COLUMNISTAS
EMPRESARIOS EN BUSCA DE ALBERTO

Va a ser tan lindo hacer un puente

Alberto Fernández
Alberto Fernández. | NA

Son días frenéticos para los lobbistas. Los consultores están en llamas. Corren una carrera contra el tiempo en esta transición para sentar a figuras del empresariado con el flamante presidente electo. Se patean las muletas con tal de hacer un puente con los ministeriables del Frente de Todos. Los que hasta hace nada vendían cercanía con “Mauricio”, soltaban “Mariu” o decían estar como chanchos con “Horacio” o “Rogelio”, ahora llegan a impostar confianza y tiran “Alberto”, obviamente, pero también “Wado”, “Juan”, “Santi”, o “Sergio”, las vías más transitadas para conseguir un salvoconducto al nuevo poder.

El caso de Mercado Libre expuso ese trayecto. Asustado por el resultado de las PASO, Marcos “Yo lo voto” Galperin llamó al empresario farmacéutico Hugo Sigman, que a través del hombre más pragmático de La Cámpora y posible ministro del Interior, Wado de Pedro, armó un encuentro con el futuro jefe de Estado. Se dio todo en horas. “Me hubiera gustado que fuera privado”, le dijo la semana pasada Galperin a Jorge Fontevecchia. Como también contó Sigman en PERFIL, el dueño del Grupo Insud conoce a “Wado” hace años por un fortuito vínculo con uno de sus hijos, aunque en realidad tiene el troquel cortado en el círculo íntimo del albertismo también por otra vía.

Cuenta la leyenda que en los 80, cuando Ginés González García era ministro de Salud en la provincia de Buenos Aires gobernada por Antonio “el abuelo de Santiago” Cafiero, hubo un primer encuentro con los popes de los laboratorios. Con dureza, el funcionario les marcaba la cancha en una mesa redonda donde el clima se cortaba con un cuchillo. Al terminar, sin que hubiera cesado la tensión, y mientras todos dejaban la sala, uno de ellos se acercó a Ginés, le puso la mano en el hombro y le dijo, “seguí así que vas bien”. Era Sigman. Desde entonces trabaron una relación personal y de afecto mutuo que se mantiene hasta hoy. Más tarde, en ese entorno conocería al doctor tucumano Juan Manzur. Su gestión coincidió con el crecimiento del laboratorio como una de las industrias de vanguardia. Cuando no había stock de vacunas para la gripe A, allá por 2009, logró un acuerdo con Novartis para traer la tecnología y fabricarla, y aún hoy la hace en su planta de Garín. Más tarde, conseguiría el OK de la Anmat para sacarle a Roche el jugoso negocio de un medicamento biológico contra el cáncer, en otro hito para la ciencia argentina, que se mostraba capaz de imitar moléculas del Primer Mundo.

“Santi”,“Wado”, “Juan”, “Sergio”: los nombres que repiten los lobbistas

Hoy Manzur es albertismo puro. Encabeza “el club de los goberna”, la liga de líderes provinciales que no vas a ver en Eterna Cadencia pero que exhibieron la corpulencia del poder tradicional en la extrañísima grada que se armó detrás de la jura en la gobernación de Tucumán, en la semana posterior a la elección general.

Pistas. El gobierno de los CEO es el que se va, pero este que llega como mínimo podría ser el de los empleados top de Corporación América, el holding madre de Eduardo Eurnekian, otro de los hombres más ricos de la Argentina y zar de los aeropuertos del país. La semana pasada pidió licencia en la empresa Vilma Ibarra, integrante senior del departamento de legales, para sumarse al equipo técnico de Fernández, de quien se anticipa que podría ser nada menos que su secretaria de Legal y Técnica. Guillermo Nielsen, referente económico clave del Frente de Todos, que acaba de designar jefa de prensa y responde con emoticones de cierre en la boca, fue dos años auditor interno de las empresas de Eurnekian. Allí también trabaja como director el ex canciller Rafael Bielsa, que si bien nadie incluye como futuro funcionario esta semana emergió con declaraciones sobre el periodismo y anticipó que “este gobierno no va a perseguir” al que piensa distinto. Como asesor suyo, en tanto, trabajó durante algún tiempo también Eduardo Valdés, el ex embajador en el Vaticano que se ha constituido en un hombre clave del lazo entre Fernández y Cristina Kirchner. Valdés, hoy álter ego de Alberto, llegó a ser muy amigo del empresario armenio, y hasta tuiteaba un festejo compartido del Año Nuevo 2017. Pero ya no más. Su relación está quebrada. A veces el exceso de confianza puede dinamitar un puente.

Enchufado. El hombre fuerte de las fábricas electrónicas en Tierra del Fuego, Rubén Cherñajovsky también tuvo su foto con Fernández en estos días. Después de ver cómo la gestión de Cambiemos achicó el negocio en la isla, puede sentirse afortunado: justo le cae la decisión de continuar o no con la promoción industrial en la zona que vence en 2023 a un gobierno con discurso industrialista.

De todas formas, será un desafío para el próximo gobierno sostener en el presupuesto los casi $ 70 mil millones por año que bancan un régimen que genera algo menos de 10 mil empleos, más allá del objetivo de poblar una zona clave por  cuestiones geopolíticas. Con un fondeo similar, la Cámara Argentina de la Construcción propone construir 40 mil viviendas y generar 30 mil empleos directos y 40 mil indirectos, en el marco de un pedido de declaración de emergencia para el sector que presentaron esta semana. A propósito, se lo quisieron hacer llegar al albertismo, pero no tienen claro quién es el interlocutor, según dijeron en una conferencia de prensa cuando el presidente electo estaba en México viendo a Andrés Manuel López Obrador, justo un doble apellido que re da a construcción. Un dato: cuando Fernández fue a Tucumán a la asunción de Manzur, hubo popes del ramo salpicados por la causa de los cuadernos que dijeron presente, como  José Cartellone. “Fue a título personal”, explica Julio Crivelli, titular de la Camarco, al menos hasta fin de año.

El intento de los empresarios por tener un mano a mano con el presidente electo y llevarse un semblante de lo que piensa o tratar de tener una idea de lo que va a hacer puede ser, sin embargo, un esfuerzo en vano. Empieza a instalarse la idea de que Fernández le dice a cada interlocutor lo que este quiere escuchar. Con Rafael Correa, se le suelta la idem para pegarle a los medios. Con Clarín, defiende el rol de los periodistas y hasta suelta un “Héctor, que no me deja mentir”.  El humorista Ariel Tarico lo personificó esta semana dialogando con un falso AMLO. El chiste del sketch era que su Alberto terminaba diciendo “capitalismo pinche cabrón”.