subtitulados al español para los hispanohablantes, la película se desarrolla en español mexicano. Por eso la pregunta: ¿un subtitulado, en la presunción de que los españoles no la entenderán?

Cabe aquí señalar un par de datos históricos. Durante la era franquista, precisamente el 24 de abril de 1941, se dictó en España una orden ministerial que rezaba “Queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español”. Si bien en los últimos años la costumbre de doblar todas las películas va quedando en desuso, es probable que quien haya ido al cine en ese país haya presenciado –no sin asombro– que Tom Hanks o Julia Roberts (son solo ejemplos) hablaban con un indiscutible acento madrileño.

Y otrosí. Con el estreno en 1991 de La Bella y la Bestia, los estudios Disney empezaron a hacer el doblaje de sus films al español en dos versiones: una para la América hispanohablante y otra para la Península. Curiosa expresión de los requerimientos de la Madre Patria. A ninguno de por aquí se le habría ocurrido pedir doblajes o subtítulos para El Chavo o Cantinflas, pasando por Betty la fea o las telenovelas venezolanas. Ni tampoco, pues, para las películas de Almodóvar. O de Saura.

Nadie puede negar la fuerte unidad de la lengua española, hablada por más de 500 millones de personas en el planeta. Esa unidad nos permite a los hispanohablantes comunicarnos fluidamente a pesar de que vengamos de geografías diversas. ¿Cuál es la necesidad de cambiar “checar” por “mirar” o “suave” por “tranquila” (sin mencionar el cambio de “ustedes” por “vosotros”), como hacen los subtítulos del español peninsular que Netflix le puso a la película mexicana?

Si yo fuera española, me sentiría definitivamente subestimada con esta “intraducción”. El contexto de cada escena deja en claro de qué se está hablando y, aun cuando no se comprendiese la palabra aislada, se la entiende muy bien dentro de la frase y de la situación concreta. Huelga decirlo.

Roma es “película en lengua extranjera” para la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Pero (salvo en los segmentos en mixteco) está hablada en la lengua de todos los hispanohablantes. ¿Pensará Netflix que los españoles no lo son?

 

*Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.