Como si fuera una especie de cantante popular cuya presencia es disputada por los principales eventos, Martín Llaryora viene recorriendo en los últimos días los escenarios de toda la provincia, en una agenda a la que solo le habrían faltado el Festival del Sobaco Ardiente en la comuna de Las Axilas y la Fiesta de la Cola de Quirquincho en Colonia El Misionero.
Ante una aparición suya, el público clama por el hit “Cada día mejor”, con el que se ha ganado los favores de la gente de la ciudad capital y al que en 2023 pretende transformar en el eje de su consagración en todo el territorio cordobés, junto con su más reciente éxito “Lo mejor está por llegar”.
En un trayecto inverso, por Villa El Libertador (donde para sorpresa de muchos en las últimas elecciones obtuvo las preferencias la coalición opositora) anduvo el gobernador Juan Schiaretti, quien dejó inaugurado allí un “intercambiador”, obra que podría ser tomada en sentido metafórico como una invitación a que los vecinos “intercambien su voto” y opten por el oficialismo.
El mandatario no perdió la oportunidad de criticar al gobierno nacional y señaló que “la inflación se come los ingresos”, aunque si tenemos en cuenta lo magros que son los sueldos, es evidente por qué entonces la inflación se queda con hambre y amenaza con devorarse cualquier cosa que se le cruce por delante.
Desde un enclave festivalero como lo es Embalse, el Frente de Todos se ha provisto de otro precandidato a gobernador: el intendente Federico Alessandri, quien en su discurso cuestiona la pureza doctrinaria de Juan Schiaretti, por lo que tal vez vuelva a ser necesario el peronómetro, que ahora vendría bajo la forma de una aplicación descargable tanto en el sistema operativo Android como en el IOS.
Los interesados en medir su grado de peronismo en sangre, pueden allí responder a un breve cuestionario de multiple choice, donde (les revelo en exclusiva) entre otras preguntas se solicita saber quién canta en la versión original de la marchita, y se brinda la posibilidad de elegir entre L-Gante, Hugo del Carril o Ignacio Copani.
Y para confrontar a quienes señalaban que a Javier Milei le faltaba nafta para multiplicar sus adeptos dentro del electorado cordobés, La Libertad Avanza incorporó en la carrera por la gobernación al empresario Gabriel Bornoroni, presidente de la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines, quien reconoció estar armando un plan de gobierno.
Voceros del sector me contaron que su campaña podría girar en torno al eslogan: “Para que Córdoba arranque con todo, votá premium”. Y se instauraría un sistema en el que, de acuerdo a lo que tuitean, los simpatizantes irían sumando puntos en su tarjeta Liberticlub, así después los canjean y obtienen descuentos en la compra del libro “El camino del libertario”.
Mientras la isla cordobesa se debate entre calores saharianos, tempestades tropicales y re-reelecciones congeladas, el ministro de Economía Sergio Massa intenta hacer mérito para recibirse de piloto de tormentas y que de ese modo quizá su rostro aparezca en un futuro billete de un millón de pesos.
No fue menor su logro del viernes, cuando recibió a los miembros de la Mesa de Enlace que venían dispuestos a destilarle su veneno y a los que terminó enroscándoles la víbora. Para conseguir que se apaciguara tanta furia, apeló a la consabida inyección de subsidios, una medicación que ejerce un inmediato efecto tranquilizante, incluso en aquellos que empiezan a babear de rabia y braman cual toros de lidia ante la menor injerencia del estado.
La hazaña, sin embargo, se vería empañada por el pedido de la oposición para que Massa explique ante el Congreso por qué algunos inversores salieron a adquirir desde el lunes los bonos cuya recompra iba a ser anunciada por el ministro recién el miércoles. Excusas esgrimidas por esos agentes financieros para explicar su conducta, como los dones de la clarividencia, los rezos al Gauchito Gil o la apelación a una martingala bursátil de Gordon Gekko, no sirvieron para convencer a quienes sospechan que ciertos privilegiados sabían de antemano que esos títulos se iban a ir para arriba como Belgrano e Instituto. O como el precio del durazno, esa fruta de estación que antes abundaba en las quintas del cinturón verde y que ahora cotiza más cara que el mangostán de Sumatra.
(*) Sommelier de la política