COLUMNISTAS
Trump, politicamente insano

Temblores de guerra II

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Guerra del golfo. Conflicto en 1990/91 liderado por EE.UU. | armada de EEUU.

Si el director de cine estadounidense Stanley Kramer aún viviese, haría una remake de su comedia de 1963 El mundo está loco, loco, pero esta vez en tono de tragedia.

Basta contemplar la foto política y social del planeta; o para tratar de entender ese espanto, la película desde al menos 1967, cuando el Estado de Israel, con justificadas razones defensivas, inició una guerra contra Egipto, Jordania, Irak y Siria que acabó en conquista, ya que se apropió de la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán. Los palestinos aún siguen reclamando a Israel y al mundo su legítimo derecho a un Estado.

En 1979, una justificada revolución contra la medieval monarquía del sha de Persia acabó en el régimen del ayatolá Ruhollah Jomeini, a la cabeza de fanáticos antijudíos y antioccidentales dispuestos a cualquier cosa, incluyendo terrorismo internacional y crímenes masivos contra la oposición política interna y la minoría sunita.

La película sigue con la invasión a Panamá en 1989, ordenada por el presidente George Bush con la única “razón” de que el general-dictador Manuel Noriega estaba acusado por un tribunal estadounidense. Luego, la invasión de Irak a Kuwait en 1990, con la excusa de que Estados Unidos se apropiaba del petróleo kuwaití a precios muy bajos. Esto generó la Guerra del Golfo contra Irak en 1990/91, a cargo de una coalición de 34 países –incluyendo a Argentina–, liderada por Estados Unidos y autorizada por Naciones Unidas. Bush afirmó entonces que esa guerra no obedecía “al propósito de defender los intereses petroleros, sino al principio ideológico de combatir la agresión contra un país soberano”. Aliados como el gobierno socialista francés, que habían vetado una condena del Consejo de Seguridad a la invasión de Panamá, aprobaron la condena a la de Kuwait y se sumaron a la Guerra del Golfo. Este cretinismo internacional acabó exhibiendo contradicciones durante la Guerra de Irak 2003/10.  

Al día de hoy, la película se fija en foto, ya que nadie podría guionar un final. La primera potencia mundial está gobernada por un narcisista mendaz, racista y xenófobo, una de cuyas primeras medidas autocráticas consistió en retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, firmado en 2015 por otras cinco potencias –Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania–, además de imponer graves sanciones económicas al régimen iraní.

No es necesario detallar aquí las consecuencias de esa decisión al día de hoy; bastará leer este periódico y haber seguido los últimos acontecimientos. Al escribirse este artículo, el jueves 9, todo parecía haber entrado en calma, pero ningún observador serio e informado se atrevería a asegurar que esta impasse continuará.

Ocurre que el políticamente insano Donald Trump parece tener todas las chances de ser reelecto en noviembre próximo, salvo que el impeachment en curso lo impida, algo hoy improbable dada su mayoría en el Senado, el apoyo republicano y de un sector considerable de la opinión.

Entretanto, prosigue “(…) el crecimiento de la extrema derecha en Europa, la reaparición de diversas formas de populismo en América; los fundamentalismos religiosos; la regresión a ‘lo más puro de la tradición’, que en Oriente se expresa en lapidaciones y terrorismo y en Occidente en disputas económicas con métodos políticos mafiosos, deterioro democrático y ‘relato’ nacionalista” (http://www.perfil.com/columnistas/Temblores-de-guerra-----------20140727-0004.html).

¿Qué pasaría pues si todo acaba en una guerra contra Irán? ¿Qué harían su aliados Rusia, Quatar, Hezbolá en El Líbano y Gaza, Hutíes en Yemen, milicias en Irak? Medio Oriente podría estallar, o quizá el planeta entero. En el “mejor” de los casos, Irán sería destruído sin más, pero el terrorismo internacional campearía por sus fueros.

En fin, que todos tienen sus razones, pero proceden alocadamente. Y así va el mundo.

*Periodista y escritor.