Determinante y categórico. Así se escuchó al Presidente en cadena nacional cuando anunciaba las derogaciones impulsadas para lograr la apertura y desregulación económica que está dispuesto a llevar adelante su gobierno. Acompañado de sus ministros, en proyección de un respaldo a un anuncio tan polémico, que produjo en escaso tiempo, en diversos puntos se autoconvocaron vecinos para expresar su repudio y rechazo a las medidas recién confirmadas.
A 11 días de asumir su mandato se confirman muchas premisas esbozadas en la campaña, y otras que asoman. Asistimos a una crisis económica y política en igual sustancia, porque los actores que impulsan un modelo minimalista chocan frontalmente con quienes ven sus derechos avasallados frente a lo que identifican como un ajuste feroz frente a un Estado presente en medio de un abrir y cerrar de ojos. Lo cierto es que, si bien las medidas convergen con lo esperado en cierta forma, también se esperaba una cierta gradualidad.
Así colisionan, de manera tripartita, oficialismo, oposición y sociedad. La población en su conjunto asiste nuevamente a una polarización ideológica entre quienes sostienen con fe ciega al nuevo gobierno y quienes ven en él un duro golpe a los trabajadores, a la soberanía, a los derechos e incluso a otra acepción de la palabra “libertad” con respecto a las manifestaciones sociales. Esto produce, en simultáneo, un reacomodamiento de las fuerzas políticas. Fracturas de espacios, nuevos bloques legislativos y una amalgama de posiciones entre extremos.
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Consabido es que estas tensiones producen, al menos, una merma de legitimidad en un sector del electorado que llevó a la presidencia a Javier Milei, mientras en segunda instancia lo controversial de su decreto de necesidad y urgencia promueve un conflicto de gobernabilidad. Cacerolas de por medio.
Una incógnita es el rol de los sectores políticos de la oposición. Es aquí donde la demanda de representatividad será uno de los temas de agenda de aquí en adelante. Cierto es que el DNU como metodología de gobierno avasalla las atribuciones del Congreso; las astillas asoman tensando ambos poderes. Por el momento, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue quien se manifestó en contra de las medidas. Será una difícil convivencia entre Nación y Provincia, con signos políticos e ideologías opuestas.
A poco de asumir, el gobierno debutó con una movilización espontánea ante la derogación de la ley de alquileres, de la ley de góndolas, la ley de medicamentos, el desprendimiento de los activos del Estado, pasando a ser sociedades anónimas para luego ser privatizadas. En síntesis, una derogación de leyes inabarcable, muy difícil de afrontar por una población que verá licuado su ingreso y que también es víctima de la flexibilización laboral a partir de los mencionados decretos.
La sociedad no quería una continuidad. Un “cambio” fue el motor de esta elección, con elementos simbólicos como “la casta”, “la motosierra”, leones y las “fuerzas del cielo”, sin dejar de lado la libertad como vagón principal de este tren. Sucedió que la semántica es ambigua, y el mesianismo no siempre es la solución.
Si bien la instauración de un modelo neoliberal es un acto repetitivo, ya utilizado y fracasado, la sociedad y la coyuntura tienen matices diferentes. La sociedad se encuentra en proceso de empoderamiento, por lo tanto, otros serán los vaivenes frente a la propuesta de Estado mínimo, habrá que ver, entonces, hasta cuánto es posible minimizar.
