COLUMNISTAS
LIVERPOOL CAMPEÓN

Simpatía por el diablo

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Rojos. Campeones después de 30 años. | AP

No bien se consumó la derrota del Manchester City ante el Chelsea, que le permitió al Liverpool coronarse en la Premier League después de treinta años, las redes se colmaron de comentarios sobre la consagración del equipo de Jürgen Klopp. Un grito de desahogo que se escuchó con fuerza en los alrededores del mítico Anfield, pero que a su manera trascendió las fronteras de la emblemática ciudad de Los Beatles.

¿Por qué tanto entusiasmo por el título local de un equipo inglés que encima viene de ganar nada menos que la Champions League?

En lo personal, creo que fue empatía futbolera. A los que disfrutamos de este deporte nos moviliza la pasión del hincha. Con la camiseta del Liverpool o la que sea. Y creo que este club refleja ese sentido de pertenencia. Uno de los videos que se hicieron virales en las últimas horas lo describe a la perfección: un niño que va toda la vida a la cancha con su papá y que cuando lo pierde conserva su bufanda y vuelve a repetir el ritual con su hija. ¿Hay algo más lindo que eso? Y no me vengan con que el fútbol es solo un deporte o que no debería ser tan importante en la vida de una persona. No entender de pasiones es a mi criterio un gran defecto.

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Otro de los motivos es que el hincha de ley sabe lo que se sufre en una mala racha. Vistas la camiseta que vistas, seguramente también pasaste momentos difíciles. De hecho son mucho más habituales que los felices. Todos los clubes del mundo han atravesado años de sequía. Pero si encima es una institución que vivió la gloria absoluta, la caída se siente aún más.

De la mano de Bill Shankly, Bob Paisley –especialmente– y Joe Fagan, el Liverpool tuvo su época dorada en los 70 y principios de los 80, con la conquista de cuatro Copas de Europa en siete años, entre otra gran cantidad de títulos. Europa se rendía a sus pies. Pero esas etapas no son eternas. Más tarde llegó la tragedia de Heysel y una sanción que lo dejó seis años afuera de las competencias continentales. En la temporada 89-90, tras la obtención del título local, se inició el período negro que recién finalizó con el logro de esta semana. Como para no celebrarlo.

Por supuesto que la figura de Klopp también influyó en esta fiebre red. El entrenador alemán logró liderar un equipo que quedará en la historia también por su juego. El gegenpressing, como lo define el propio DT –presionar, robar y correr– hizo de este un conjunto imbatible, con un ataque voraz y un juego directo que no apuesta a la posesión excesiva, pero mucho menos a priorizar solo el cero en el arco propio. Un estilo integral que parece estar haciendo escuela, y con intérpretes de lujo. Desde Allison al brillo de Mo Salah y Sadio Mané, pasando por Virgil Van Dijk, Fabinho y laterales de lujo como Alexander-Arnold y Robertson.

Y también fue un logro histórico para el propio Klopp, quien se repuso de perder varias finales consecutivas y seguramente tragar el veneno de quienes critican los éxitos y desdichas con el resentimiento de no poder protagonizarlos. Ese también es uno de los motivos por los cuales sonreímos con la final de la última Champions y esta significativa conquista.

No puse una camiseta del Liverpool en el balcón, pero en algún punto me alegré con este título y, a juzgar por las repercusiones, creo que muchos sintieron algo similar. Al fin y al cabo, hasta que vuelva nuestra liga, bienvenido sea que algo nos contagie un poco de pasión futbolera.