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Si se mueve

Hay una condición en el desarrollo infantil, anterior incluso al del pedido compulsivo de flan, que Sigmund Freud estudio bajo la conocida fórmula de “Fort-Da”.

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Hay una condición en el desarrollo infantil, anterior incluso al del pedido compulsivo de flan, que Sigmund Freud estudio bajo la conocida fórmula de “Fort-Da”. Se trata del mecanismo psíquico por el cual un niño, en un grado todavía elemental, cree que eso que él ha dejado de ver, y puesto que lo ha dejado de ver, no existe más. No advierte que ese algo existe igual, por más que se oculte a su vista; y se sorprende al verlo reaparecer porque celebra, no ya su visibilidad, que es lo evidente, sino su existencia misma, que había dado por perdida.

Tan solo un desarrollo madurativo posterior le permite concebir la existencia efectiva de lo ausente. Y luego, más aun, la existencia efectiva de lo inmaterial, la existencia efectiva de lo abstracto. Comprende que el hecho de que algo no cobre una manifestación tangible y concreta ante sus ojos no significa que no exista.

¿Un ejemplo? Un ejemplo: la fuga de capitales mediante oscuras maniobras financieras de evasión impositiva (que afecta eso que dio en llamarse “la nuestra”) existe, existe plenamente, aunque no asuma la condición material de billetes de papel que pueden meterse en bolsos y arrojarse por sobre muros. ¿Otro ejemplo? Otro ejemplo: los aportantes truchos a una campaña electoral existen, y existen como maniobra ilegal, incluso cuando sus nombres no consten en ningún cuaderno de tal marca y tal color, guardados o perdidos en tal sitio, fotocopiados por tal o por cual. El ranking de medición de corrupciones, ya lo he dicho, no me interesa. Pero la partición de lo sensible, sí.

La superación del estadio “Fort-Da” permite acceder incluso a la figuración metafórica. De esa forma, por ejemplo, un flan no ha de ser solamente un flan y la casa incendiada no ha de ser solamente una casa incendiada. Al país prendido fuego lo hemos visto varias veces. Los responsables suelen ser siempre los mismos. Y los que se quedan con hambre también.