COLUMNISTAS
Gestion cultural

Vive la ineficiencia

Hace algunas semanas el diario La Nación anunciaba que los museos alquilan cada vez más sus salones para reuniones sociales o comerciales. La idea como fuente de ingresos era digna de celebrar.

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Hace algunas semanas el diario La Nación anunciaba que los museos alquilan cada vez más sus salones para reuniones sociales o comerciales. La idea como fuente de ingresos era digna de celebrar. Sin embargo, la nota se limitaba a lugares de gestión privada, el MALBA y la Fundación Proa. Y los entes públicos, ¿por qué no salen así a buscar recursos? Salvo excepciones (el Sívori, el Centro Recoleta, por ejemplo), no se alienta el alquiler de espacios estatales para cumpleaños, bodas, lanzamiento de nuevos productos y otras promociones. Más allá de una aburrida presentación de un libro, “no hay ordenanza que lo permita”, tampoco hay ideas ni gestión.
El comentario fue de una señora (“Aquí falta gestión cultural.”) que esperaba el inicio de una película en el hermoso, algo decadente cine Gaumont. La función se suspendió (al cañón de exhibición le faltaban municiones o algo así) al parecer por una falla mínima.
El Gaumont, como el teatro Cervantes y otros viejos, muchas veces bellos, edificios de propiedad del Estado (municipal y nacional) son ineficiencias presupuestarias conservadas en su semiruina, gracias a la incompetencia de la gestión oficial. Se desperdician lugares que deberían ser usados. Los directores no arreglan (el San Martín enfrenta reparación interminable), no tienen presupuesto, lidian con 23 o más gremios, hacen anuncios de proyectos y apoyan el poder de turno que les dio el puesto. Pero no hay gestión. Sólo nos queda celebrar la incompetencia oficial que ha permitido conservar en pie (con tropiezos) a los edificios porque no se les ha hecho nada.
La desidia permite conservar algunos (pocos) edificios de valor en Buenos Aires que no se cuidan, pero al menos escapan a la voracidad inmobiliaria y a los ingenieros con topadoras. En salas de cine y teatro, en museos oficiales, no hay venta de artículos del rubro ni recordatorios de obras o películas. Los puestos de bar están cerrados, hace años que no se pinta una pared y el cañón de proyección se intenta reparar soplando. Lo que depende del Estado está condenado al mal gerenciamiento. Nadie explica por qué debe ser así.

*Ombudsman de PERFIL.

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