“Uno debe acostumbrarse a oír todo sin inmutarse, incluso las historias más descabelladas, ponderando la insignificancia de quien habla y sus opiniones, y absteniéndose de cualquier discusión. Ello permitirá luego recordar la escena con satisfacción”
Arthur Schopenhauer (1788-1860); de ‘El arte de conocerse a sí mismo’, notas para un ‘cuaderno íntimo’.
Querido diario: tengo que escribir la columna y no sé qué tema elegir. Racing jugó muy tenso y no pudo con un River ordenado, de local y con un hombre más. Es raro, pero como está el país, cualquier cosa puede llegar a pasar en la revancha. Antes, durante y después.
Defensores de Macri superó con autoridad a Libertad, una paradoja muy futbolera. Equipo y autoridad son cosas que escasean hoy en día, sobre todo si uno mira hacia arriba. ¿Libertad? Eso depende. Hay verdes y verdes en la villa del Señor.
Atlético Tucumán me dio una alegría con ese 2-0 en el Monumental, contra el Atlético Medellín de Escobar Gaviria. A Zielinski le sienta dirigir lejos de Buenos Aires. Sus equipos no son un ballet, pero tienen efectividad. Suman y suman puntos, como la inflación, las tasas y el riesgo país.
Independiente le sacó algo a un banco internacional, lo que ya es una hazaña inaudita. Bien Holan. El rival, Cerezo del Zar, me recordó a Spinetta, y Suruga, al turrón japonés. Esta copa poética fue idea de Iulius I, Papa de Viamonte, y hasta Arsenal supo ganarla. Es algo medio tirado de los pelos, pero oficial para la FIFA. Felices 18 para los rojos, viejos vecinos de barrio.
—Si piensa imitarme, le aconsejo que escriba más corto y con mucho dato. Calles, direcciones, personas, mucho bolso: plata contada, pesada, ojeada. Así no va.
Oh, no. Otra vez él. ¿Cómo pudo ubicarme aquí, sentado en un bar, lejos de mi escritorio? Se lo veía canchero, cuadernito en mano. Eleuterio Sémola, el remisero prodigioso, decidió perseguirme.
—¿No va a dejarme en paz, Sémola?
—No, hasta que se arrepienta. Venga conmigo a Comodoro π 3,1416, y pida por el juez Boo Nadío, un amigo. Va, se arrepiente y listo. Recuerde algo que haya hecho: un pesito de más al boletero, una crítica injusta, una atención con un policía de tránsito. Usted culpe a los malos y sea creíble. Algo. Tampoco es ¡huuu…!
—¿Otra vez bebió, Sémola? Dígame: ¿de que trabajaba antes?
—Era sargento del Ejército. Pero mis camaradas me hacían bowling laboral.
—Bullying.
—Eso. Me tenían para la joda. Así que un día agarré y les tiré una granada. Me echaron. Pero apelé y me declararon inimputable. ¿Puede creer? No hay justicia.
—Oiga, Sémola: eso se parece a la historia de Centeno…
—Centeno es Centeno y Sémola es Sémola, Asch. No hay que comparar. También lo hacen con Maradona y Messi. Es molesto.
—El molesto es usted. ¿Tiene algo más sobre la guerra Angel Easy-Chiqui Wall de Moyano?
—¡Por eso vengo, papá! Soy chofer, lo sé todo.
—Dele.
—En la semana, Angel Easy estuvo muy activo. Hizo lo suyo para que los amigos y parientes de the president McCree la pasen bomba, aun en este trance amargo con la Justicia. El primo Copitierra y Sancho Duque fueron tratados como señores.
—Concéntrese en la guerra, mejor. ¿Le van a meter de prepo las SAD a Chiqui, para privatizar los clubes? ¿Van a negociar? ¿Esto es a todo o nada?
—A todo o nada. Si existe un demente, extranjero o local, que piense en invertir acá, en medio de este caos, será en el fútbol. Un mundo viscoso donde todo se pega a los dedos. Chiqui tiene sus votos. Sabe que aunque lo apriete el poder (la carta de la Superliga pidiéndole explicaciones por el fallo a favor de Newell’s que perjudica a Lanús es un ejemplo), lo sostiene ese apoyo, más la FIFA y la Conmebol, donde tiene banca. No lo van a voltear así nomás.
—¿Entonces?
—Entonces… En la tarde del miércoles, bajo una persistente lluvia, 11,2 grados, ventolina y calles cortadas por la ley del aborto, Angel Easy tomó su celular 155…
—¡Ey, Sémola! Sharap.
—Perdón Asch, me dejé llevar. Dijo, textual: “Ya sé cómo lo podemo caminar al gordo. Si no aceptan, se funden. Tenemo que tener todo listo pa otubre, cuando se haga la Asamblea de AFA. ¡Eta vé metemo seguro la SAD!”. Estaba eufórico. Cortó y me contó el plan.
—Oiga, ¿tiene pruebas?
—Obvio. Lo escribí en mi cuadernito, quemé el original y saqué fotocopia. Le cuento. ¿Vio que el FMI pide recortes?
—Lo noto por el agua que me llega al cuello, sí.
—Bueno. Lo que sigue vigente es el decreto 1212 que Duhalde firmó en 2002 para salvar a los clubes. Un beneficio impositivo que les permite pagar el 7%, en lugar del 30%. Si el Gobierno lo voltea, chau. Los clubes caerán, tic tic, como fichas de dominó. ¡El ministro Dujoven de Lagarde quiere gravar hasta lo que reciben por sponsoreo!
—¿Los van a extorsionar con eso?
—Por favor, Asch. Mida sus palabras. Son elementos para negociar. ¡Es política! Lo pueden hacer rápido: si permiten las SAD en el estatuto, van al Congreso y chau recorte. ¿Cómo lo ve?
—Espantoso.
—Los grandes no entran en esa, salvo que caiga del cielo un ruso, un chino o un jeque, nunca se sabe. Fernando Marín, el que tan bien gerenció su club, insistió con el tema. ¿Qué compraría de su barrio natal? ¿A Victoriano? ¿A El Porve? Ahora vive en Vicente López, pero para Platense no le va a alcanzar.
—No me alcanza ni para un Citroën 2CV, Sémola.
—Deje el periodismo y métase en la obra pública, así puede comprarse un buen saco.
—¡Qué tiene mi saco! Es... vintage.
Eleuterio Sémola sonrió y, antes de irse, me dejó su tarjeta con dos celulares. Uno para contratar su auto, el otro para que intercambiara data secreta.
Me contó que anda muy ocupado con Angel Easy, y más lo estará cuando presida la UCR porteña y haga política. Y bueh. No está mal que algunos hagan planes para el futuro.
No todo es presagio sombrío y furia en estas pampas de crisis. También suena Vivaldi, el salvado del aborto según Mayans, en el salón de fiestas del insumergible Titanic.