COLUMNISTAS
LAS RAZONES DEL PARO DEL MARTES

Una huelga a favor de la Constitución

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Al momento de escribir estas líneas, estaba ratificado el paro de varios gremios, entre ellos los correspondientes al servicio de transporte público, para el próximo martes 9 de junio.

De concretarse, los sindicalistas que protestan, entre otras cosas, por el efecto de la falta de actualización de los mínimos no imponibles del Impuesto a las Ganancias que afectan a quienes perciben sueldos relativamente altos, estarán, casi seguramente sin saberlo, imitando y homenajeando a quienes lucharon por la Independencia norteamericana hacia finales del siglo XVIII, y a los patriotas locales, quienes siguieron esos pasos a principios del siglo XIX.

En efecto, uno de los principios clave que defendieron aquéllos representantes de las colonias de América del Norte, luego traducido, insisto, por estas playas, fue el que se resume en “no hay imposición sin representación”. Es decir, los impuestos sólo pueden ser establecidos por los representantes del pueblo en el Congreso.  Al no estar representados en el Parlamento británico, los colonos se rebelaron contra el intento de la corona de cobrar más impuestos, e iniciaron la guerra por la Independencia.

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Ese principio, son sólo los representantes de la gente en el Congreso, los que pueden autorizar los destinos de los fondos públicos y con qué impuestos dichos gastos se financian, fue luego incorporado a los cuerpos constitucionales de las democracias modernas, como uno de los elementos centrales.

Sólo el Congreso autoriza gastos, y endeudamiento. Sólo el Congreso, por ley, fija los impuestos y las alícuotas de los mismos.

Cuando los sindicalistas se rebelan contra la falta de ajuste por inflación del Impuesto a las Ganancias, aunque no lo plantean así, se rebelan, de alguna manera, contra la decisión, del Poder Ejecutivo, de cobrar un impuesto, el impuesto inflacionario, que no votaron los representantes del pueblo en el Congreso. Se rebelan contra el cobro de un impuesto, claramente inconstitucional.

Algo similar sucede con los ahorristas que compran dólar ahorro, o que intentan dolarizarse de alguna otra manera

También ellos –nosotros– se rebelan contra el intento del Gobierno, de cobrar un impuesto no legislado como manda la Constitución.
En ese sentido, resulta absurdo el planteo de varios funcionarios públicos, esta semana, sugiriendo la necesidad de “recuperar el peso” como moneda de ahorro, acusando a los ciudadanos de “poco patriotas” por preferir dólares a pesos.

En lugar de considerarse ellos  “traidores” por violar la Constitución cobrando impuestos no legislados, los funcionarios acusan de traidores a quienes pretenden evadir dicho impuesto. Impuesto que no es menor. Desde el 2002 para aquí los precios, en promedio, subieron mil %. Es decir, el billete de cien pesos de hoy, equivale a uno de diez de fines de 2001.

Pero bueno, se trata de una mancha más en la enorme cantidad de manchas que presenta el tigre institucional argentino.

Al respecto, no sólo se recaudan impuestos no fijados por el Congreso, también se gastan fondos sin control de los representantes del pueblo, a través de fideicomisos varios y otros artilugios que llevan el gasto extrapresupuestario a niveles récord. El Fútbol para Todos es un escándalo por su repercusión popular, pero no es ni el único, ni el menor de los gastos descontrolados del Estado argentino, tan elogiado por la Presidenta.
Mientras tanto, la producción de matriz diversificada e inclusión social, ha quedado reducida a una minifiestita de consumo en 12 cuotas, para algunos. Ahorro en dólares a precio subsidiado. Ganancias “anotadas” en tasa de interés en pesos, contra un dólar quieto, aumentos salariales nominales, y un gasto público desbordado financiado directa o indirectamente con el Banco Central.

A la luz de los resultados y de estas políticas, parece que quienes más explicaciones tendrán que dar, durante la campaña electoral, son los que defienden la “continuidad”. Es la continuidad la que no parece tener, en la práctica, una oportunidad.

Afortunadamente, la sociedad argentina podrá este año dirimir democráticamente, con su voto, si prefiere, entre otras cosas, un contexto institucional diferente, o si insiste en  mantener vivo este modelo que, claramente, muestra todas las señales de agotamiento posibles. Manifestada en una economía estancada –aún en niveles altos– y un empleo sostenido sólo en el empleo público.