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Secretos de la visita de Mr. Sullivan

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Relaciones. La importancia de la comitiva y las coincidencias bilaterales complican la lógica de la grieta en la oposición y el oficialismo. Tanto para los que hablan de Argenzuela como para los que hablan del imperialismo yanqui. | Pablo Temes

En los análisis unidireccionales que impone la grieta, la visita del consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos resultó una piedra en el zapato para unos y otros.

A unos les cuesta explicar por qué, si el Gobierno está obsesionado en adherir al eje La Habana-Caracas-Managua, se esfuerza tanto por mostrarse cerca de Joe Biden. Y, sobre todo, por qué Biden le sigue dando entidad a un país convertido en Argenzuela.

A los otros les cuesta explicar por qué, si la principal potencia es responsable del acoso a gobiernos populares como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, sus enviados son recibidos como amigos.

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Unos optaron por decir que la comitiva presidida por Jake Sullivan vino a protestar por las violaciones a los derechos humanos en aquellos países y a conminar al gobierno populista argentino a “reforzar la democracia en la región”.

Los otros prefirieron minimizar la visita: no están seguros de qué pensarán sus audiencias si salieran a celebrar encuentros con los mensajeros del imperialismo.

Nerd. Sullivan es uno de los altos funcionarios con acceso directo a Biden. Con algo de nerd y geniecillo, a los 44 años arrastra una experiencia inusual en materia de seguridad y políticas públicas. Su visita tiene relevancia estratégica porque es la primera que hace a la región y por venir junto al director del Consejo Nacional para el hemisferio, al responsable de la Oficina regional del Departamento de Estado, al director de Tecnología y Seguridad y al director de Cibernética. Y es relevante porque es la tercera que hacen en el año enviados de la Casa Blanca.

Sullivan habló de la política "cartoon": medios y dirigentes vueltos caricaturas por la polarización

A la dificultad que estas visitas les agregan a quienes necesitan entender el mundo en blanco y negro, habría que sumarle la carta que el propio Biden le envió hace tres semanas a su par argentino para agradecerle su participación en la Cumbre de Líderes sobre el Clima, que él había convocado en clara diferenciación con su antecesor, Donald Trump: “Creo que juntos logramos promover un compromiso mundial para elevar nuestras metas en lo que respecta al clima”. Tras la carta, Biden donó 3.500.000 vacunas y ahora se habría prometido otro envío gratuito de Moderna y Pfizer.

La delegación estadounidense arribó proveniente de Brasil. Los encuentros allí venían precedidos por la tensión de un gobierno que había apostado abiertamente a la reelección de Trump y que se prepara a licitar las redes 5G con la participación del gigante chino Huawei.

Si bien el paraguas diplomático salvó cualquier incomodidad, Sullivan llevará a Washington la imagen de que Bolsonaro es lo más parecido a Trump que vio en su vida.

Ninguno de los miembros de la comitiva argentina que interactuaron con los visitantes durante siete reuniones y doce horas escuchó la versión que ese día circuló en Brasilia de que se le había ofrecido a Brasil integrarse como miembro pleno de la OTAN a cambio de impedir el ingreso del 5G chino.

5G. La historia de la visita a la Argentina comenzó hace un mes, a través de reuniones virtuales entre Sullivan y su par argentino, Gustavo Beliz, al que se sumó primero el embajador argentino en los Estados Unidos, Jorge Argüello; y después el canciller Felipe Solá y los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas.

Tras casi tres horas de asado y achuras, Alberto Fernández se convenció de que Biden se llama Juan Domingo

Pero recién en los últimos días se conocieron los alcances del viaje. De hecho, tanto entre sectores del oficialismo como de la oposición, la primera interpretación que circuló fue que se trataba de una “visita de apriete”, para prevenir el avance de la tecnología china en el país. Esto se leyó a partir de los nombres y especialidades de quienes integraron la comitiva.

Las fuentes consultadas mencionaron que el del 5G fue uno de los puntos abordados. No hubo pedidos concretos, pero sí mensajes diplomáticos claros de los visitantes: “Nadie se opone a que los países del continente negocien con China, pero es cierto que hay temas como el de la seguridad nacional que nos sensibilizan”. Los funcionarios locales afirman que se les explicó que la Argentina estaba abierta a la competencia por el 5G y que habrá consultas públicas por los marcos regulatorios para la instalación de esa tecnología.

Chinchulines. Tras casi tres horas de almuerzo en Olivos este viernes, Alberto Fernández se quedó con la sensación de que los invitados se fueron confiando en él y en la Argentina. Puede ser una expresión de deseos derivada de que allí solo se mencionaron las coincidencias entre ambos gobiernos y de que los visitantes dieron cuenta de las achuras del asado sin preguntar siquiera de dónde salían esas cosas tan raras llamadas chinchulines.

Pero lo cierto es que, para los Estados Unidos, la Argentina no demostró aún ser un socio ni imprescindible ni confiable. Y la cordialidad que el Presidente pueda haber percibido de los visitantes no significa que el cristinismo y sus amigos latinoamericanos hayan dejado de representar una preocupación para la diplomacia de la principal potencia. En todo caso, quizá pueda significar que la administración demócrata quiera interpretar, con pragmatismo, que Alberto Fernández no es lo mismo que Cristina Kirchner.

La atención estadounidense sobre el cambio climático y el equilibrio de la economía global, las propuestas para avanzar en una vacunación contra el covid, la aceptación del multilateralismo como forma de relacionamiento internacional de países como la Argentina, la reivindicación del sindicalismo, la promesa de apoyar el acuerdo con el Fondo Monetario por la deuda (además de haber dado el ok para la transferencia de los Derechos Especiales de Giro, que Trump negaba), ratificaron en el Presidente la idea de que Biden se llama Juan Domingo.

Cuando se le pregunta al embajador Jorge Argüello, cuál es el mensaje que deja la visita, responde: “La visita es el mensaje”. Explica que, además de la agenda bilateral que se abrió y de las diferencias que seguirán existiendo, el viaje en sí mismo representa un mensaje político. Su próximo objetivo es traducir eso en un encuentro de Fernández con Biden antes de fin de año. Difícil, teniendo en cuenta que desde su asunción, pandemia mediante, el estadounidense solo recibió a tres presidentes: los de Japón, Corea del Sur y Alemania, socios claves.

“Cartoon”. Entre la incomodidad de los dirigentes de uno y otro lado de la grieta por entender qué significa de verdad el mensaje de la visita, pasó casi desapercibido que se definió un préstamo del Banco Mundial por US$ 500 millones para la compra de vacunas Moderna y Pfizer (el primero en su tipo que dará el organismo) y que hubo dos anuncios de inversión: uno, que venía demorado, de General Motors, por US$ 300 millones; y otro de la empresa de energía renovable AES por US$ 200 millones.

Jake Sullivan se iba a quedar a dormir el viernes en Buenos Aires, pero se fue esa misma noche, aparentemente urgido por las tensiones en la frontera sur de los Estados Unidos, donde se está produciendo la mayor cantidad de arrestos en décadas.

Antes de subirse al avión habló de la política “cartoon”. Lo hizo para referirse a lo que pasa en su país con las secuelas del trumpismo, con la política de la polarización social y mediática y con los dirigentes convertidos en personajes de caricatura.

Pero es probable que también fuera una síntesis de lo que vio en la Argentina.