COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Una columna, una carta y el color de los cristales

Un lector de Diario PERFIL realizó cuestionamientos a ciertos datos históricos consignados por el dirigente social Juan Grabois en un artículo publicado el domingo pasado. Aquí, la respuesta del ombudsman.

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Origen polémico. La primera Buenos Aires, según Ulrico Schmidl. “La verdadera historia/quien quiera oír, que oiga”. | Silvestro

El lector Humberto Guglielmin formula, en su carta publicada en el Correo de hoy, cuestionamientos a datos históricos consignados por el dirigente social y flamante actor político Juan Grabois en la columna de la contratapa del suplemento Domingo, publicada por PERFIL el domingo 4. No es común que en el espacio del ombudsman se comenten o respondan contenidos epistolares referidos a colaboradores o columnistas. En este caso sí se hará para que los lectores puedan contar con datos ciertos, verificables y no se vean afectados por errores de interpretación o información.

El texto de Grabois, titulado "Los descartados", es un fragmento de su libro La clase peligrosa, publicado este año por editorial Planeta, y se refiere a la situación de buena parte de la población de la cuenca Matanza-Riachuelo, en particular los obreros de curtiembres de la zona y sus familias.

"Los primeros afluentes que tiñeron el Riachuelo salieron de las venas de varios millares de querandíes masacrados por las huestes de Pedro de Mendoza en el siglo XVI, hecho que le da nombre original al río Matanza y a La Matanza, el municipio más populoso del país", dice Grabois en la columna aludida. Están contenidas allí las dos referencias históricas que el lector Guglielmin critica.

  • Tiene razón el lector cuando afirma que no fueron miles los querandíes muertos por las tropas de Mendoza. En verdad, el fracaso de la política de relación del Adelantado para con los pobladores de la región llegó a su máxima expresión con la fallida incursión punitiva de su hermano y las tropas que lo acompañaban, que acabó con más de la mitad de esas fuerzas muertas por los querandíes y los consecuentes ataques de estos contra aquel primer asentamiento, que quedó finalmente destruido y sus ocupantes huyendo hacia tierras santafesinas.
  • Se equivoca, en cambio, cuando afirma que Fray Bartolomé de las Casas nunca recibió información del Río de la Plata y que, por lo tanto, no describió matanzas de habitantes originarios en la región. Esto no es así: de las Casas describió con crudeza masacres de indígenas en este territorio, aunque sin precisar que esto hubiese sucedido en los alrededores de Buenos Aires. Son dos párrafos muy claros (de los cuales el texto de Grabois rescata sólo una parte), y creo conveniente agregar una breve referencia de esa obra del historiador citado: “Supimos muy con verdad que han destruido y despoblado grandes provincias y reinos de aquella tierra, haciendo extrañas matanzas y crueldades en aquellas desventuradas gentes”.
  • Finalmente, tanto Grabois como Guglielmin eligen una sola fuente para definir –con suerte diversa– por qué La Matanza se llama así. En verdad, los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre este tema, y son al menos seis las teorías que intentan explicar el nombre de ese territorio cercano a la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Dos de ellas son las consignadas por los involucrados en la polémica: una masacre de indígenas ordenada por Pedro de Mendoza (Grabois) o la captura y muerte de ganado alzado para aprovechar el cuero (Guglielmin). Otras son la derrota de las tropas capitaneadas por Diego de Mendoza; el exterminio de perros cimarrones, contabilizado por miles; un ataque sin cuartel contra los querandíes ordenado por Juan de Garay entre 1580 y 1582; inversamente, un homenaje a Garay en el sitio donde fue asesinado.

Un interesante artículo sobre el tema publicado por Diario Registrado en 2014 cita otro, escrito por el periodista Javier Tucci, quien sostiene que La Matanza recuerda la derrota que los españoles sufrieron a manos de los querandíes y afirma que se trata de "la historia de un pueblo que se resistía a ser sometido por otro". Concluyó: “Deberíamos cambiar esa raíz mentirosa por el nombre de ‘La Resistencia’”.