CULTURA
1969

La versión de El Eternauta que fue censurada y obligó a adelantar su final

Tras el éxito de la serie de Netflix es fundamental conocer los prejuicios contra los que debió luchar este gran clásico de la historieta argentina creado por Héctor Germán Oesterheld. La versión que disgustó a los lectores tradicionales y a los propios editores.

El Eternauta
El Eternauta | Netflix

El éxito de El Eternauta, la serie de Netflix basada en la historieta de Héctor Germán Oesterheld (guión) y Francisco Solano López (dibujo), hace olvidar que hubo una segunda versión de esta historia que tuvo un final abrupto. Todo ocurrió en 1969, cuando la revista Gente le pidió al escritor una versión actualizada de su clásico, esta vez con dibujos de Alberto Breccia, uno de los mejores artistas gráficos de Argentina, pero con un estilo completamente diferente al de la obra original.

Oesterheld releyó su propia obra y la actualizó, sumándole un enfoque mucho más político al acusar a las grandes potencias de entregar Latinoamérica para salvarse: “Nevada mortífera… despiadado ataque extraterrestre… traición inconcebible... grandes potencias. Sudamérica entregada al invasor para salvarse… lucharemos igual… por más solos que estemos y por terrible que haya sido el golpe inicial, sobreviviremos en la emergencia… sacrificio”, se escucha en una transmisión de radio entrecortada.

El Eternauta I por Alberto Breccia
"El Eternauta" dibujado por Alberto Breccia

En el nuevo texto también cambia la visión de las Fuerzas Armadas: mientras en la historieta original el ejército apoyaba la resistencia popular, en la versión de 1969, actúa como una fuerza que impone su voluntad por el terror y no acepta discusiones: “Necesitamos ya mismo todos los voluntarios que podamos juntar. ¡O salen en tres minutos o les baleamos las ventanas!”.

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Por otro lado, a diferencia de Solano López, que retrataba paisajes y personajes con un estilo costumbrista, Breccia, maestro del blanco y negro que había perfeccionado su arte en obras mayores como Mort Cinder y Sherlock Time (cuyo primer capítulo, “La gota”, es una obra maestra del terror y la sugestión), retrata un clima claustrofóbico, que disgustó a los lectores tradicionales y a los propios editores.

El eternauta en Revista Gente
La revista Gente presentando "El Eternauta" desde su tapa

Rápidamente, comenzaron a llegar cartas que la revista reprodujo en su correo. Un hombre escribió: “Soy un antiguo lector de El Eternauta, lo seguí, capítulo tras capítulo en el viejo y olvidado Hora Cero SemanalLos dibujos de Breccia son confusos, hay cuadros virtualmente inexplicables y los protagonistas se confunden entre sí. Las mujeres, por ejemplo, tienen las tres la misma cara”.

Otro lector apunta en el mismo sentido: “Siguen con la confusa versión de El Eternauta. No quiero pensar lo que ocurrirá cuando aparezcan el resto de los personajes (leí la vieja versión). Pidan al dibujante que no intente intelectualizar este extraordinario guion de Oesterheld: lo único que está consiguiendo es arruinarlo”.

El Eternauta I versión Breccia 2
"El Eternauta" dibujado por Alberto Breccia

Breccia contó lo que ocurrió a continuación: “Me llamaron y me dijeron que cambiara el dibujo, que lo hiciera más claro, más comercial. Les contesté que yo dibujaba así y que, si a ellos no les gustaba, podían levantar El Eternauta. Sé que también hablaron con Oesterheld, y a él le pareció mal que la obra quedara trunca. Por eso se ofreció a abreviarla, a meter en dos o tres capítulos más de la mitad de la historia. Así se hizo, mientras seguían publicando cartas en contra de lo que yo estaba haciendo”.

Luego, Oesterheld dio su versión de los hechos: “Lo llamaron a Breccia, le explicaron que había un desfasaje con lo que el público quería, y de muy buena manera —lo trataron como una dama— le pidieron que suavizara la cosa. Lo volvieron a llamar dos o tres veces. Y él no hizo caso. Le mande una carta a Vigil, el dueño de la editorial, diciéndole que eso era una falta de respeto al lector, y todavía le propuse —también decían que la historieta les resultaba cara—, abreviar el final. Creo que harían falta quince páginas más. ‘Páguenle a Breccia lo que con él han pactado y a mi no me paguen un centavo y les hago lo que les falta de guion y ahí se termina El Eternauta”.

El director de Gente, Carlos Fontanarrosa, escribió una carta a los lectores donde exponía su punto de vista sobre lo ocurrido y se permitía chicanear al dibujante: “Que me disculpe Breccia, un gran dibujante y diría artista, pero nosotros en nuestra misión de lograr comunicación no debíamos habernos entregado a la forma estética de su dibujo, que por momentos la hizo ininteligible”.

El Eternauta I versión Breccia
"El Eternauta" dibujado por Alberto Breccia

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El maestro Alberto Breccia

Aunque uruguayo de nacimiento, Alberto Breccia (como el guionista paraguayo Robin Wood, figura emblemática de editorial Columba durante cuatro décadas, y creador de grandes éxitos como Nippur de Lagash, Pepe Sánchez, Mojado y Dago) desarrolló la mayor parte de su trabajo en Argentina.

El artista, que confesaba haberse iniciado en el dibujo para no trabajar en los mataderos de su barrio natal, colaboró con una gran cantidad de guionistas, pero su encuentro con Oesterheld marcó un antes y un después en su carrera.

Alberto Breccia
Alberto Breccia

Junto al escritor creó varias de sus historietas más emblemáticas, especialmente Sherlock Times, un investigador del tiempo y el espacio que vive con un jubilado porteño mientras resuelve extraños crímenes; Mort Cinder, un inmortal que sufre las experiencias más extremas imaginables, incluyendo la batalla de las Termópilas; y El Che, un relato sobre la vida del revolucionario argentino.

Su otro gran colaborador fue Carlos Trillo, con quien creó títulos inolvidables como Un tal Daneri, “un detective de barrio, un pesado sin esperanzas”; Nadie, sobre un personaje “a lo James Bond”, lleno de humor e ironía; Viajero de Gris, donde un prisionero escapa de su celda para vivir extrañas aventuras en diferentes tiempos y lugares; y Buscavidas, sobre un personaje que se empeña en registrar los momentos más terribles —o patéticos— de las vidas ajenas.

ML