La ley del mercado, que muchas veces se parece a la ley de la selva, sumó en menos de una semana dos nuevos hitos para dimensionar esta época: el debut de Franco Colapinto en la Fórmula 1, tras 23 años de ausencias nacionales en la máxima competencia del automovilismo mundial, y la goleada de la Selección ante Chile por las Eliminatorias al Mundial 2026 demarcaron quiénes acceden a ver los “eventos deportivos de interés relevante” en el actual gobierno de Javier Milei.
El término “interés relevante” puede resultar anacrónico: se utilizaba para delimitar las transmisiones que debía asegurar la TV Pública, algo que ya quedó atrás, casi tanto como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Según el Gobierno, ahora casi nada es relevante: el directorio del canal del Estado publicó un comunicado en que explicaba las razones: básicamente, que no había llegado a un acuerdo con Telefe y Torneos, las dos empresas que poseen los derechos de televisación del equipo campeón del mundo.
El texto decía así: “El canal público continúa dialogando con ambas empresas y realizando esfuerzos para poder poner en pantalla los partidos que restan de la fase de Eliminatorias para el Mundial de 2026, en virtud de que nuestra emisora es la única que llega a todos los hogares en todo el territorio nacional y nuestra señal puede verse sin necesidad de contar con servicios de TV por cable o satelital”.
De acuerdo a la información a la que accedió PERFIL, la TV Pública llega a casi 39 millones de personas –el 85 por ciento de la población nacional–, a través de 101 Estaciones Digitales Terrestres (EDT, comúnmente llamadas TDA) y los treinta canales provinciales o de universidades que integran el Consejo Federal de la TV Pública.
En contraposición, Telefe, por donde se emitió el partido que la Scaloneta ganó con claridad en el Monumental, tiene un alcance cercano a las 9 millones de personas por fuera del AMBA (donde el acceso es casi total). El canal propiedad de Viacom tiene una red de canales locales que reproducen su programación, pero esto se da solo en las principales ciudades del país: Córdoba, Rosario, Mendoza, San Miguel de Tucumán, La Plata, Mar del Plata, Santa Fe, Salta, Neuquén, Campana, San Nicolás y Luján.
Una persona hincha de la Scaloneta que no tiene cable ni DirecTV y vive en San Fernando del Valle de Catamarca, la capital provincial, en Goya (la segunda ciudad de Corrientes), en Oberá (la segunda de Misiones) o en Cipoletti (la tercera de Río Negro) el jueves a la noche no pudo ver el partido. Hay 20 millones de personas a las que Telefe no llega de forma gratuita. En esas ciudades, solo a modo de ejemplo, para ver y gritar los goles de Mac Allister, Julián Álvarez y Dybala había que pagar un servicio de cable o TV satelital.
La mamushka de Disney. Antes de la llegada de Colapinto a la Fórmula 1, las carreras se transmitían por la plataforma Disney+. En el mismo día, también podía verse por Fox a través del cable básico. Desde el domingo pasado, con el debut del argentino en Williams en el Gran Premio de Monza, la carrera pasó a Disney+ Premium, el plan más caro.
Detrás de Netflix, Disney+ es la segunda plataforma de streaming con más alcance en Argentina. Con la unificación de Star+ suma alrededor de 12 millones de suscriptores. Sin embargo, un porcentaje mínimo de esa cifra paga el plan Premium, el único que servía para ver la carrera en vivo.
La furia llegó porque, además de todo eso, la carrera se cortaba abruptamente para difundir publicidades de distintas marcas. “Te hacen pagar el plan más caro de Disney+ y te ponen anuncios en mitad de la carrera” o “qué papelón de Disney” fueron solo algunos de los enojos virales en la red social X. Eso también se reflejaba en la desorientación del público sobre dónde o cómo ver el GP de Monza. Esas preguntas podrían tener una respuesta genérica: cuando el mercado es el que impone las reglas y el Estado se corre por completo, todo puede llegar a pasar.