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SIN LÍMITES

Con el propósito de desafiar

Sergio Cabanillas fue un reconocido arquero, pero un accidente no lo dejó retirarse. Se desempeña como albañil y entrena arqueros en Villa del Dique.

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“Tengo muchas ganas de trabajar y ayudar”, dice Cabanillas. | CEDOC Perfil.

Todos tenemos un propósito. Parece una frase hecha. Pero en Sergio Cabanillas calza justo. Y él lo asimila y expresa de esa manera. Su propósito es enseñar, desafiar y concientizar. Aprovechar su figura como un histórico deportista para exponer las dificultades que atraviesan las personas que andan en silla de ruedas, como él; y, además, resaltar que aún en la dificultad se pueden lograr buenas cosas.

Pero no siempre fue así para él. Pasó por un proceso de aprendizaje, de reconocerse, de reinventarse, para luego sí expresar, con su cuerpo, todo lo que tenía adentro.

Sergio Cabanillas tiene 51 años y anda en silla de ruedas. Hace trabajos de albañilería y le cuesta conseguir trabajo. Es que cuando lo ven en su condición, piensan que no podrá. Pero él puede. Quienes le confían un trabajo, salen satisfechos.

“Trabajo de albañil, en lo que puedo. Porque la gente mezcla un poco las cosas. Me ven en silla de ruedas y entonces no me llaman. Pero están los que me dan la posibilidad. Y puedo demostrar que soy útil. Somos útiles, pero necesitamos que nos abran las puertas. Esa palabra que tanto se usa ahora, incluir, nosotros necesitamos que nos incluyan”, exclama Cabanillas.

Siempre con una gorra. Morocho. Grandote. De contextura sólida. Y manos bien grandes. Esas manos que le dieron gloria. Es que Sergio Cabanillas fue un gran arquero en la década del ’80 y ’90. Formó parte de planteles de Independiente y Vélez. En Córdoba atajó en Racing de Nueva Italia y Juniors; y tuvo una dilatada carrera en el interior, atajando en Atlético de Río Tercero, 9 de Julio de Río Tercero, Náutico Rumipal, Biblioteca Villa del Dique, entre otros. En Tercero Arriba y Calamuchita es un ícono del fútbol de aquellas latitudes.

Tuve una carrera de 23 años como arquero, que se interrumpió a la edad de 37 años. Sufrió un accidente en una camioneta y cuando despertó no se podía mover. Anduvo por varios hospitales. Lloró más de una semana seguido. Tuvieron que operarlo de la médula por un pinzamiento, ponerle unas prótesis de titanio y reubicarle la columna. Y sus piernas, ya no las sentía.

“Fue un proceso muy duro”, recuerda el ‘Loco’, como es apodado en Villa del Dique, en diálogo con PERFIL Córdoba, al tiempo que relata: “En lo que iba a ser mi último año atajando tuve un accidente que me cortó la posibilidad de retirarme como se retiran todos, adentro de la cancha. No me pude juntar con amigos ni ex compañeros para colgar los guantes. Por eso, desaparecí por diez años. No veía fútbol. En mi casa no se hablaba de fútbol”.

En esos diez años pasó por muchos procesos, apoyado por su familia, a quienes resalta como motor para seguir adelante. Hasta que un día Juan Manuel López, actualmente en la secretaría técnica de Deportivo Cali de Colombia, lo invitó a trabajar como entrenador de arqueros en Villa Rumipal. Fue un tire y afloje, hasta que aflojó. Aceptó y descubrió un mundo nuevo: el de poder desafiar a sus dirigidos a ser mejores.

Actualmente trabaja en Deportivo y Biblioteca Villa del Dique. “Estoy en inferiores preparando arqueros y en la Primera, junto a Lucas Martínez, que logramos el ascenso histórico. Trabajo con una gran cantidad de arqueros, son unos 18 arqueros. Antes teníamos menos. Y se están sumando. Se están abriendo puertas. Es todo un desafío. Mi propósito es enseñar. La vida continúa. Tengo muchos sueños y quiero cumplirlos más allá de la silla de ruedas. Obvio que tengo un montón de complicaciones. Pero me gustaría que el chico haga escuela en el arco. Sepan qué están haciendo y porqué lo hacen. Y también que puedan llegar chicos que están en mi situación. Que esas personas puedan entender que la silla de ruedas no es una cárcel, sino que es un medio de movilidad”.

La pintoresca cancha de Biblioteca tiene como paisaje las sierras y el lago. Y desde hace un tiempo a aquella leyenda del arco hoy enseñando a los pibes que se ilusionan con volar de palo a palo en grandes estadios.

Cuando Cabanillas está con esos chicos que entrenan llenos de ilusiones, sabe que es un triunfo sobre el mañana, pero también con ecos en aquel pasado y con fortalezas en este presente. Un presente que le propone adversidades, pero que las afronta, porque pretende dejar un mensaje: “Si yo puedo, todos podemos”.

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“La gente no te discrimina, pero es difícil incluirse en la sociedad”.

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