COLUMNISTAS
ACUERDO CON EL FMI

Una oportunidad para generar consensos

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Legislativas. El triunfo de la oposición se asoció más a un modo de oponerse al Gobierno. | cedoc

La sociedad no está contenta con el momento que vivimos, la bronca  y el desánimo les ganan a la esperanza. La frustración no es solo  porque el gobierno de Alberto Fernández hasta ahora, no cumplió sus promesas de campaña, la frustración incluye al conjunto de la dirigencia política.

La sociedad argentina se ha ido agrietando al compás del agrietamiento de sus dirigentes políticos. Ambos bandos colaboran. Una dirigencia que pone sus creencias básicas como piedras filosofales que descalifican al otro está cansando a la sociedad. Es una dirigencia que ha perdido el feeling  con los ciudadanos. Por eso la grieta, además de entre dirigentes ahora es nuevamente, como fue a comienzo de siglo entre los electores con los dirigentes.

Tenemos una dirigencia nacional que tiene una de las peores evaluaciones desde la década del 90. En efecto, si el promedio del balance de imagen de los principales dirigentes hasta fin de siglo pasado tenían signo positivo, entre 2000 y 2002 tuvimos el peor  de los registros, fue el momento del que se vayan todos. El actual, pero sin un contexto  de crisis político económico similar, es el segundo peor momento.

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En el año  2001 el promedio registraba –19 pts (menos 19) actualmente registramos– 16 pts. Es que los principales dirigentes registran en su mayoría balance de imagen negativo.

La negatividad va al compás de la crisis  de representación de las fuerzas políticas. En las últimas elecciones legislativas el triunfo de la oposición, estuvo más asociado a un modo de oponerse al Gobierno, que haber logrado presentar un mejor proyecto de futuro.

El ¡BastaCristina! fue la consigna alrededor de la cual se organizó el voto de Juntos y el ¡basta de lo mismo!, el modo en que se organizó el voto hacia derecha e izquierda y la abstención electoral.

Tenemos entonces muchos ¡basta!, muchos queremos otra cosa entre opositores y desencantados, mientras por el lado del oficialismo tuvimos un electorado que aplaudió la crítica al pasado, cargó las culpas en Macri y aprobó lo hecho en pandemia, tanto en lo sanitario como en lo económico. Pero la balcanización dirigencial y los tironeos dentro de las principales fuerzas generan costo político. Por el lado del oficialismo, los ciudadanos quieren soluciones y no estar preguntándose quién lleva el timón del país. Mientras la oposición en espejo, muestra pujas de poder que reafirman la idea de que se atrajo un voto antigobierno, pero no un voto por la positiva.

La mala evaluación que la opinión pública tiene del mundo dirigencial está asociada tanto a  la balcanización política  como a  la grieta entre fuerzas políticas.

Hoy el país muestra un crecimiento / rebote que lo pone en una situación prepandemia. Pero,  estar en  prepandemia es estar donde nos dejó Macri, el lugar no deseado como mostraron las elecciones 2019.  

El acuerdo con el FMI le da al Gobierno la posibilidad de un nuevo punto de partida. Definir metas, afirmar liderazgos, cumplir  la promesa de que el acuerdo con FMI se hace en el marco de crecimiento económico.

Nuestros estudios muestran en forma sistemática que el 75% de los electores creen que con la grieta dirigencial el país no tiene salida, 80% quieren que oficialismo y oposición se pongan de acuerdo, y creen que la deuda con el FMI debe pagarse. No será ésta una oportunidad para la dirigencia en general, y el Gobierno en particular para reencontrarse con los ciudadanos, y entre ellos. A partir de la próxima semana con la presentación del ministro Guzmán en el Parlamento, podremos empezar a conocer si estamos ante el comienzo de una nueva etapa, o ante más de lo mismo.

*Consultor Político.