La semana pasada Córdoba fue sede del Pre Congreso de la Red de Asistencia de las Adicciones de Córdoba (Raac) 2021, el cual se llevó a cabo en el Teatro Real. Una de las exposiciones estuvo vinculada a una adicción que viene en crecimiento y que se potenció con la pandemia: se trata del chemsex, término que deriva de la conjunción de las palabras inglesas ‘chemical’ y ‘sex’, y hace referencia al uso intencionado de drogas psicoactivas para mantener relaciones sexuales.
Esta temática lleva algunos años concentrando la atención de especialistas de toda Europa, aunque todavía se habla poco del tema en América Latina.
En el congreso realizado en Córdoba, la encargada de disertar sobre este asunto fue la doctora Eugenia Bazán Quiroga, quien dialogó con PERFIL CÓRDOBA y brindó detalles sobre esta práctica. “Desde 2018, en Europa se realizan una serie de congresos y exposiciones sobre esta temática. Es algo que preocupa y mucho en el mundo por lo que se está trabajando sobre esta realidad de salud pública. Sabemos que con el aislamiento, el consumo de sustancias ha aumentado”, comentó Bazán Quiroga y explicó de qué se trata esta adicción: “El chemsex o sexo químico es cuando se usan drogas para modificar y prolongar la ex periencia sexual. Es un tipo específico de consumo de sustancias relacionadas con el sexo. Para que se entienda: no es lo mismo aquella persona que va a una fiesta electrónica, consume algún tipo de sustancias y termina teniendo sexo con alguien. El chemsex implica situaciones particulares, ya sea consumo en solitario o en fiestas organizadas con ese fin específico, que es el de combinar el consumo de sustancias psicoactivas y la sexualidad. Hay distintas sustancias químicas que tienen diferentes efectos y eso es lo que se busca”.
La sexóloga subrayó además el hecho de que en estas prácticas de ‘sexo químico’ siempre hay policonsumos. “Se van combinando drogas sintéticas junto con el Sildenafil, el cual se utiliza mucho para sentirse con mayor rendimiento sexual, con mayor seguridad y para mantener más tiempo la relación. Además, porque muchas de las drogas imposibilitan una buena erección, por eso se busca compensar con esta pastilla azul. De hecho, una ‘sesión’ o ‘chill’ (así se llama) de chemsex, puede llegar a durar de cuatro horas hasta días. Las sustancias químicas que más se usan son: metanfetaminas, éxtasis, Popper, mefedrona y cocaína (como drogas estimulantes). El GHB/GBL, ketamina y el alcohol (como drogas depresoras). Muchas drogas generan desinhibi ción”, señaló. Y añadió: “Se conocen como drogas empatógenas, ya que generan empatía, sentís que conectás mejor con la persona, además todas estas sustancias producen percepción de incremento de energía y euforia, lo que favorece a que se animen a hacer cosas que sin el efecto de las drogas no se animarían. Por eso es común que el chemsex también sea utilizado para llevar a cabo algunas prácticas sexuales más extremas (desde variantes del sexo anal hasta sadomasoquismo)”, detalló.
Consecuencias. Respecto a las consecuencias que genera esta práctica, la profesional comentó que existe un alto riesgo de toxicidad porque se combinan diferentes sustancias y que potencian el daño físico, entre los que se incluyen: arritmias, paro cardiaco, depresión respiratoria, daño neurológico (ACV –accidente cerebrovascular–, alteración de la memoria y de la atención), hipertermia y deshidratación, daño en la visión y priapismo que es una erección constante y dolorosa, que daña de manera irreversible los vasos sanguíneos del pene. “Hay que tener en cuenta, que estas sustancias son adictivas porque generan tolerancia, esto significa que cada vez se necesita más consumo de esa droga para lograr el mismo efecto, aumentando el riesgo de sobredosis”. Muchas sustancias tienen interacciones medicamentosas (significa que se potencian o se anulan efectos), por ejemplo el uso de drogas y sildenafil (aumenta toxicidad de la droga), drogas y antirretrovirales (puede disminuir el efecto de los antirretrovirales, en el tratamiento para VIH+).
Bazán Quiroga comentó que la práctica de chemsex hace que la percepción de riesgo se vea distorsionada. Es muy frecuente el no uso o el mal empleo del profiláctico, por lo que se exponen a infecciones de transmisión sexual y a embarazos no planificados”. También la pérdida de la conciencia, el letargo o la euforia puede derivar en situaciones de violencia y de sexo no consentido. Otro gran problema es la venta ilegal de estas sustancias. Cada vez salen nuevas drogas de diseño de las cuales se desconoce el origen y los componentes exactos. Y al mismo tiempo existe una mayor facilidad y alcance para la compra, ya sea en páginas de Internet, en redes sociales y en las mismas apps de contacto.
En números. En Europa existe una prevalencia promedio del 13% en el uso de sustancias químicas para tener sexo, siendo Países Bajos y Bélgica los países que lideran esta estadística. En nuestro país, la especialista precisó que todavía no hay una estadística específica de chemsex, pero sí del uso creciente del Viagra en jóvenes y precisó que 1 de cada 5 jóvenes, entre 18 y 30 años, consumen el Sildenafil sin indicación médica. “En la jerga se llama ‘sexo azul’ y esta práctica genera como una dependencia psicológica, porque no se animan a tener sexo sin la pastilla azul por miedo a fallar o a no poder cumplir las expectativas”.
De Córdoba al mundo. Hay una creciente preocupación e interés científico sobre el consumo de drogas y el sildenafil (inhibidor de la 5 Fosfodiesterasa). En Córdoba, desde 2013 un equipo de profesionales que forman parte del Departamento de Farmacología de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, y del Instituto de Farmacología Experimental de Córdoba, de Conicet vienen investigando en modelos experimentales sobre la relación entre la sensibilización al consumo de cocaína y el uso del sildenafil, demostrando un papel clave de diferentes neurotransmisores sobre áreas del cerebro y las conductas adictivas. Actualmente, existen otros proyectos y líneas de investigaciones en desarrollo.