Si no se admite una milanesa sin papas fritas, un ‘fresco’ sin batata, un martillo sin clavo ni un afilador sin flauta, ¿por qué debería beberse el fernet sin Coca y, encima, caliente? Pues bien, la decisión de Rodrigo de Loredo de ir por la intendencia habría dejado a la ‘fórmula perfecta’ con el vaso medio vacío y la gaseosa sin burbujas, aunque tanto él como Luis Juez se encargaron luego de enfriar cualquier posibilidad de ruptura. Tras darse a conocer la novedad, todos (tanto en el oficialismo como en la oposición) salieron a decir que el anuncio del radical era “previsible”, pero lo cierto es que a muchos ya no les quedaban uñas para comerse.
El fin de la incertidumbre se produjo el viernes al mediodía, cuando De Loredo divulgó su postulación a través de un video subido a redes sociales, en el que no se lo veía rodeado de banderas, ni de fotos de personajes históricos ni de fondos de pantalla con la imagen de una biblioteca, como suele ser usual en estos casos. Grabó su mensaje en la cocina, delante de un mesón en el que se observaba un detergente, un termo y un mate, lo que expertos en semiótica tradujeron como que quiso decir “basta de lavarnos el mate”; o que promete una administración municipal limpia, que ponga en jaque a los problemas antes de que salte la térmica.
Pero que se haya despejado esa incógnita no significa que el panorama electoral ingrese ahora en una etapa de calma chicha: el inminente cierre de listas para los comicios provinciales nos deparará en los próximos días escenas de hondo dramatismo, cuando las fuerzas que componen Juntos por el Cambio empiecen a tironear de la ‘sábana’ para hacerse mutuamente la cama. Y cuando Martín Llaryora, para satisfacer las ambiciones políticas de los intendentes peronistas sin chance de ser reelectos, deba confeccionar una boleta que deje conformes a todos, milagro solo comparable al del padre Karras, que le sacó el diablo del cuerpo a Linda Blair en ‘El exorcista’.
Los que estarán en problemas al ingresar al cuarto oscuro serán los electores, que tendrán como tarea previa estudiar muy bien el nombre de la coalición a la que pretenden votar, no vaya a ser que terminen sufragando por ese candidato al que consideran un “choro”, un “chanta”, un “personero del imperialismo” o un “repugnante miembro de la casta”. Podrían ocurrir confusiones como, por ejemplo, que un pejotista de la primera hora crea que Hacemos Juntos por Córdoba es la alianza de los radichetas; o que un camporista suponga que Creo en Córdoba es una congregación evangélica y no la versión local del Frente de Todos; o que un liberal no encuentre la boleta de La Libertad Avanza y opte por meter en el sobre un billete de un dólar.
Precisamente fue la divisa estadounidense la responsable de que las pizarras de las casas de cambio se modificaran tan seguido como la situación sentimental de la China Suárez. Tan drástica como la dolarización de la economía argentina propuesta por los libertarios, está siendo la realidad dolarizada en la que nos encontramos insertos, que ha llevado a que ni siquiera haya stock de cositos ni de pendorchos en las ferreterías. El mercado de los espectáculos internacionales también habría sufrido las consecuencias de la escalada cambiaria, al punto que se llegó a pensar que el Festival Masters Of Rock modifique su grilla y que La Konga reemplace a Kiss, Chano a Guns N´Roses y Los Palmeras a Deep Purple.
Mientras Sergio Massa pintaba yuanes de verde para hacerlos pasar por dólares, Cristina Fernández brindaba una clase magistral en La Plata, donde se prodigaba en elogios hacia el líder del Frente Renovador, gesto que muchos interpretaron como una bendición de la vicepresidenta para la candidatura del ministro de Economía, luego de que Alberto Fernández declinara presentarse para un segundo mandato. Con la moda de encajarles nombres nuevos a las alianzas, se especula con que el arco oficialista podría alinearse bajo denominaciones como Frente Antipeladista de Liberación Avanzada, Mejor Tigre que León o De Todos Menos de La Piba. En lo que coincidiría la mayor parte de los dirigentes es en que la actual gestión habría cometido tantos errores no forzados que hasta sus más grandes logros habrían sido… involuntarios.