Santiago Bima (32) es contador, hizo un máster en Finanzas en España y actualmente reside en el centro de Madrid, a tres cuadras de la Plaza Mayor. El domingo pasado al mediodía comenzó a tener fiebre. El termómetro midió desde entonces 39°, hasta el jueves, cuando bajó a 37º. Ante ese primer síntoma se comunicó con una línea de atención a pacientes con coronavirus. Si bien no le hicieron el test, por la escasez de insumos para cotejar masivamente a la población, fue tratado e ingresó a la base de datos de España como paciente infectado con COVID-19.
Aunque bombardeados por información, recomendaciones y anuncios sobre la pandemia del coronavirus, poco sabemos cómo vive un paciente con el virus, qué tratamiento recibe y a quién se hace el test en uno de los epicentros actuales de la enfermedad.
PERFIL CORDOBA entrevistó vía telefónica a Santiago el jueves pasado. Aislado en su departamento madrileño donde vive con dos compañeros, trabaja en forma remota para una empresa italiana.
—¿Cuáles fueron los primeros síntomas que advertiste?
—Fue el domingo pasado, al mediodía. Comencé a tener 39° de fiebre hasta hoy (por el jueves) en que tengo 37º y ya me siento mejor. Como hay pocos test en Madrid, solo se hacen a los pacientes internados en los hospitales, generalmente a personas que están con problemas respiratorios e intubados. No obstante, yo estoy registrado en la base de datos como paciente de coronavirus.
—¿Qué otros síntomas tuviste?
—Fiebre y dificultad para respirar. Nunca me había pasado tener fiebre alta durante cuatro días seguidos. Me agarró de golpe. Un compañero se fue del trabajo el jueves porque se sentía mal. Tiene casi 50 años y tampoco le hicieron el test. Él lo está sintiendo más que yo.
—¿Cómo hiciste para contactar a un médico?
—Por teléfono. No quieren que vaya a la clínica. La primera vez llamé a un 900 (línea habilitada para información del coronavirus), me preguntaron si podía respirar bien y qué antecedentes tenía: si era fumador y si tenía diabetes. Son puntos en base a los cuales determinan si uno es un posible caso de riesgo. Me dijeron, luego, que llame el miércoles y que me dirija al dispensario del barrio, por la cobertura de la obra social pública. También soy afiliado a una obra social privada. En el dispensario tengo asignada una médica que me atiende virtualmente cada 24 horas y me pregunta cómo estoy. Hoy llamé y mañana me llamarán ellos.
—¿Y qué pasa si se profundiza la crisis respiratoria?
—Yo soy joven, hago deportes, voy al gimnasio, no fumo, tomo vitaminas. No hay pacientes de 30 años internados y con respirador. Solo te atienden en el hospital si te estás muriendo. Te preguntan: ¿te estás asfixiando? Y recién ahí te dicen: mandamos una ambulancia. Sino quédate en tu casa. Yo quiero hacerme el test, quiero saber por una cuestión estadística y para tener la certeza. Porque si no es coronavirus lo que tengo me preocupa aún más.
—¿Nunca saliste de tu departamento?
—Si salís te ponen una multa, más aún si saben que tenés coronavirus. No podés caminar por la calle. Lo peor que se puede hacer es eso.
—¿Cómo te contagiaste?
—Es muy difícil saberlo. Trabajo en una empresa italiana y estuve hace un mes y medio en Milán. Una semana antes de que en los medios figurara que había coronavirus en Italia. Cuando volví, estuve dos días decaído.
—¿Conociste a alguien que haya fallecido?
—En Italia el abuelo de una compañera falleció el sábado pasado.
—¿Cómo hacen para comprar las provisiones diarias?
—Vivo con dos compañeros. Hasta el sábado compartíamos el mismo vaso. El domingo comenzamos a tomar medidas. Uso mis cubiertos, como en otra mesa. Pongo gel en cada lugar que paso, como el control remoto. Pero es muy difícil prevenir el contagio. Como ya estoy registrado como enfermo de coronavirus tengo que estar 15 días más que el resto en cuarentena.
—Y en el aspecto anímico, ¿cómo sobrellevas el aislamiento y esta enfermedad nueva?
—Esta es una enfermedad solitaria. Por ser virósica no es posible acercarse a nadie, podés destruir a mucha gente. Acá, esta es una de las primeras semanas de cuarentena en serio. Controlan con drones. Se paran policías en las esquinas y van anunciando que no debe quedar nadie. Los buses pasan vacíos. Ojalá allá (en Argentina) se cumpla la cuarentena. Los más perjudicados serán los abuelos. Es una paradoja: se ha enfermado la gente y la tierra se está aliviando. La gente deja de circular, deja de haber tanta contaminación. Se enferma el humano y el planeta se libera, se recupera.