COLUMNISTAS
Pepe Eliaschev

Valores para imitar

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Pepe Eliaschev. | Pablo Temes

Una vez, durante mi etapa de estudiante universitario, la agrupación reformista que integraba invitó a Pepe Eliaschev a dar una charla a la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata. En un contexto político siempre adverso para esa fuerza, él aceptó la invitación. La concurrencia fue un fracaso. El Salón de los Espejos del ex Jockey Club –edificio donde se dictaban la mayoría de las asignaturas de la carrera– estaba casi desierto.

Con vergüenza, le ofrecí cancelar la charla. Él se negó rotundamente. Dijo que la daría por respeto a las personas –no más de diez– que habían ido a escucharlo.

Terminada la disertación fuimos a un bar cercano. Después de comer un tostado y tomar una gaseosa, subió al auto que lo devolvió a su domicilio porteño. Aquella tarde, con sencillez y humildad, Pepe me dio una lección de profesionalismo que nunca olvidé.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Ya graduado, nos cruzamos de nuevo. En marzo de 2006, a propósito de los treinta años del último golpe de Estado, lo entrevisté de un modo singular. El reportaje, realizado junto a la colega Virginia Vénere, formó parte de una emisión especial en Radio Universidad Nacional de La Plata. En efecto, todo estuvo pensado y guionado como si fuera 24 de marzo de 1976 a las diez de la mañana.

Con la mente en el pasado y el relato en tiempo presente, Eliaschev habló sobre su respaldo a Héctor Cámpora en las elecciones de 1973, una lejana participación en la revista El Descamisado, la cercanía con sectores peronistas de la Tendencia Revolucionaria, su rechazo de la lucha armada y el exilio en Venezuela, emprendido en 1974, tras las amenazas de la Triple A.

Meses después de esa conversación se publicó el libro Lista Negra. La vuelta de los 70. Allí, Pepe narró las circunstancias en las que su programa Esto que pasa fue levantado del aire de Radio Nacional. Ocurrió en diciembre de 2005.

Néstor Kirchner era presidente de la Nación, Alberto Fernández jefe de Gabinete y Adelina Olga “Mona” Moncalvillo directora de la emisora estatal. No se hablaba aún  de periodismo militante, pero las voces críticas ya irritaban al kirchnerismo.

Frente al hecho consumado, le envié a Eliaschev un correo electrónico. En pocas líneas, le manifesté mi solidaridad ante el abrupto final de su ciclo. Al tiempo, en una madrugada de lectura, di con aquel texto en su libro. Ese gesto, la cita del mensaje remitido, fue una muestra de generosidad.

Volvimos a vernos el 1º de abril de 2009, en el velatorio de Raúl Alfonsín en el Congreso Nacional. Grabador en mano, le solicité una reflexión sobre el fallecido ex presidente. Entonces, defendió el diálogo político y pidió evitar toda forma de autoritarismo. Sabía lo que decía: la grieta iba en aumento.

Dos años más tarde, se produjo un hito en su extensa carrera periodística: el 26 de marzo de 2011, en una recordada columna publicada en PERFIL, Eliaschev reveló que, según un documento hasta entonces secreto, el gobierno argentino negociaba con Irán dejar de investigar los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel.

El artículo fue una primicia y tuvo impacto internacional.

En septiembre de ese mismo año hablamos por última vez. Charlamos sobre su libro Los hombres del Juicio, trabajo que reúne los testimonios de los jueces y fiscales que llevaron adelante el Juicio a las Juntas. Curiosidades del destino: el proceso legal finalizó el 9 de diciembre de 1985 con la condena de los responsables del terrorismo de Estado. Seis días antes, en una suerte de guiño ético entre periodismo y democracia, desde Radio Splendid había comenzado a emitirse Esto que pasa. Con editoriales sin apuntes y transitando diferentes estaciones del dial, el espacio marcó para siempre a la radiofonía argentina.

Pepe Eliaschev abandonó la vida y el periodismo el 18 de noviembre de 2014, a los 69 años, tras padecer una enfermedad terminal.

A seis años de su fallecimiento, la rigurosidad analítica, honestidad intelectual y compromiso profesional que lo caracterizaron son valores para imitar.

 

*Licenciado en Comunicación Social (UNLP).