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politica exterior

Una visión de horizontes diversos

Debemos estar preparados, desde el punto de vista diplomático, ante el brusco cambio que parece implementar Donald Trump en el comercio mundial.

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Populismo. Al estilo “jacksoniano nacionalista”, por el ex presidente Andrew Jackson. | AP
En un mundo de creciente incertidumbre, cambios bruscos y marcadas zonas de angustia, la Argentina debe implementar y calibrar en forma continua una estrategia de “horizontes diversos”. Esta visión busca tener relaciones positivas y simultáneas con el exterior próximo, las potencias establecidas y las emergentes. Pero en el caso de una potencia media como la Argentina no es equivalente a una estrategia de touts azimuts –el escalar todas las cumbres existentes–. Sino que debe ser selectiva y tener límites geográficos precisos, según el nivel al que se actúe.

El presidente Macri parece apoyar la idea de generar mayores grados de autonomía mediante una estrategia de “horizontes diversos”, al afirmar en una entrevista al diario suizo Neue Zürcher Zeitung que “procuramos tener buenas relaciones con todos, y no depender de una potencia en particular”.

A nivel político, debemos tener relacionamientos estrechos con los que comparten nuestros valores democráticos. En el exterior próximo esto incluye al Mercosur y a la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México). Y a nivel de las potencias establecidas: los EE.UU., Canadá, Europa y Japón, junto a países desarrollados como Corea del Sur y Australia. En particular, mantener hoy una relación con los EE.UU. presenta un delicado desafío político, dada su aparente inclinación a retraerse del escenario mundial. En las palabras de Raymond Aron en su libro La república imperial: “Los EE.UU. no podrán lograr el apoyo de ningún Estado, ni generar un sentimiento de lealtad, si no se presenta como co-responsable de un orden internacional”.

Con las potencias emergentes, hay que mantener las mejores relaciones  posibles con dos países con regímenes autoritarios: China y Rusia. Con ellas debemos colaborar en asuntos concretos de carácter global, pero habrá que tener sumo cuidado en que las interacciones económicas o tecnológicas bilaterales no tengan impactos negativos en nuestro sistema político. A su vez debemos profundizar las relaciones políticas con India, la mayor democracia del mundo, y con países claves de la Asean, como Indonesia y Malasia.

A nivel comercial, nuestro país debe ser más ambicioso geográficamente. Esto se debe a la demanda universal de nuestros productos alimenticios –más de dos tercios de nuestras exportaciones–, y a las crecientes trabas al comercio en potencias establecidas y emergentes. Se debe fomentar la visión de una “nación exportadora”,
con participación de todas las provincias. Así, además de los destinos habituales, hay que enfocarse en India y la Asean –los de mayor crecimiento–, y capitalizar  oportunidades en Africa y Medio Oriente.

Sin embargo, el brusco cambio que parece implementar Trump en lo comercial, plantea desafíos. Un aspecto relevante es la particular naturaleza del populismo que respalda a Trump, que el experto Walter Russell Meade llama  “populismo jacksoniano nacionalista”. Este se origina en el pensamiento del primer presidente populista, Andrew Jackson (1829-1837), cuyo retrato cuelga al costado izquierdo del escritorio de Trump. Esta visión no considera al excepcionalismo americano como función de la atracción universal de sus ideas, o de la vocación por transformar el mundo. Más bien, este exepcionalismo se centra en un singular compromiso con la igualdad y dignidad de cada ciudadano. Así, para los jacksonianos, el principal foco del gobierno debe estar a nivel doméstico. Esto comienza a notarse en la relación comercial bilateral, con el bloqueo al acceso del  biodiésel argentino.

A nivel de inversiones, el foco debe estar en las potencias establecidas, en las emergentes China e India, y en Brasil, Chile y México en el exterior próximo. El foco debe estar en atraer inversiones extranjeras directas (FDI, por sus siglas en inglés), que apoyen un modelo de desarrollo claramente explicitado por el gobierno actual. Y no en atraer inversiones especulativas de corto plazo.

A nivel militar nuestra primera prioridad debe ser mantener relaciones  pacíficas con Chile y Brasil, el mayor logro de nuestra política exterior en este tiempo democrático. Para ello debemos mantener frecuentes reuniones bilaterales de tipo político-militar. A nivel hemisférico, es aconsejable ir aumentando los grados de cooperación y coordinación, para lograr mayor autonomía,  pero sin  confrontar con los EE.UU. A nivel global, nuestro país debe seguir participando en el marco institucional de la ONU, lo que incluye actuar en misiones de paz, y en acciones apoyadas por el Consejo de Seguridad. Con respecto a equipamientos militares, la oferta global actual es amplia, lo que nos libera de entrar en alianzas formales  para obtenerlos.

En lo militar, las zonas de angustia se encuentran alejadas de la Argentina, y tienen carácter regional. Varias están asociadas a posibles conflictos entre los Estados Unidos con Rusia –Este europeo y Medio Oriente–, y con China –islas en los mares de China y Corea del Norte–. Así, la Argentina deberá actuar con sumo cuidado ante las acciones del gobierno Trump. Estas pueden, por un lado, ser influenciadas por otra característica del populismo jacksoniano: la tendencia a sólo interactuar en forma “intermitente” con la política exterior. Por el otro, por lo que la revista alemana Der Spiegel describe como la tendencia de Trump a actuar en base al instinto y a su estado de humor, más que basado en lo racional y meditado. A su vez, debemos estar preparados desde el punto de vista diplomático, por si su interacción “intermitente” con el exterior, se convierte en frecuente.
A modo de conclusion, el implementar una estrategia de “horizontes diversos”, con claras prioridades geográficas según al nivel donde interactuemos, maximizará el impacto de nuestra política exterior.

*Autor de Buscando consensos al fin del mundo: hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027), publicado por el CARI, con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer.